Ávila es un paraíso natural para muchas especias migratorias: cigüeñas, vencejos (estos pobres, cada vez menos) y otros animalillos nos visitan regularmente, atraídos por la buena gestión de Ayuntamiento y Diputación. Si los apodiformes son habituales en verano, como dice la poesía, una de las familias de especies cuya presencia es habitual en invierno es el guante, que suele dejarse ver por nuestra ciudad, normalmente en solitario (aunque a veces en algunos parques puedes ver grupos de tres o cuatro), dispersos sobre los bancos y otros elementos de mobiliario urbano, donde suelen nidificar.

El guante es un depredador oportunista, que al principio del día suele verse por el suelo, pero rápidamente se sube a algún lugar desde donde tenga mejor campo de visión. Es individualista, normalmente no lo verás con una pareja idéntica. Como hemos dicho, prefiere el tiempo frío, aunque en veranos ocasionalmente puedes ver también la variedad «patuco», capaz de saltar con desparpajo para eludir la presencia humana.

Normalmente son de las variedades lanares, sobre todo la infantil, aunque con la pandemia proliferaron también los guantes de latex; y ahora con tanta obra están empezando a dejarse ver, alrededor de las zanjas y otros ecosistemas, guantes de trabajo amarillos y otras subespecies de piel dura. Alrededor de los supermercados prolifera una especie invasora y dañina, guantillus fruterus, que acostumbran a formar manadas dentro de los carritos de la compra.

¡Desperta, Ferro Morroñoso!

Justo al lado de la escultura anterior, opus 101 de nuestro catálogo, podemos encontrar esta otra… cosa. «Cimorro-ñoso» representa el muy noble y leal Escudo de Ávila (el rey niño* asomao a lo alto del cimorro** de la catedral) y está realizado ¡en fierro morroñoso! Si se quería buscar un contraste con la marmórea Victoria de Samotracia que tiene al lado, no se podía haber hecho mejor; ya saben que en los restaurantes son dados a eso de confrontar mar/montaña, dulce/salado, umami-umami/papichulo, etc. Se ubica, obviously, a la puerta del complejo hotelero de Los Cuatro Palos.

La figura, realizada con una técnica de calado o celosía o abujereación, es reconocible para los abulenses pero imagino que no tanto para los turistas y opositores que suelen alojarse en este establecimiento. Se ha colocado sobre una peana pizarrosa, como complemento a un pequeño jardín en el que se ha situado con la suficiente protección para que nadie se esnafre contra ella al salir por la noche algo perjudicao de un bodorrio, pues al ser de color de los gatos pardos queda bastante invisibilizada.

Como propuesta para complementar el curioso conjunto que forman la victoria de samotracia y el escudo morroñoso, proponemos a la dirección del hotel que coloquen una reproducción del toro de wall street con un crotal de la denominación de origen Avileña-negra ibérica.

(*) El rey niño que aparece en nuestro escudo es el príncipe Alfonso (de mayor, rey de León, el 7º de su nombre), que la nobleza decidió matricular en un internado de Ávila para alejarlo de su padrastro, Alfonso I de Aragorn; la imagen representa el día que fue a visitarlo a lo que sería el primer Punto de Encuentro Familiar documentado en nuestra ciudad, pues la relación con su esposa (y madre de Alfonsito, la reina Urraca) no pasaba por los mejores momentos***.

(**) Un cimorro o cimborrio es una torre gorda colocada sobre el crucero o el cabecero de una iglesia. El nuestro es a la vez cimorro, ábside y muralla; estamos a ver si ponen unas escaleras mecánicas pa subir, y que pase el carril bici y la red de calor, y ya estaría.

(***) Es una bonita y olvidada parte de nuestra historia: Doña Urraca fue la primera reina europea de pleno derecho, que tuvo que luchar…(amo a ello): contra su (segundo) marido Alfonso, contra Portugal (Ávila llegó a ser portuguesa durante algunos años), contra la nobleza de su reino (que no quería una mujer al mando), contra los almorávides, contra Al Mutasim (rey de Zaragoza, a su vez enemigo de los almorávides y de su marido), contra el obispo Gelmírez de Compostela, que se quería obispoindepecompostelizar, y contra algunas ciudades del reino -como Segovia- que se levantaron contra todos, hartas de tanto mangoneo. Finalmente, hasta su propio hijo, una vez nombrado rey, propagó infundios contra ella, en un proceso de damnatio memoriae que continúa hasta hoy, vean si no lo poco que sabemos de ella -esa vida tan interesante no tiene ni serie en Nesflis****- en comparación con la imagen que tenemos de la usurpadora Isabel***** Monta Tanto de Castilla.

(****) Además, la reina fue acusada de golfa y pecadora y depravada sexual, porque se acostaba con un conde mu resultón; a diferencia de los reyes, que siempre fueron fieles a sus esposas.

(*****) Es triste que en España hoy tengamos Isabeles hasta en la sopa, y que ya nadie ponga el bello nombre de Urraca a sus hijas. En este bló siempre seremos urraquistas (y juanalabeltranejistas).

Los salarios en este país son una reverenda mierda. ¡Vaya descubrimiento, Baku! Ya, ya, pero dejad que suelte mi rollo.

Llevo unos días viendo los típicos artículos de prensa propaganda sobre honrados lloricas hosteleros que pagan según convenio y, a pesar de tamaña generosidad, no encuentran trabajadores esclavos. Es curioso que los lüberalles entienden muy bien el mercado hasta que la mercancía con la que tienen que tratar es la fuerza de trabajo. Entonces sus curvas de oferta y demanda se desmoronan y se pierden los pobrecitos.

Porque si el salario de convenio es el mínimo que debes pagar y no encuentras trabajadores por ese precio… ¿Se te ha ocurrido la loca idea de pagar más? Quizás así consigas «retener el talento», puto genio.

Y ya no es que hablemos de salarios de trabajos —mal llamados— no cualificados. Es que ves ofertas de empleo de «cosas cualificadísimas» y ya es para echarte a llorar. Esta misma semana he visto un anuncio buscando un diseñador de UX/UI que era un poema. Buscaban a alguien con un máster en UX, con merecientos años de experiencia en diseño de interfaces, con nivel C1 de idiomas y soltura en manejo de no sé cuántas herramientas. Y la banda salarial ofrecida arrancaba en el salario que gano yo de conserje. Pero, vamos a ver, ¿quieres que invierta tiempo, dinero y esfuerzo en convertirme en un cheñor listísimo y luego pagarme un puñado de cacahuetes? Luego no te sorprendas de que no quiera trabajar para ti.

Servidor se largó del sector tecnológico hace once años. De vez en cuando echa un vistazo a ofertas de lo suyo y se descojona. Que estáis ofreciendo menos pasta de la que ganaba yo entonces. Y lo que sé hacer es cada día más escaso. Allá vosotros, yo no pienso volver. Estoy muy calentito en mi conserjería.

En fin, esto es lo que necesitaba decir. Buenos días.

Banda sonora recomendada
La Vicky

El arte clásico también tiene cabida en nuestra postmedieval ciudad. Traemos hoy al Á.S.M. una bella muestra, la escultura denominada «Mi gran boda griega». Representa a la diosa griega Niké (patrona de las zapatillas de deportes) y está elaborada a imagen y semejanza de la que trasladaron (guiño, guiño) al Louvre desde la isla de Samotracia, posiblemente esculpida por el gran Pitocrito (pongo link pa que veáis que no me invento ni siquiera lo del gran Pitocrito). La escultura se ubica a la entrada de un famoso hotel y restaurante abulense, según se sale pa Salamanca, y aporta ese toque kitsch tan necesario para los negocios de la BBC*.

Tradicionalmente, los salones de bodas han elegido la mitología griega como fuente de inspiración. Es entendible; en las bodas más famosas del cristianismo sucedió algo lamentable: como los novios tenían poco presupuesto, un invitado transformó agua en vino. Así, por la patilla. Si los creyentes fueran haciendo eso, la hostelería sería insostenible. Bueno, o cobrarían el agua mucho más cara, prohibirían la entrada a los hippies y pondrían terrazas ocupando toa la calle, como los Bee Gees en sus videoclíses.

Los dioses griegos eran mucho más dados a la orgía y a consumir con desenfreno como si no hubiera un mañana. Por eso en los salones de bodas** abunda la decoración grecorromana: columnas con capiteles, estatuas de dioses en pelotas (preferentemente de Venus y Cupido), triglifos, metopas, y toda esa parafernalia. Y esta decoración, que a veces nos puede parecer exagerada u hortera, tiene que ver con la representación (ya se sabe, el teatro griego…) que va a tener lugar en la skena**** que enmarca.

En primer lugar, aparece el hybris (la desmesura del héroe que cree que todo lo puede): organizas la boda invitando a 300 espartanos (u más). Después llega el pathós (el sufrimiento), cuando ves que te han cobrado el doble (si los capiteles son jónicos) o el triple (si son corintios) de su precio. Y acaba con la anagnorisis (cuando el héroe reconoce su error), te das cuenta de que si no hubieras dicho la palabra «boda» (γάμος*****) cada hoplita se habría jartao de lo que hubiera querido, pagando mucho menos y sin que sobre tanta comida.

Que igual es eso, los dioses griegos nos castigan por despilfarrar alimentos en los bodorrios (excepto a mi cuñao, que se termina lo suyo y lo de su sra.); y ya sabemos cómo se las gastan. Es el destino; ανανκη, que decía Eurípides (que sabía leer esas letrujas): una fuerza superior a dioses y a hombres. Y caemos y volvemos a caer como la piedra de Sísifo. Así lo escribió Virgilio, en boca de Lacoonte: «Temed a los griegos cuando ponen barra libre». Qué sablazo no le meterían…

(*) Bodas, bautizos y comuniones, según la Guía del Autoestopista Galáctico; manual donde también se informa de que la respuesta definitiva es 42.

(**) Las Vegas (Nevada) no es más que un montón de salones de boda a cual más hortera, con casinos… y furcias***.

(***) Esto es una referencia literaria, coño.

(****) Skena, así llamaba mi abuela a las espinas del pescao, por cierto.

(*****) «Gamós», de ahí vienen palabras como «poligamia» y similares.

Retomamos puntualmente la serie de deportes desaconsejados con uno nuevo que nos ha aparecido al quitar la alfombra y mirar debajo: el topurio. Porque no sé cómo se llama lo que hace el señor ese, sé que es uno de los de pegarse (que ya hemos desaconsejado en este bló), pero con nombre raro. Lo organiza una empresa autoproclamada como organizadora, y no sería de extrañar que lo hicieran olímpico en un proceso de beatificación exprés. Y conste que si no saliere será por algún contencioso económico.

El topurio es un deporte que, desde esta bitácora, desaconsejamos. No sólo tiene que ver con que, dentro de los de pegarse, este engendro es de los que prescinde de la filosofía de las artes marciales orientales (disciplina, respeto, defensa…); es que se centra en la parte macarra de fostiarse: en las presentaciones de los combates no es raro que ya hagan ese paripé de amenazarse como dos borrachos en un bar, en plan «eso no me lo dices en la calle».

Lo del topurio ya me comenzó a hacer sospechar cuando un sobrino nos mandó una foto en la que salía él con alguien que yo no conocía, me imaginé que sería algún nuevo fichaje fumbolero, pero no. Era uno que vino en un barco de nombre extranjero y que al parecer ya era algo famosete, al menos entre la mocedad consumidora de ciertas redes sociales, cuyo nombre no pronunciaré aquí. Por ello no es de extrañar que nuestros mandamases, desde IDA a Perrochánche hayan corrido a fotografiarse* con él a las primeras de cambio, que eso da clicks.

La gracia de esto es que podría pasar por una manera de renovar el boxeo, que lleva decayendo desde aquellos tiempos jloriosos que siempre cita José Luis Garci cuando presenta una película… Cambiamos las reglas (para que sea aun más bestia), ponemos un poco de la estética de los nuevos gladiadores** que entrenan para triunfar en los circos que nos montamos ahora; y que además llevan aparejada una buena dosis de «ideología de los ganadores», esa de los self made men-criptobros-vendehumos que encandilan con su coaching y sus demostraciones de riqueza neolibeggal.

Cuando tenemos a famosos deportistas diciendo que «las chicas» no deben cobrar lo mismo que ellos porque el deporte femenino lo ve menos gente, deberíamos preguntarnos qué es lo que hace que un deporte completamente desconocido hasta hace cuarto de hora, de repente ocupe portadas y salga por la tele a todas horas, a diferencia de otros campeones del mundo de cosas de pegarse que tenemos hasta en Salamanca y no conoce ni el tato.

Por todo esto y más, aquí queda nuestra desaconsejación.

(*) Y a proclamarlo muy español y mucho español, creo que el mismísmio Sánchez le ha dibujao el DNI a mano en la Moncloa. Por cierto, los jóvenes no os acordaréis de un tal Juanito Mühlegg…

(**) Ahora se llaman máquina, monstruo, titán, fiera, crack, etc.

Me naturalizo en una calle aparentemente desierta…

El centenario operístico del ASM nos trae algo especial y único, pues pocas veces una ciudad entera se ha convertido en una obra de arte… en una OBRA. Ávila, ciudad innovadora ande las haiga, se enorgullece de ser la primera en pasar de ser Ciudad Patrimonio a CIUDAD MONUMENTO. Nuestro simpar ayuntamiento ha decidido realizar un homenaje a la literatura española del que formamos parte la ciudad y sus ciudadanos, y para ello ha elegido el divertidísimo libro «Sin noticias de Gurb», de Eduardo Mendoza. En concreto, este fragmento por todos conocido*:

15.00  Camino siguiendo el plano heliográfico ideal que he incorporado a mis circuitos internos al salir de la nave. Me caigo en una zanja abierta por la Compañía Catalana de Gas.
15.02  Me caigo en una zanja abierta por la Compañía Hidroeléctrica de Cataluña.
15.03  Me caigo en una zanja abierta por la Compañía de Aguas de Barcelona.
15.04  Me caigo en una zanja abierta por la Compañía Telefónica Nacional.
15.05  Me caigo en una zanja abierta por la asociación de vecinos de la calle Córcega.
15.06  Decido prescindir del plano heliográfico ideal y caminar mirando dónde piso.

Si es que semos la leche… En Ávila abundan los monumentos literarios y morroñosos (muchos, glosados en este bló); pero este happening literario está siendo el no va más; y confiamos en que el propio Eduardo Mendoza acuda a la inauguración oficial, paseando al azar por nuestras calles, de zanja a zanja y tiro porque me toca. Ni siquiera la Barcelona prenoventaydosiana nos puede superar en zanjas por km2.

El monumento se compone, como no podía ser de otra manera, de un montón de zanjas y perforaciones varias, abiertas por toda la ciudad y barrios del anschluss, para proporcionar a los abulenses una experiencia inmersiva en realidad 360º (jóete, Yim Kuk, sin necesidad de las usar las Vision Bro). Cada zanja dispone de su señalización, su bujero y su monturro de adoquines. En ocasiones hay hasta un cartel explicativo de los motivos, presupuestos y plazos de ejecución que nos permiten disfrutar de cada una de las performances.

El consistorio también va a organizar visitas teatralizadas (¡el Camarada hará de prota!), gincanas y un sinfín de actividades para todos los públicos, que compensarán que la falta de presupuesto ha obligado a eliminar festejos, chocolatadas, kedadas, concursos hípicos y otras diversiones que ahora palidecen ante la majestuosidad de este pifostio. Esta programación participarán los jubilados de la ciudad****, que acompañarán a los visitantes para explicarles el desarrollo del zanjismo. Pueden reservar descargando la app «x@vila», disponible en el Apeles Tor o en el Ávila Market. Es gratis para los que tengamos domiciliao el IBI.

Para la siguiente legislatura se ha elegido el libro «Los últimos días de Pompeya», de Edward Bulwer-Lytton. Avisados estáis.

(*) Para los que no lo hayan leído**, el protagonista es un extraterrestre que, tras llegar a la Tierra, tiene que salir a buscar a su compañero Gurb, que ha comenzado a explorar nuestro planeta*** y no regresa a la nave.

(**) No sé qué leches hacéis leyendo este bló, leed «Sin noticias de Gurb»; o cualquier otra cosa de Eduardo Mendoza.

(***) Tomando la apariencia del terrícola denominado «Marta Sánchez».

(****) Según el INE, en Ávila hay más jubilados que personas.

Son tus huellas el camino, y nada menos.

Los tropezatorios son arte en miniatura a la menor altura posible; pequeños iconos morroñosos colocados en el suelo (vds lo ven vertical ahí en la foto, pero eso es un plano picado pabajo de una losa de la acera) que representan de una manera sutil e idealizada que algún día alguien inauguró algo relacionado con alguna cosa. Están dispersos por el centro de Ávila, y los hay de todo tipo. Les animamos a que los recorran todos, aunque es posible que algunos hayan quedado ocultos bajo las terrazas de los bares; y últimamente, tras las vallas de las obras que perforan la ciudad como los gusanos de Arrakis.

Algo peregrino

Los tropezatorios atraen tanto turismo como los centros de interpretación, o más, fijársus lo que os digo; especialmente, los del Camino de Santiago (ramal «Ruta del Bacalao», que al parecer es el que pasa por Ávila). Las multitudes de peregrinos que, saliendo desde Valencia o Murcia, recorren esta variante jacobea del camino, forman aglomeraciones que colapsan el centro de la ciudad; llegando a superar en algunas ocasiones el tráfico del carril-bici.

También tenemos losas sefaraditas

Aparte de las conchas (de su madre), hay otras placas que informan de otras particularidades de nuestra ciudad que la mayoría de los visitantes desconocen. No se preocupen, la mayoría de los abulenses también las desconocíamos. Es lo que tienen estos bajorrelieves; los ponen con buena intención pero con escaso conocimiento.

Ávila podría estar plagada de placas de éstas, pero con cosas verdaderamente útiles para el visitante; por ejemplo, informando de las tapas tradicionales de los bares. Pueden ser actuales pero también pretéritas: «Frente a esta placa se ubicaba Casa Patas: callos, morro y oreja eran sus especialidades», «Gloria a las Patatas Revolconas del Bar Germán» o «Aquí estuvo el bar Piquío, y en ocasiones servían aperitivos de ancas* de rana».

Otra posibilidad sería indicar sucesos y efemérides de nuestra rica historia, como por ejemplo: «Aquí se le cayó encima un león a un estudiante guiri por hacer el tolili, colgándose de las cadenas que unían estas esculturas» o «Aquí se quedaba la concejal más joven, aguantando toa la misa, sujetando la bandera de Ávila, por la bronca entre el obispo y el alcalde, al estilo «Don Camilo y Peppone», el día de la patrona».

Se admiten otras propuestas, seguro que lo que se les ocurra es mejor que lo que hay ahora.

(*) Ya sabemos que ahora está prohibido, pero los boomers comíamos cualquier cosa con tal de dejar a los millenials una mierda de planeta.

WTF?

Uno de los dos lectores de este bló, @GBuenadicha, nos ha enviado unas fotos de un extraño elemento artístico ubicado en la plaza de San Nicolás (la de «El Emiliano», si sois de Ávila). Lo único que es evidente es que parece ser una pieza tallada en nuestro Granito™ del Güeno. La pieza es antigua, a juzgar por el desgaste, y está colocada sobre una peana o zócalo bajo del mismo material.

La impresión inicial es que se trata de la peana de una cruz votiva postmedieval, como la que existe en la misma plaza a pocos metros, y como otras cienes que hay en nuestra ciudad y barrios del anschluss. Se habría quedado como el zócalo de la plaza homónima de México, que lo pusieron para monumentar algo conmemorativo de algo, pero algo pasó y nunca se puso la estatua. O puede que -más probable- la cruz se hubiera caído o deteriorado por falta de mantenimiento (pasa mucho, en Ávila).

Pero como pueden ver vds, la peana tiene, además del orificio central donde se insertaría el poste vertical*, dos hendiduras laterales (hay otra similar por el lado que no se ve de la foto), y pequeñas marcas en la parte superior, que hacen pensar que el pedrusco pudiera haber formado parte de una estructura más compleja que una simple cruz.

El susodicho Buenadicha sugiere que tal vez formase parte de una noria (elevadora de agua, no de parque de atracciones) como las ubicadas en las proximidades de esta plaza; una de ellas ha sido restaurada con un resultado discutible (guiño, guiño); pero esta hipótesis tampoco nos termina de convencer, y más proviniendo de un adorador de la Peña del Sol. Además, la erosión del chisme es uniforme por todas sus caras; apoyando que haya sido siempre una «base independiente», esto es, no tallada para ser parte de un edificio o estar encajada con otras piedras, salvo algo (pequeño) en las dos muescas laterales.

El misterio, por tanto, nos acecha. ¿Estamos ante un Oopart? Una posibilidad, como siempre, es que represente un pokémon; podría ser un Crustle pero le faltarían las patitas en la base. ¿Qué peanizaba esta peana? ¿Lo sabremos alguna vez? Esperamos sus respuestas, si es que tienen alguna hipótesis.

(*) Ese poste se llamaría, según algunos, stipe, aunque hay quien defiende que ese es el cantante de REM y que los romanos nunca llamaron stipes ni patibulum a los maderos de las cruces.

Concluye esta serie de deportes desaconsejados con el único que realmente aconsejamos, el deporte emérito por antonomasia, el que combina precisión con diversión, el que no requiere que seas citius ni altius ni fortius, el auténticamente olímpico (esto es, al que juegan Héctor, Aquiles, Agamenón y Menelao en la residencia «Monte Olimpo»): LA PETANCA.

La petanca es un deporte que, desde esta bitácora, ACONSEJAMOS. Aunque hay diversas modalidades*, consiste en que cada jugador o equipo lanza cierto número de bolas tratando de ser el que más se aproxime a una pequeñita (boliche) que se lanza antes. Es legal golpear a las bolas precedentes para tratar de recolocar a nuestro favor la estructura bolística. Un complemento ideal para la chepa es una especie de yoyó con un imán que sirve para recoger las bolas del suelo sin tener que agacharse.

Las reglas no pueden ser más sencillas. Se puede jugar casi en cualquier lugar, incluso en interiores. Se pueden usar bolas de cualquier tipo, incluso gurruñitos de papel arrugao. Con equipos mixtos o de cualquier edad. En silla de ruedas. Emitamos pues, un nihil obstat, declarando que la petanca es el deporte perfecto.

A continuación les contaré lo que para mí representa el éxtasis deportivo absoluto. Esta epifanía me sucedió en la isla de La Gomera, mientras esperaba la vuelta del ferry que me devolvería a la de Tenerife. Cerca del puerto de San Sebastián había unos jubilados jugando a una variedad hasta entonces desconocida para mí; una petanca por equipos; se enfrentaban dos equipos de varios jugadores, cada equipo tenía diez o doce bolas. Comienza uno con la primera bola (que lógicamente, en ese momento es la que está más cerca del boliche), y el siguiente equipo tiene que lanzar bolas hasta tener alguna más próxima que las del contrario; momento en el que cambia el turno; así hasta que un equipo agota sus bolas. Cuantas más bolas sin usar tenga el equipo ganador, más puntos se lleva. Creo.

Me llamó la atención que en uno de los equipos había un jugador que siempre permanecía sentado, parecía ser el mayor de ellos. Y aquí he de hacer un inciso. Como vds conocerán, los habitantes de las Islas Canarias tienen fama de tomarse la vida con más calma que el godo peninsular medio; eso lo pude comprobar cuando comenzamos a turistear por Tenerife. Sin embargo, cuando fuimos a La Gomera pude darme cuenta de que los tinerfeños son unos estresaos paranoicos al lado de los gomeros. Aquello es otro planeta.

Pues bien, estamos presenciando un partido de Jubilados Gomeros. Eso ya de por sí transmite paz y tranquilidad. Pero el jugador al que me refiero era otro nivel. Estaba sentado IRRADIANDO calma a su equipo. Si los del CERN inventasen un interferómetro capaz de detectar las ondas de placidez, este tío lo reventaría desde su isla. Asistía al juego sin participar en las chanzas y chacotas que -sin perder la compostura y la bonanza- se iban lanzando los jugadores según el lanzamiento era mejor o peor. Hasta que, cuando el equipo contrario aproximaba mucho una de sus bolas al boliche, sus compañeros se volvían y lo miraban.

Eso me impidió conocer su nombre, porque no le decían «te toca, Paco» o «sal y reviéntala, Manolo». Lo miraban. Con calma, claro. Entonces Él se levantaba del poyo, sin perder la serenidad, se dirigía a la raya de lanzamiento, y lanzaba Su Bola. Sin aspavientos, sin gesticular, sin histrionismos innecesarios. La bola siempre impactaba a la de los rivales, alejándola del boliche, y devolviendo la primacía a su equipo. Volvía parsimonioso al asiento y a la contemplación. Ni siquiera era felicitado por los compañeros, tal era la confianza que tenían en Su Sagrada Puntería. Jamás admiraré más a ningún deportista, Señor de la Petanca, Apartador de Enemigos, Rey de la Precisión, del Pulso y de las Esferas.

Por todo esto, la petanca es el deporte que les aconsejamos. Sencillo y barato a más no poder. Vayan practicando, les llegará su hora.

(*) No todas son aconsejables. En los países bárbaros han inventado modalidades relacionadas, en las que se deslizan artefactos discoidales tratando de colocarlos cerca de un objetivo-diana dibujado al final de la pista. La más famosa de ellas**, el curling, proporciona la ridícula estampa de los barredores compulsivos que recorren la pista delante del deslizador. Supongo que completan el cuadro los guiris borrachuzos y ludópatas (valga el pleonasmo) que lo están viendo, tras hacer sus apuestas, a través de la espesa niebla etílica del pub, cantando Got on a lucky one, came in eighteen to oooone.

(**) Es famoso porque cuando navegas por los canales disponibles de allende la TDT (satélite, tv de pago, tv de un hotel, etc), en la parte de deportes SIEMPRE te aparece una competición de curling, es como el Radio María del streaming deportivo; las primeras veces te hipnotiza y te quedas mirando aquello tratando de entender qué sentido tiene ese despropósito escobado.

P.D. : A partir de ahora, si alguien tiene alguna petición, si tiene dudas sobre comenzar a practicar algún deporte, o si cree que nos hemos dejado algo importante, que nos lo comunique por los cauces habituales y será oportunamente atendido y desaconsejado. Aquí no practicamos el silencio administrativo. Bueno, el Camarada últimamente sí, pero tiene cosas más importantes que hacer.

Kit para exposiciones marca ACME

Aunque nuestra ciudad envejece*, en Ávila el arte cada vez es más moderno y menos morroñoso. La ingeniosa obra que hoy traemos ante vds, Sueñan los androides con ovajas eléctricas, es una performance constructivista. Se ubica en el Paseo del Rastro, al lado sur de la muralla, y se compone de un rebaño de cajones, vigilados por pastores androides con ponchos morados.

El resto del mobiliario urbano (bancos, papeleras) se ha mantenido, para dar sensación de cotidianeidad mecánica; y únicamente se han eliminado las figuras humanas habituales de la zona: la pareja de jubilados de guardia del banco de la izquierda, y el niño de siete años que trepa por las piedras del fondo, ese que provoca la angustia de los viandantes ¡se mata! y -a la vez- la indiferencia de sus padres, porque están hartos de decirle Miguelito no te subas tan arriba que te vas a esnafrar como el otro día y luego vienes llorando**.

Cada 15 minutos, los cajones-oveja se ponen a corretear por el suelo (el efecto es un poco como ver al Equipaje de Dosflores***, ciertamente), balando e interactuando entre sí, para detenerse nuevamente en una ubicación distinta, con lo que cada vez que contemples la obra podrás decir que estás teniendo una visión única y efímera de la misma, como yo cuando salgo a la calle y me encuentro que han vuelto a abrir otro bujero, esta vez para meter los tubos de la güifi-esmarciti o para reparar la red de procedimiento administrativo común.

Por la noche se dispone un cerramiento de vallas teleras alrededor de las ovejas, como es costumbre en el gremio.

(*) En el sentido literal, porque -obvio- el tiempo pasa para todos, incluyendo esta milenaria ciudad; y en el sentido demográfico, porque dada la longevidad del abulense medio y teniendo en cuenta que los jóvenes se van a estudiar o currar a otras demarcaciones, nuestra pirámide de población va teniendo forma de capullo de crisantemo.

(**) Estos personajes son más típicos que las yemas de Ávila, pero todavía no los hemos puesto en valor.

(***) ¿Es que no sabéis que en este pueblo es verdadera devoción lo que hay por Pratchett?