El otro día pasé por delante de un comercio un tanto peculiar que se encuentra en la calle Hornos Caleros de Ávila. Venden camas, sofás y sillones. Todos mágicos. Aunque lo que más me llamó la atención fue un cartelón estupendo en la fachada publicitando colchones. No sé vosotros pero, a mí, me dices que me eche una siesta en una cama que «hace» tantas cosas y me acojonaría un poquito.

Recarga tu energía. No dice a cuántos GW. Si no son por lo menos quince, no me interesa.

Te recarga la energía, te mejora la circulación, te mejora ¡la actividad celular!… Me flipa lo de la actividad celular. Ah, espera, que lo mismo quiere decir que coges el 5G sin moverte de la cama. Mejora la recuperación de lesiones. ¡Toma, claro, casi todas mejoran si te estás en la cama! Refuerza el sistema inmunológico. Inmunológico. Podría ser peor: podría poner immune.

Todo esto es posible gracias a que lleva dentro turmalina. Que son unos silicatos muy monos con propiedades piezoeléctricas, pero no emiten infrarrojos lejanos, ni ultrasonidos, ni aniones, ni pollas. Y que no quiero parecer desconfiado, pero yo rajaría el colchón ese en la tienda a ver si lleva la piedra mágica. Porque puestos a inventar…

Y esa es sólo una de la variedades de colchones que venden estos pavos. Si echáis un ojo a su web, tiene decenas de tipos: con grafeno, con plata, con orgonita… Vamos, que si estás pachucho es porque quieres.

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