Ayer fui por puro placer a una reunión de una comunidad de vecinos. De una comunidad de vecinos que no es la mía. Sí, amigos, soy así de gilipollas. Una vez, de niño, me grapé un dedo para ver qué se sentía. Ese es el nivel.

En realidad se trata de la comunidad donde vive la madre de mi novia. Y como ella tenía que ir —ella mi novia, no ella su madre, malditos pronombres—, pues para allá que nos fuimos. Me picaba la curiosidad muchísimo. Porque se trata de una de las dos últimas comunidades de vecinos de la ciudad que todavía tienen calefacción de carbón. Y el único punto del orden del día era informar sobre la posibilidad de conectarse a la red de calor que se está construyendo en la ciudad.

Como era de esperar aquello se desmandó rápidamente. Gente protestando porque con la calefacción actual pasan frío. Gente protestando porque no se habían enterado de que se había firmado un preacuerdo con la empresa suministradora de la red de calor. Gente protestando porque patatas… Lo normal cuando llenas una sala de jubilados. Cuando se pudo poner orden, los de la suministradora nos contaron las bondades —que las tiene— de su producto. En general, la cosa tiene buena pinta. O eso nos pareció a los «jóvenes» —mi novia y yo éramos, probablemente, los más jóvenes de la sala, y ya juntamos más de un siglo entre los dos—.

Llegado el turno de preguntas fue cuando aquello empezó a recordarme a una conferencia de la ONU sobre el cambio climático. Primero vino la fase de negación: a ver si podemos seguir con nuestra calefacción de carbón. Que el carbón sea actualmente mucho más caro, de mucha peor calidad —lo que ha impactado gravemente en el calor que llega a las viviendas— y que la persona que la atiende sea ya mayor, no esté para trotes* y ya les haya dicho que lo deja, parecían no ser obstáculos insalvables.

Pasamos rápidamente a la fase de ira. Que si el presidente es un cabrón, que si tengo frío, que si esto no vale para el agua caliente —sí vale, pero si ahora no tienes agua caliente central, no va a aparecer ella solita—, que si podemos poner contadores…

Llegada la fase de negociación, una señora preguntó que si no se podía poner una caldera de gas o de gasoil. Dejando de lado que el precio de dichas alternativas es simplemente disparatado frente al de la red de calor —decenas de miles de euros frente a cero**—, el horizonte temporal de dichas calderas es limitado, muy limitado. La misma señora preguntó acto seguido que si no se pueden poner paneles solares. Afortunadamente, nadie le hizo ni caso.

Un señor intervino para decir que ya éramos mayorinos y que seguir discutiendo de nada servía ya —fase de depresión—, así que lo mejor era fijar una fecha para votar si se enganchaban o no. Creo que finalmente estaban casi todos convencidos de que era cosa buena —fase de aceptación— y que acabarán votando a favor. Y nos largamos cuando empezó la «fase de corrillos»…

La experiencia fue muy instructiva para mí. La capacidad de un grupo humano de irse por las ramas cuando hay que tomar decisiones importantes es fascinante. Justo como la comunidad internacional enfrentándose al cambio climático.

Banda sonora recomendada

*El carbón de baja calidad genera más escoria y hace que esta sea más difícil de retirar. El buen hombre pasa cada vez más tiempo limpiando y menos alimentando. Así que claro que pasan más frío…

**A las cien primeras comunidades que se apuntaron no les cobran la conexión al sistema.

El Fin de los Días está cerca. Los signos son claros: los Testigos de Jehová andan mal de pasta. O de fe. O de ambos.

Bueno, o eso he deducido yo al abrir el buzón esta mañana. Hace años todavía tenían perras para meterte alguna estampita de esas con gente de todas las razas acariciando koalas y tigres de Bengala en el Jardín del Edén —casi, casi tan falsas como las imágenes promocionales de Marina d’Or— o, si tenían el día generoso, un ejemplar de La Atalaya.

Me han entrado ganas de ir DALL-E a generar estampitas de estas…

Pero hoy me he encontrado un sobre blanco y dentro del mismo una escueta carta manuscrita. Llena de esperanza y fervor, aunque bastante cutre.

Menos mal que me han puesto la URL de los Testigos…

Esta gente se está quedando sin dinero. O van justos de fe y siguen dando la chapa, pero flojito. Tú imagínate que crees que para ir al Cielo tienes que predicar. Pero, a la vez, crees que al Cielo sólo entrarán 144.000 personas. ¿Qué harías? ¿Sigues predicando para ganarte tu sitio en el paraíso? ¿O dejas de hacerlo, no sea que ese gentil al que acabas de convertir termine siendo más santo que tú y te deja sin silla? O tiras por el camino del medio y predicas lo justito, con desgana… ¿Y cómo sabes si queda sitio todavía? Tú ahí, sin masturbarte, sin poder recibir una trasfusión de sangre, sin poder jugar al ajedrez ni escuchar un mísero disco de Black Sabbath en tu puta vida, y resulta que el autobús hacia el Cielo ya va más lleno que uno de Jiménez Dorado y te quedas en tierra.

Espera, que se me ocurre que puede ser peor. Supongamos que sólo pueden salvarse los 144.000 ungidos. Tú doblas la servilleta y, como has sido santo, vas al Cielo porque queda un sitio libre. Estás allí, de buen rollo, acariciando koalas —o lo que sea que se hace en el cielo de esta gente— y va y amocha alguien que ha sido más santo que tú. Corre el escalafón y, como el Cielo ha colgado el cartel de completo, te quedas fuera. Estar acariciando koalas y que te digan que ya podrás hacerlo más tiene que joder bastante.

Preguntas, preguntas…

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Hace unas semanas contemplábamos con chorprecha que el nuevo Dubái de Salamanca se esfumaba en una inmensa nube de humo, cancamusa y tramposos tratando de rascar dinero público. Sólo unos días después me topaba con un anuncio tan similar y sospechoso, acerca de una ciudad súper sostenible en la provincia de Badajoz, que me puse a investigar un poco.

La ubicación «prevista» de Elysium City es un bonito sitio en medio de ninguna parte entre la localidad de Castilblanco, un municipio de 800 y pico habitantes en el noreste de Badajoz, y el embalse de García de Sola. Cerquita de la nunca concluida Central Nuclear de Valdecaballeros. Sobre la carretera nacional N-502, Ávila-Córdoba. No es coña, la N-502 se llama así.

Bienvenidos al Paraíso

Ojo, que cualquier día de estos podemos ver —ja, ja— las excavadoras en acción. La Junta de Extremadura ya ha dado sus bendiciones y en el mes de diciembre podíamos ver la siguiente predicción del ayuntamiento de Castilblanco:

Gente que se flipa

Vale, colegas. ¿Y quién está detrás de este pedazo de proyecto que promete «hasta 56.000 empleos directos —ay, que me hago pis— en la fase de construcción y explotación, a lo que se suman los puestos de trabajo indirectos»? Pues es un poco difícil saberlo: hay un par de webs, cada una con distinta pinta y distintos propietarios. Una bastante cutre que parece montada por una señora de Gerona muy espabilada que ha registrado la marca «Elysium City» para vendérsela a los «auténticos» promotores. Eso sí, no escatima en promesas flipantes. Veamos algunas capturas que he hecho por si cualquier día desaparece.

Ahí, con dos cojones. Vamos a hacer un Hong Kong extremeño. Les juro que la foto está en la web tal cual.
«Posiblemente tendrá su propia estación de trenes de alta velocidad.» Y dos huevos duros…
«Atraídos por una atracción» ¿Pero quién ha escrito esto? ¿La de 50 Sombras de Grey?

Así las cosas, pasemos a la otra web que promociona el tinglado este. Aunque el aspecto es bastante más cuidado, no deja de ser un mero escaparate del flipamiento. Ciudad 100% sostenible, ecología, restauración de ecosistemas, invertir en Elysium… ¿Cómo? Claro, amigos, si busco «Elysium Spain» en Google sólo sales tú pidiendo perras. ¿Y quién eres tú? Pues un tal Francisco Nuchera, propietario de los terrenos y promotor de anteriores aventuras que nunca llegaron a concretarse. Y la sociedad Castilblanco Elysium Corporation SA, cuya sede social se encuentra en este edificio inteligente y sostenible de Castilblanco:

Desde este ángulo se puede apreciar el músculo financiero de la sociedad. Estoy ya deseando poner mi pasta ahí…

Cuando empecé a escarbar en este estercolero había pensado poner mil y una objeciones a lo que había visto del proyecto. ¿Un lugar turístico al borde de un embalse? ¿En España? yo miraba esta imagen y me daba la risa:

Ese embalse al 100% de capacidad un total de 0 días al año…

¿56.000 empleos directos? ¿Sostenibilidad y me enseñas una ciudad desparramada? ¿Milagro económico sin producir nada y basado en casinos y furcias? Mira, voy a hacer una predicción basada exclusivamente en la fachada de la sede social de la empresa promotora: NI DE COÑA.

Banda sonora recomendada

En nuestra voluntad de servicio público, les traemos una recomendación cinematográfica para sibaritas. Una película española de hace sólo cincuenta años —rodada con Franco todavía vivo y coleando— que combina, de forma un tanto irregular, el suspense, la ciencia-ficción y un toque de gore-softporn-nosécómodefinirlo. Qué cojones, tiene todos los elementos para clasificarla como giallo. Pero vayamos por partes…

Con este poético título firmaba Eloy de la Iglesia en 1973 su película más peculiar —en una ya peculiar cinematografía—. Además de dirigirla, de la Iglesia figura en un equipo de guión en el que también nos encontramos a un José Luis Garci que aún no se había iniciado en la dirección. Eloy hizo un buen trabajo y el conjunto es muy disfrutable.

He leído varias reseñas y críticas en las que se acusa a «Una gota de sangre para morir amando» de plagio o copia chapucera de «La naranja mecánica». Yo lo calificaría más bien de homenaje. En una de las primeras escenas un grupo de cuatro jóvenes con estética uniforme irrumpe de forma violenta en un domicilio —mientras la familia ve en la tele que se va a emitir la mencionada cinta de Kubrick— y practican un poco del viejo unodós y dan unos tolchocks bien joroschó. Yo creo que, si vas a plagiar, no citas al plagiado nada más empezar, llámame loco. Me temo que uno de los títulos con los que se publicitó en el mercado anglosajón no ha ayudado precisamente en esta cuestión.

Chris Mitchum y sus drugos

Es curioso, porque la versión en inglés se llamó en realidad «Murder In A Blue World» y su cartel tomaba elementos de la versión española.

Chris Mitchum sin drugos y Lolita ensangrentada

Ya que mencionamos a «Lolita» en el pie de foto anterior, hablemos de la protagonista: Sue Lyon. Después de su debut en la adaptación al cine de Lolita por Kubrick, Lyon participó —bastante encasillada en el papel de joven tentación— en varias películas memorables de los 60. En los 70, cuando pasa en un par de ocasiones por el cine español, su carrera ya había entrado en franco declive. Y, sin embargo, me parece que su interpretación de una rica heredera dedicada por vocación a la enfermería es, simplemente, estupenda. De la Iglesia se cascó otro homenaje a Kubrick gracias a Lyon, como se ve en este otro cartel de la época.

Lolita leyendo Lolita

Y antes de comentar —muy brevemente para no destriparla— la trama, voy a aprovechar para atizar aquí algunos carteles más que he encontrado mientras me documentaba. Me ha hecho gracia esta versión inglesa más moderna, que huele a portada de novela de Michael Crichton que tira pa’trás.

Crichtonploitation

También hubo versión francesa. En Francia se ve que gustó, porque he leído en algún sitio que se trata de una coproducción franco-española. Hombre, llamar coproducción a que un actor francés famosete —Jean Sorel, el de más dilatada y decente carrera de todo el reparto— hiciera de secundario de lujo me parece exagerado. Pero para exagerado, el título que se marcaron los gabachos: La bal du vaudou. Les juro que en la película no hay ni bailes ni vudú por ningún sitio.

El tituló en espagnol no se va a entendeg, Maurice, hazme casó

Pero si hay un país que ama el exploitation es Italia. Y los italianos se sacaron la chorra e hicieron el helicóptero a la hora de titular y confeccionar carteles para nuestro film de hoy. De «Una gota de sangre para morir amando» a «El vicio morboso de una joven enfermera» hay un largo camino de depravación e italianidad de por medio.

Semejante plano de la prota no aparece en la peli, ma siamo italiani

Y, prometo que ya es el último, esta obra de arte en la que la modelo ni siquiera se parece por lo más remoto a Sue Lyon.

Esto se va a vender como churros, Vincenzo

Vale, Bakunin, ¿pero de qué cojones va la peli? Que ya has puesto más santos y has dado más vueltas que en una entrada de Vicisitud y Sordidez. Pues la prota es una enfermera que ha heredado una fortuna y vive en un casoplón. Trata a sus pacientes con mucha piedad y gana premios. La corteja un médico guapete que hace experimentos para reformar a delincuentes por medio de la tecnología —hola de nuevo, Naranja Mecánica—, pero a ella le molan más los jovencitos con problemas. Un día se cruza en su camino el drugo expulsado por sus amigos y todo se lía. Y no puedo contar nada más para no joderles la historia.

Que la vean. Que no todos los días se encuentra uno con una película española de cuando todavía había censura en la que haya asesinos en serie, alusiones a un estado distópico totalitario, escenas eróticas sin recortar, gigolós y bares de ambiente homosexual. He dicho.

Banda sonora recomendada

La vagancia —voy a pensar que es indolencia y no maldad, en esta ocasión— de los medios de comunicación resulta curiosa. Ayer me encontraba con la misma «noticia» —copia y pega de una nota de prensa marranera— plantada tal cual en los tres diarios digitales abulenses: Renovación de los parquímetros, Ávila estrena nuevos parquímetros de zona ORA, Renovación de los parquímetros de la ORA para facilitar la utilización de los usuarios. Tuvieron el detalle, no obstante, de ponerle distinto título cada uno de ellos.

Fotografía de uno de los nuevos parquímetros
Parquímetro postmedieval.

Hasta aquí, nada extraordinario. Lo gracioso es cuando lees el texto, común a todos ellos. y te encuentras con la siguiente frase: «conlleva la implantación de un sistema que agiliza el uso de los parquímetros, mediante la introducción de la matrícula del coche».

No sé vosotros, pero yo pensaba que «agilizar» venía de «ágil» y no de «gilipollas». Si en los viejos parquímetros metías monedas, le dabas a UN (1) botón y salía el ticket, no veo la agilidad posterior en un proceso en el que hay que: pulsar ON, elegir la tarifa, introducir siete caracteres de la matrícula, pulsar OK, meter monedas, volver a pulsar OK y esperar ticket.

A ver, que yo entiendo que la empresa concesionaria tiene un argumentario y que así lo plasma en su nota de prensa. Pero, digo yo, ¿A NINGÚN PERIODISTA ABULENSE LE HA LLAMADO LA ATENCIÓN ESTA FRASE?

La de «la introducción de la matrícula del coche, para evitar confusiones que pudieran producirse con el pago tradicional» que viene después también es notable. ¿PERO QUÉ COJONES DE CONFUSIÓN HABÍA EN METER UNA MONEDA Y PULSAR UN (1) BOTÓN? Que yo entiendo la intención. Que ya no voy a poder regalarle el ticket con minutos sobrantes al siguiente paisano y así vais a recaudar un poquito más. Que esto es un negocio. Pero no me argumentéis chorradas, por favor.

Y ahora un disclaimer gordo. Me parece bien lo de introducir la matrícula porque, quizás, el próximo paso sea que, al igual que en otras ciudades, la tarifa sea diferente en función del distintivo ambiental*. A ver si de una vez tenemos alguna ventaja los propietarios de híbridos canijos.

*Total de unidades de esperanza en que así sea: 0. Tampoco espero que el Impuesto sobre Vehículos de Tracción Mecánica siga ese camino y grave más a los propietarios de tanquetas. (Suspiro)

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En estos días de zozobra tuitera, con la red social del pajarito en manos de un señor con graves problemas de autoestima, me he creado una cuenta en Mastodon y, a medida que la he ido usando, me ha traído recuerdos de cosas viejunas que molaban muchísimo. Sí, estoy hablando de blogs. Y de Google Reader.

Voy a ponerme bastante abuelo cebolleta. Salga de aquí mientras aún está a tiempo, joven. Ah, ¿que se queda? Bueno, pues vamos a repasar un poco de Historia. Corría el año 2004 y este Camarada hacía ya algún tiempo que seguía y leía varias páginas web —¿se puede decir todavía «páginas web»?— con un formato de diario. Se les empezó a llamar blogs o «bitácoras». Algunas ya no están entre nosotros —como la de Escolar.net— y otras siguen ahí contra viento y marea —como La Página Definitiva o Microsiervos—. Cada día echaba un ojo a todas ellas y devoraba los nuevos artículos. Aquello era mandanga de la buena. Cómo molaría escribir una bitácora de esas…

Y, entonces, en abril de 2004 nos anunciaron en Microsiervos la aparición de los blogs de Ya.com. Qué guay, un blog sin tener ni idea de montar un blog. Y así nació el primer Halón Disparado. Que tenía esta pinta tan sobria y elegante —no como esas páginas chillonas de GeoCities— y que los maledicentes confundirán, con mala fe, con «cutre».

¿Reconocen alguna de las recomendaciones?

La experiencia era estupenda. Podías escribir esas cosas que siempre te andaban rondando la cabeza y publicarlas para que otros usuarios las leyeran y te contaran a su vez sus movidas. Pero, claro, los planes gratuitos de la época eran limitados y veías que, al ritmo que escribías y te leía la gente*, te lo ibas a fundir en cuatro días. Lo que me llevó a probar otros sistemas gratuitos como el de blogia.com, donde estuvo alojada la hermana cultureta de Halón Disparado: Calíope Furibunda. Se veía así:

Siempre en la vanguardia. Luego se pondrían muy de moda estas estéticas simples.

Total, que en poco más de un año aquello se quedó pequeño y me lancé a registrar un dominio propio y a aprender de qué iba aquello del WordPress. Nacía el segundo —y hasta el momento más exitoso— Halón Disparado, como fusión del anterior Halón Disparado y de Calíope Furibunda.

Entradas de blog que son prácticamente un tweet. Lo dicho, un vanguardista.

Aquello fue estar en el lugar apropiado en el momento preciso. Llegó la explosión de los blogs y nos encontramos en medio de toda la salsa. El blog recibió la inyección de un montón de colaboradores —Supermon, Bismillah, Los lunes al sol, Vardebedian, Vladimiro Carmañola, La madre de Whistler, Johnny Ibdil y, por supuesto, Ender— y se convirtió en un uno de los más leídos por aquellos años. Conocimos a gente interesante y acabamos forjando amistades duraderas con los autores de otros blogs. Apareció, entonces, una herramienta de Google que se convertiría en una simiente de red social: Google Reader.

Interfaz similar a Gmail y otros productos de la compañía.

Reader era un potente agregador de contenidos que permitía al usuario estar al tanto de las nuevas publicaciones en los sitios a los que estaba subscrito. De esta forma, podías estar al día de todas las novedades de tus páginas favoritas. Pero, además, te permitía compartir aquellas que quisieras con tus amigos y comentar las que ellos compartieran contigo. Tenías así en tu mano una combinación de medios y blogs hecha a tu medida y la interacción con personas con intereses similares, sin publicidad y sin que nadie eligiera los contenidos por ti.

Demasiado goloso para no intentar convertirlo en otra cosa, ¿verdad? Como esto va a acabar siendo un poco extenso, continuaremos con ello en una próxima entrada.

*Sí, queridos niños, en aquella época heroica los propietarios de blogs estábamos todo el día pendientes de no quedarnos sin espacio de almacenamiento y sin ancho de banda para servir páginas a nuestros lectores. Si tenías un poco de éxito, y tuvimos bastante, era bastante angustioso.

Banda sonora recomendada

Hace unos días me encontré en el muro de Facebook de un amigo una foto de la fachada de un bazar chino con un cartel bastante facha. La foto en cuestión era esta:

El presunto bazar chino facha
Imagen del bazar chino facha vista en Facebook

Como la imagen es bastante chocante —vamos a obviar el extraño razonamiento del redactor del cartel, por el cual esto es España gracias a su amor, similar a la forma de razonar de nuestro amigo el del aloe vera— me puse a buscar el sitio en Google Maps y Street View y, efectivamente, el sitio existe y está en Aranda de Duero.

El Super Bazar Asia en Street View

Pero, claro, la pregunta te surge. ¿Han plantado los propietarios de un bazar ese engendro en su fachada o eso ya estaba ahí? Buscando por imágenes acabé encontrando que hay en Aranda una empresa de transportes con una nave muy, muy similar a la del bazar y, caramba, con el mismo rótulo en ella.

—¿Qué haces, Hernando?
—Cosas.
—¿Cosas fachas?
—¡Sí, Peter, cosas fachas!

Está bastante claro, entonces, que el bello afiche no debe ser cosas de los chinos. Pero, para acabar de cerciorarme, vuelvo a Street View y retrocedo en el tiempo, que es una herramienta maravillosa. Y la sospecha se confirma: el cartel llegó antes que el bazar.

La nave del Super Bazar Asia en 2019

¿Habrán dejado los chinos el cartel a propósito porque están de acuerdo con él o como estrategia de mercadotecnia? ¿Querrán hacerse pasar por españoles y muy españoles? ¿Les habrá colado el propietario como condición en contrato de alquiler que el cartel se quedaba ahí? Preguntas, preguntas…

Banda sonora recomendada

¿Han leído la primera parte de esta historia? Si no es así, vayan un momentito, que les esperamos aquí. ¿Ya? Pues vamos con la secuela que se nos anunciaba como cebo al final del anterior episodio. Sin más preámbulo, vamos a ver la primera página de la carta dirigida a la «Excelsa dama» (sic).

Primera página de la carta a Ana Pastor

Ya podemos intuir desde el primer compás que Efe no descansa en su labor de vigilancia de la Españolidad. Escribir cartas de «alerta» o de «emergencia» le debe llevar todas las horas del día. Bueno, de vez en cuando saca tiempo para poner en su sitio a los anti-españoles como mi padre. Pero centrémonos: Efe sólo encuentra consuelo en Dª Ana Pastor Julián y, quizás, en Dª Isabel García Tejerina. Sí, yo también he tenido que ir a mirar quién era: ministra de Agricultura en el gabinete de M. Rajoy. Mariano, que no hace más que recibir misivas de Efe e ignorarlas. ¿Por qué, Mariano? Ríndete a la evidencia: no ganaste las elecciones, las perdió Zapatero. Mas las hostias a Mariano suben de nivel en la siguiente página.

Segunda página. Tiembla, Mariano.

Si mi abuela tuviera ruedas sería una bicicleta y si los votantes del PP hubieran votado a Ciudadanos —ah, todo en esta carta es taaaaan 2016—, Ciudadanos habría ganado al PP. No, si el razonamiento es impecable… Y ahora la que, probablemente, sea la causa de que Mariano no conteste a Efe.

¿Pero yo qué le he hecho a este señor?

Los cargos están claros, Mariano. Se te acusa de: VAGO, COBARDE, TRAIDOR Y PERJURO. Y que esto no es una opinión, se trata de HECHOS. Ya, yo tampoco contestaría a tan gruesas palabras. Pero Efe está todavía por ofrecernos lo mejor en la recta final. Atentos al demarraje, que aquí pilla to’ Dios.

Tercera página. Aquí hay tomate.

Primero acusa al «anterior Jefe del Estado» —típica perífrasis para no decir Campechano— de comisionista. Luego sospecha que el «actual Jefe del Estado» —típica perífrasis para no decir Preparado— pueda no ser de fiar. ¿Por qué? Porque el Preparado actual Jefe del Estado se ha encamado con la Horda Roja.

La rojilla del Prestige.

Rajoy es un perjuro, los sindicalistas unos corruptos y la cúpula militar una banda de castrados y pusilánimes que se está rascando la barriga. La culpa de todo la tiene el Pelargón, claro. Los españoles de pura cepa criados a base de teta materna ya se habrían «alzado».

Pelargón, la verdadera causa de los males de Españñña.

¿Y habría alguna solución a todo esto? Efe nos da la clave en la ultima sentencia de la misiva: un gobierno conjunto de Pedro Sánchez y un tal Alberto Rivera —¿he dicho ya que todo en la carta es taaaan 2016?—. Y Rajoy echando una manita si quiere, pero sin ser presidente.

Alberto y Pedro. Ah, pedazo de shippeo.

Llegados al final de la estrambótica epístola sólo me queda una inquietud. ¿Recuerdan el final de la otra carta? Allí se afirmaba que de las 35 copias enviadas se había recibido respuesta a tres de ellas: de Ana Pastor, de Rita Barberá y de Santiago Abascal. Daría pasta por echarles un ojo…

Banda sonora recomendada

El género epistolar nos plantea muchas preguntas. ¿En qué momento le pareció buena idea al autor escribir esta carta? ¿Qué sentimientos le embargaban mientras lo hacía? ¿Qué pretendía conseguir? ¿Habéis intentado conseguir un fontanero un sábado por la tarde?

Hace unos días, mi padre recibió una misiva que no sé muy bien como calificar. Qué cojones, yo la he leído y ya no puedo desleerla. Acompañadme en mi dolor. Aunque antes os daré un poco de contexto. El autor es un señor casi nonagenario que ha sido vecino de mis padres durante una temporada. Además de casi nonagenario, ente onvre —al que llamaremos a partir de ahora Efe— es bastante maleducado y asocial y más facha que un Land Rover corto. Así que todos los vecinos, salvo mis padres, le habían mandado a la porra y pasaban de él. A mi padre le daba pena y le llevaba en coche cuando le hacía falta hacer algún recado fuera de la urbanización o en la capital. Recalco: mi padre es el único vecino que le soportaba y le hacía el favor de llevarle y Efe le escribe esta sarta de burradas. Ahora sí, ahí va la primera página:

Primera página de la carta
Primera página de la carta

Ignoremos por completo el uso creativo de la puntuación —y el leísmo galopante— y vayamos al turrón. El primer agravio ha caído como una losa sobre nuestro protagonista. Él se molesta en enviar una crema maravillosa —y muy española— a mi madre —sin acertar su nombre— y el paquete le ha sido devuelto. Coño, es posible que si escribes los nombres de las personas a las que quieres que lleguen tus cartas, el cartero consiga identificarlas y entregar los paquetes, Efe. Pero es que esta carta ha llegado de chiripa, porque el nombre de mi padre tampoco lo has acertado, Efe.

Pero, claro, no sabemos si le ha sentado peor que no llegara a destino la crema de aloe vera o la nota sobre el «atraco» al Banco de España. Es un pena que el paquete no llegara, porque ahora siento auténtica curiosidad sobre ese otro documento «que no recuerda», pero que sería algo sobre «fechorías social-comunistas». No sé cómo nos atrevemos a rechazar un regalo de alguien que «no es de derechas ni de izquierdas».

Se masca la tragedia. Del cordial «Apreciado amigo» del comienzo, la cosa ha llegado a mitad de la epístola a «anti-españoles», «terroristas, secesionistas, comunistas y enemigos de España». Apreciado amigo: lárgate de España.

Chico, eso ha escalado rápido

Estoy un poco desconcertado con lo de la «ideología de las naciones». Si toda una nación tiene una misma ideología, ¿cuál sería la de España, Efe? ¿La tuya o la del PSOE «social-comunista» que votaron los españoles? Debe ser que hay muchos anti-españoles y así no vamos a ninguna parte como nación. O como unidad de destino en lo universal. No se nos resuelve la cuestión, pero sí que aprendemos que Suecia, toda ella, es social-demócrata. Apuntaremos aquí que una hija de Efe tiene doble nacionalidad sueca-española y que, residiendo en España, recibe una beca de investigación de Suecia. O sea, que lo de las paguitas y el socialismo está de puta madre cuando me conviene a mí…

Se acerca el momento de la despedida y todo se precipita y se vuelve confuso. Por un lado, agradece la ayuda de mi padre y promete no olvidar. A pesar de ello, le echa en cara que viera «el mantra de derechas» (sic). Pues no sé, Efe, creo que mi padre te da mil vueltas, porque a pesar de tu facherío y gilipollez nunca dejó de echarte una mano. Debe ser que él, al contrario que tú, si que ve a la persona detrás de las ideas, aunque las ideas sean una sarta de burradas. Y he aquí que llega el agravio final. A uno de tus WhatsApps delirantes, mi padre te contestó que ya hablaríais en otro momento porque tenía invitados y estaba encendiendo la barbacoa.

¿Cómo se atreven estos putos rojos a responderme así? ¿O a tener barbacoa? ¿O quizás a comer todos los días? Block, report y aviso a Arroba Policía, hombre ya. Un cordial saludo, eso sí.

Espera un momento. ¿Qué es eso del anexo? Atentos al giro de guión.

Segunda página de la carta

No os lo vais a creer, rojazos. He conminado en hasta tres ocasiones a Rajoy para que entregue las armas y dimita. Aunque esto es otra historia que merece ser contada en un próximo post…

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A ver, ya somos todos mayorinos y sabemos que los fabricantes de hamburguesas quieren vender hamburguesas y que los fabricantes de coches quieren vender coches. Lo que me resulta fascinante es que ya te digan tan descaradamente que te compres la hamburguesa y que no hace falta que te la comas. Que te la puedes insertar en el recto si te place, pero que se la compres a ellos. Porque el que compra su hamburguesa es una persona guay, concienciada y responsable. Es una hamburguesa verde, ecológica y amiga del medio ambiente, claro. Pero que no hace falta que te la comas, de verdad. Basta con que la tengas en el frigorífico, abras de vez en cuando la puerta del mismo, mires tu hamburguesa y sientas que estás «haciendo algo» por el planeta.

¡Qué exagerado eres, Baku!, diréis. JA. Ayer me topé con el anuncio de un coches que dice exactamente lo que os estoy contando. Sólo que no lo dice de una hamburguesa sino de un automóvil de precio a partir de 26.000 boniatos. Vedlo vosotros mismos, que son quince segunditos de nada.

Si no te sientes mejor persona con este carro en el garaje, es que no tienes remedio.

Os juro que fue verlo y pensar que quién sería el genio que ha dado el visto bueno a este disparate. No se me ocurre algo menos ecológico que fabricar un coche para no moverlo. Cuando lo que deberíamos procurar es que esté moviéndose el mayor tiempo posible. Y estamos jodidamente lejos de ello, como bien explica Marcos Martínez en este hilo de Twitter sobre el factor de simultaneidad.

Y es que, aunque te sudara mucho la polla el cambio climático, adquirir y mantener un coche es bastante caro. Así que comprar uno para «mirarlo» no parece una opción muy inteligente desde un punto de vista puramente económico. Pero es que, encima, que tú te compres y utilices un coche tiene un coste oculto para el conjunto de la sociedad del que no eres consciente porque ya se encargan los fabricantes de automóviles de gastar más de 4.000 millones de euros al año, sólo en Europa, para «transmitirte los valores positivos del invento». Y para hacerte creer —no sólo que eres más guapo, más sexy y más sostenible— que eres libre para hacer lo que te pete, cosa que acaba teniendo divertidas consecuencias.

Así las cosas, soy de los que aplaudió muy fuerte la iniciativa Z.A.P., del colectivo Homo Velamine, para acabar con la publicidad de automóviles. Si fue posible hacerlo con el tabaco, no veo por qué no deberíamos soñar lo mismo en este caso. Y me congratulo por lo lejos que ha llegado la cosa mientras yo estaba ocupado estudiando oposiciones y sin pisar por aquí.

¿Qué os parece?

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