Ávila es un paraíso natural para muchas especias migratorias: cigüeñas, vencejos (estos pobres, cada vez menos) y otros animalillos nos visitan regularmente, atraídos por la buena gestión de Ayuntamiento y Diputación. Si los apodiformes son habituales en verano, como dice la poesía, una de las familias de especies cuya presencia es habitual en invierno es el guante, que suele dejarse ver por nuestra ciudad, normalmente en solitario (aunque a veces en algunos parques puedes ver grupos de tres o cuatro), dispersos sobre los bancos y otros elementos de mobiliario urbano, donde suelen nidificar.

El guante es un depredador oportunista, que al principio del día suele verse por el suelo, pero rápidamente se sube a algún lugar desde donde tenga mejor campo de visión. Es individualista, normalmente no lo verás con una pareja idéntica. Como hemos dicho, prefiere el tiempo frío, aunque en veranos ocasionalmente puedes ver también la variedad «patuco», capaz de saltar con desparpajo para eludir la presencia humana.

Normalmente son de las variedades lanares, sobre todo la infantil, aunque con la pandemia proliferaron también los guantes de latex; y ahora con tanta obra están empezando a dejarse ver, alrededor de las zanjas y otros ecosistemas, guantes de trabajo amarillos y otras subespecies de piel dura. Alrededor de los supermercados prolifera una especie invasora y dañina, guantillus fruterus, que acostumbran a formar manadas dentro de los carritos de la compra.

¡Desperta, Ferro Morroñoso!

Justo al lado de la escultura anterior, opus 101 de nuestro catálogo, podemos encontrar esta otra… cosa. «Cimorro-ñoso» representa el muy noble y leal Escudo de Ávila (el rey niño* asomao a lo alto del cimorro** de la catedral) y está realizado ¡en fierro morroñoso! Si se quería buscar un contraste con la marmórea Victoria de Samotracia que tiene al lado, no se podía haber hecho mejor; ya saben que en los restaurantes son dados a eso de confrontar mar/montaña, dulce/salado, umami-umami/papichulo, etc. Se ubica, obviously, a la puerta del complejo hotelero de Los Cuatro Palos.

La figura, realizada con una técnica de calado o celosía o abujereación, es reconocible para los abulenses pero imagino que no tanto para los turistas y opositores que suelen alojarse en este establecimiento. Se ha colocado sobre una peana pizarrosa, como complemento a un pequeño jardín en el que se ha situado con la suficiente protección para que nadie se esnafre contra ella al salir por la noche algo perjudicao de un bodorrio, pues al ser de color de los gatos pardos queda bastante invisibilizada.

Como propuesta para complementar el curioso conjunto que forman la victoria de samotracia y el escudo morroñoso, proponemos a la dirección del hotel que coloquen una reproducción del toro de wall street con un crotal de la denominación de origen Avileña-negra ibérica.

(*) El rey niño que aparece en nuestro escudo es el príncipe Alfonso (de mayor, rey de León, el 7º de su nombre), que la nobleza decidió matricular en un internado de Ávila para alejarlo de su padrastro, Alfonso I de Aragorn; la imagen representa el día que fue a visitarlo a lo que sería el primer Punto de Encuentro Familiar documentado en nuestra ciudad, pues la relación con su esposa (y madre de Alfonsito, la reina Urraca) no pasaba por los mejores momentos***.

(**) Un cimorro o cimborrio es una torre gorda colocada sobre el crucero o el cabecero de una iglesia. El nuestro es a la vez cimorro, ábside y muralla; estamos a ver si ponen unas escaleras mecánicas pa subir, y que pase el carril bici y la red de calor, y ya estaría.

(***) Es una bonita y olvidada parte de nuestra historia: Doña Urraca fue la primera reina europea de pleno derecho, que tuvo que luchar…(amo a ello): contra su (segundo) marido Alfonso, contra Portugal (Ávila llegó a ser portuguesa durante algunos años), contra la nobleza de su reino (que no quería una mujer al mando), contra los almorávides, contra Al Mutasim (rey de Zaragoza, a su vez enemigo de los almorávides y de su marido), contra el obispo Gelmírez de Compostela, que se quería obispoindepecompostelizar, y contra algunas ciudades del reino -como Segovia- que se levantaron contra todos, hartas de tanto mangoneo. Finalmente, hasta su propio hijo, una vez nombrado rey, propagó infundios contra ella, en un proceso de damnatio memoriae que continúa hasta hoy, vean si no lo poco que sabemos de ella -esa vida tan interesante no tiene ni serie en Nesflis****- en comparación con la imagen que tenemos de la usurpadora Isabel***** Monta Tanto de Castilla.

(****) Además, la reina fue acusada de golfa y pecadora y depravada sexual, porque se acostaba con un conde mu resultón; a diferencia de los reyes, que siempre fueron fieles a sus esposas.

(*****) Es triste que en España hoy tengamos Isabeles hasta en la sopa, y que ya nadie ponga el bello nombre de Urraca a sus hijas. En este bló siempre seremos urraquistas (y juanalabeltranejistas).

La Vicky

El arte clásico también tiene cabida en nuestra postmedieval ciudad. Traemos hoy al Á.S.M. una bella muestra, la escultura denominada «Mi gran boda griega». Representa a la diosa griega Niké (patrona de las zapatillas de deportes) y está elaborada a imagen y semejanza de la que trasladaron (guiño, guiño) al Louvre desde la isla de Samotracia, posiblemente esculpida por el gran Pitocrito (pongo link pa que veáis que no me invento ni siquiera lo del gran Pitocrito). La escultura se ubica a la entrada de un famoso hotel y restaurante abulense, según se sale pa Salamanca, y aporta ese toque kitsch tan necesario para los negocios de la BBC*.

Tradicionalmente, los salones de bodas han elegido la mitología griega como fuente de inspiración. Es entendible; en las bodas más famosas del cristianismo sucedió algo lamentable: como los novios tenían poco presupuesto, un invitado transformó agua en vino. Así, por la patilla. Si los creyentes fueran haciendo eso, la hostelería sería insostenible. Bueno, o cobrarían el agua mucho más cara, prohibirían la entrada a los hippies y pondrían terrazas ocupando toa la calle, como los Bee Gees en sus videoclíses.

Los dioses griegos eran mucho más dados a la orgía y a consumir con desenfreno como si no hubiera un mañana. Por eso en los salones de bodas** abunda la decoración grecorromana: columnas con capiteles, estatuas de dioses en pelotas (preferentemente de Venus y Cupido), triglifos, metopas, y toda esa parafernalia. Y esta decoración, que a veces nos puede parecer exagerada u hortera, tiene que ver con la representación (ya se sabe, el teatro griego…) que va a tener lugar en la skena**** que enmarca.

En primer lugar, aparece el hybris (la desmesura del héroe que cree que todo lo puede): organizas la boda invitando a 300 espartanos (u más). Después llega el pathós (el sufrimiento), cuando ves que te han cobrado el doble (si los capiteles son jónicos) o el triple (si son corintios) de su precio. Y acaba con la anagnorisis (cuando el héroe reconoce su error), te das cuenta de que si no hubieras dicho la palabra «boda» (γάμος*****) cada hoplita se habría jartao de lo que hubiera querido, pagando mucho menos y sin que sobre tanta comida.

Que igual es eso, los dioses griegos nos castigan por despilfarrar alimentos en los bodorrios (excepto a mi cuñao, que se termina lo suyo y lo de su sra.); y ya sabemos cómo se las gastan. Es el destino; ανανκη, que decía Eurípides (que sabía leer esas letrujas): una fuerza superior a dioses y a hombres. Y caemos y volvemos a caer como la piedra de Sísifo. Así lo escribió Virgilio, en boca de Lacoonte: «Temed a los griegos cuando ponen barra libre». Qué sablazo no le meterían…

(*) Bodas, bautizos y comuniones, según la Guía del Autoestopista Galáctico; manual donde también se informa de que la respuesta definitiva es 42.

(**) Las Vegas (Nevada) no es más que un montón de salones de boda a cual más hortera, con casinos… y furcias***.

(***) Esto es una referencia literaria, coño.

(****) Skena, así llamaba mi abuela a las espinas del pescao, por cierto.

(*****) «Gamós», de ahí vienen palabras como «poligamia» y similares.

Me naturalizo en una calle aparentemente desierta…

El centenario operístico del ASM nos trae algo especial y único, pues pocas veces una ciudad entera se ha convertido en una obra de arte… en una OBRA. Ávila, ciudad innovadora ande las haiga, se enorgullece de ser la primera en pasar de ser Ciudad Patrimonio a CIUDAD MONUMENTO. Nuestro simpar ayuntamiento ha decidido realizar un homenaje a la literatura española del que formamos parte la ciudad y sus ciudadanos, y para ello ha elegido el divertidísimo libro «Sin noticias de Gurb», de Eduardo Mendoza. En concreto, este fragmento por todos conocido*:

15.00  Camino siguiendo el plano heliográfico ideal que he incorporado a mis circuitos internos al salir de la nave. Me caigo en una zanja abierta por la Compañía Catalana de Gas.
15.02  Me caigo en una zanja abierta por la Compañía Hidroeléctrica de Cataluña.
15.03  Me caigo en una zanja abierta por la Compañía de Aguas de Barcelona.
15.04  Me caigo en una zanja abierta por la Compañía Telefónica Nacional.
15.05  Me caigo en una zanja abierta por la asociación de vecinos de la calle Córcega.
15.06  Decido prescindir del plano heliográfico ideal y caminar mirando dónde piso.

Si es que semos la leche… En Ávila abundan los monumentos literarios y morroñosos (muchos, glosados en este bló); pero este happening literario está siendo el no va más; y confiamos en que el propio Eduardo Mendoza acuda a la inauguración oficial, paseando al azar por nuestras calles, de zanja a zanja y tiro porque me toca. Ni siquiera la Barcelona prenoventaydosiana nos puede superar en zanjas por km2.

El monumento se compone, como no podía ser de otra manera, de un montón de zanjas y perforaciones varias, abiertas por toda la ciudad y barrios del anschluss, para proporcionar a los abulenses una experiencia inmersiva en realidad 360º (jóete, Yim Kuk, sin necesidad de las usar las Vision Bro). Cada zanja dispone de su señalización, su bujero y su monturro de adoquines. En ocasiones hay hasta un cartel explicativo de los motivos, presupuestos y plazos de ejecución que nos permiten disfrutar de cada una de las performances.

El consistorio también va a organizar visitas teatralizadas (¡el Camarada hará de prota!), gincanas y un sinfín de actividades para todos los públicos, que compensarán que la falta de presupuesto ha obligado a eliminar festejos, chocolatadas, kedadas, concursos hípicos y otras diversiones que ahora palidecen ante la majestuosidad de este pifostio. Esta programación participarán los jubilados de la ciudad****, que acompañarán a los visitantes para explicarles el desarrollo del zanjismo. Pueden reservar descargando la app «x@vila», disponible en el Apeles Tor o en el Ávila Market. Es gratis para los que tengamos domiciliao el IBI.

Para la siguiente legislatura se ha elegido el libro «Los últimos días de Pompeya», de Edward Bulwer-Lytton. Avisados estáis.

(*) Para los que no lo hayan leído**, el protagonista es un extraterrestre que, tras llegar a la Tierra, tiene que salir a buscar a su compañero Gurb, que ha comenzado a explorar nuestro planeta*** y no regresa a la nave.

(**) No sé qué leches hacéis leyendo este bló, leed «Sin noticias de Gurb»; o cualquier otra cosa de Eduardo Mendoza.

(***) Tomando la apariencia del terrícola denominado «Marta Sánchez».

(****) Según el INE, en Ávila hay más jubilados que personas.

Son tus huellas el camino, y nada menos.

Los tropezatorios son arte en miniatura a la menor altura posible; pequeños iconos morroñosos colocados en el suelo (vds lo ven vertical ahí en la foto, pero eso es un plano picado pabajo de una losa de la acera) que representan de una manera sutil e idealizada que algún día alguien inauguró algo relacionado con alguna cosa. Están dispersos por el centro de Ávila, y los hay de todo tipo. Les animamos a que los recorran todos, aunque es posible que algunos hayan quedado ocultos bajo las terrazas de los bares; y últimamente, tras las vallas de las obras que perforan la ciudad como los gusanos de Arrakis.

Algo peregrino

Los tropezatorios atraen tanto turismo como los centros de interpretación, o más, fijársus lo que os digo; especialmente, los del Camino de Santiago (ramal «Ruta del Bacalao», que al parecer es el que pasa por Ávila). Las multitudes de peregrinos que, saliendo desde Valencia o Murcia, recorren esta variante jacobea del camino, forman aglomeraciones que colapsan el centro de la ciudad; llegando a superar en algunas ocasiones el tráfico del carril-bici.

También tenemos losas sefaraditas

Aparte de las conchas (de su madre), hay otras placas que informan de otras particularidades de nuestra ciudad que la mayoría de los visitantes desconocen. No se preocupen, la mayoría de los abulenses también las desconocíamos. Es lo que tienen estos bajorrelieves; los ponen con buena intención pero con escaso conocimiento.

Ávila podría estar plagada de placas de éstas, pero con cosas verdaderamente útiles para el visitante; por ejemplo, informando de las tapas tradicionales de los bares. Pueden ser actuales pero también pretéritas: «Frente a esta placa se ubicaba Casa Patas: callos, morro y oreja eran sus especialidades», «Gloria a las Patatas Revolconas del Bar Germán» o «Aquí estuvo el bar Piquío, y en ocasiones servían aperitivos de ancas* de rana».

Otra posibilidad sería indicar sucesos y efemérides de nuestra rica historia, como por ejemplo: «Aquí se le cayó encima un león a un estudiante guiri por hacer el tolili, colgándose de las cadenas que unían estas esculturas» o «Aquí se quedaba la concejal más joven, aguantando toa la misa, sujetando la bandera de Ávila, por la bronca entre el obispo y el alcalde, al estilo «Don Camilo y Peppone», el día de la patrona».

Se admiten otras propuestas, seguro que lo que se les ocurra es mejor que lo que hay ahora.

(*) Ya sabemos que ahora está prohibido, pero los boomers comíamos cualquier cosa con tal de dejar a los millenials una mierda de planeta.

WTF?

Uno de los dos lectores de este bló, @GBuenadicha, nos ha enviado unas fotos de un extraño elemento artístico ubicado en la plaza de San Nicolás (la de «El Emiliano», si sois de Ávila). Lo único que es evidente es que parece ser una pieza tallada en nuestro Granito™ del Güeno. La pieza es antigua, a juzgar por el desgaste, y está colocada sobre una peana o zócalo bajo del mismo material.

La impresión inicial es que se trata de la peana de una cruz votiva postmedieval, como la que existe en la misma plaza a pocos metros, y como otras cienes que hay en nuestra ciudad y barrios del anschluss. Se habría quedado como el zócalo de la plaza homónima de México, que lo pusieron para monumentar algo conmemorativo de algo, pero algo pasó y nunca se puso la estatua. O puede que -más probable- la cruz se hubiera caído o deteriorado por falta de mantenimiento (pasa mucho, en Ávila).

Pero como pueden ver vds, la peana tiene, además del orificio central donde se insertaría el poste vertical*, dos hendiduras laterales (hay otra similar por el lado que no se ve de la foto), y pequeñas marcas en la parte superior, que hacen pensar que el pedrusco pudiera haber formado parte de una estructura más compleja que una simple cruz.

El susodicho Buenadicha sugiere que tal vez formase parte de una noria (elevadora de agua, no de parque de atracciones) como las ubicadas en las proximidades de esta plaza; una de ellas ha sido restaurada con un resultado discutible (guiño, guiño); pero esta hipótesis tampoco nos termina de convencer, y más proviniendo de un adorador de la Peña del Sol. Además, la erosión del chisme es uniforme por todas sus caras; apoyando que haya sido siempre una «base independiente», esto es, no tallada para ser parte de un edificio o estar encajada con otras piedras, salvo algo (pequeño) en las dos muescas laterales.

El misterio, por tanto, nos acecha. ¿Estamos ante un Oopart? Una posibilidad, como siempre, es que represente un pokémon; podría ser un Crustle pero le faltarían las patitas en la base. ¿Qué peanizaba esta peana? ¿Lo sabremos alguna vez? Esperamos sus respuestas, si es que tienen alguna hipótesis.

(*) Ese poste se llamaría, según algunos, stipe, aunque hay quien defiende que ese es el cantante de REM y que los romanos nunca llamaron stipes ni patibulum a los maderos de las cruces.

Kit para exposiciones marca ACME

Aunque nuestra ciudad envejece*, en Ávila el arte cada vez es más moderno y menos morroñoso. La ingeniosa obra que hoy traemos ante vds, Sueñan los androides con ovajas eléctricas, es una performance constructivista. Se ubica en el Paseo del Rastro, al lado sur de la muralla, y se compone de un rebaño de cajones, vigilados por pastores androides con ponchos morados.

El resto del mobiliario urbano (bancos, papeleras) se ha mantenido, para dar sensación de cotidianeidad mecánica; y únicamente se han eliminado las figuras humanas habituales de la zona: la pareja de jubilados de guardia del banco de la izquierda, y el niño de siete años que trepa por las piedras del fondo, ese que provoca la angustia de los viandantes ¡se mata! y -a la vez- la indiferencia de sus padres, porque están hartos de decirle Miguelito no te subas tan arriba que te vas a esnafrar como el otro día y luego vienes llorando**.

Cada 15 minutos, los cajones-oveja se ponen a corretear por el suelo (el efecto es un poco como ver al Equipaje de Dosflores***, ciertamente), balando e interactuando entre sí, para detenerse nuevamente en una ubicación distinta, con lo que cada vez que contemples la obra podrás decir que estás teniendo una visión única y efímera de la misma, como yo cuando salgo a la calle y me encuentro que han vuelto a abrir otro bujero, esta vez para meter los tubos de la güifi-esmarciti o para reparar la red de procedimiento administrativo común.

Por la noche se dispone un cerramiento de vallas teleras alrededor de las ovejas, como es costumbre en el gremio.

(*) En el sentido literal, porque -obvio- el tiempo pasa para todos, incluyendo esta milenaria ciudad; y en el sentido demográfico, porque dada la longevidad del abulense medio y teniendo en cuenta que los jóvenes se van a estudiar o currar a otras demarcaciones, nuestra pirámide de población va teniendo forma de capullo de crisantemo.

(**) Estos personajes son más típicos que las yemas de Ávila, pero todavía no los hemos puesto en valor.

(***) ¿Es que no sabéis que en este pueblo es verdadera devoción lo que hay por Pratchett?

Crómlech de Hacendado

En Ávila disponemos de un monumento megalítico postmedieval, dispuesto artísticamente en círculo alrededor de una fuente que tiene nombre, pero no sé si es Fuente Nueva, Fuente de las Hervencias o Fuente de la Nava*. El monumento tiene un círculo exterior de cerca de 30 bonitos hitos de granito, y uno interior de ocho o diez bancos de piedra poliedra. En la foto saco solo medio círculo porque mi móvil no tiene gran angular, y -sobre todo- porque había una señora paseando a su perro en el otro lado y no era plan de perjudicarla.

Al igual que sucede con el Stonehenge original, todavía no se conoce a ciencia cierta la finalidad de esta construcción. ¿Se trata de un primitivo observatorio astronómico? ¿Tenía alguna finalidad religiosa? ¿Forma parte de la Herencia Recibida? Preguntas sin respuesta. En cualquier caso, mientras yo meditaba sobre esto, el perrito de la señora tuvo a bien -por fin- hacer sus necesidades en el mismo borde del círculo.

Los materiales empleados, sin ser yo experto, son de procedencia diversa (los tamaños, texturas y hasta el tipo de granito son diferentes); probablemente se hayan reciclado de nuestro rico patrimonio pedruscal. La disposición de los mismos, separados entre sí tres o cuatro pasos, es aparentemente caótica y no muestra signos de alinearse con los solsticios ni con los armisticios, pero no descarto que la haya. De hecho, el perro anteriormente citado tuvo a bien soltar su carga justo en el lugar que marcaría la dirección Oeste, cerca del camino principal que, como la Avenida de las Esfinges, comunica el cromlech con el mundo de los vivos (o de los jubilados, que estamos en Ávila).

No he sido capaz de verificar si en este lugar se hacen rituales al comienzo del verano, como en Stonehenge o en Midsommar. Por si acaso, el obispado de Ávila, siempre pendiente de sus feligreses, ha querido compensar las perniciosas influencias de este pagano lugar construyendo una iglesia (es la más reciente y menos postmedieval de todas las que hay en Ávila) justo al lado de este centro de energía telúrica, cósmica y domótica.

(*) En el Gúguel Maps, la rotonda de al lado tiene esta última denominación, pero a mí no me suena ninguna fuente de la Nava** en Ávila. En Navarredonda de Gredos sí que hay una, alrededor de ella se desarrolla la Feria Mayor de Ganado de Santiago (que no se celebra el día de Santiago sino el siguiente, el de Santa Ana).

(**) Según la RAE, nava es voz prerromana que también existe en euskera (naba), y que se refiere a un terreno sin árboles, llano y encharcable (lo que cuadra ferpectamente con «la Nava» de Navarredonda y con mis simpatías por el Athletic).

¿a quién no le va a gustar…?

El Á.S.M. tiene de todo, y los monumentos que hoy traemos ante sus fauces son pequeñas muestras de cómo se reciclaba de verdaz en la antigüedad, no como ahora que lo tiramos todo a contenedores de colorines. Sepan vuesas mercedes que la muralla de Ávila está llena de piedras que antes de ser muralla fueron otra cosa: verracos, estelas, lápidas… De hecho, las piedras talladas de la foto proceden de un cementerio romano; y mil años después de servir como receptáculo para depositar las cenizas de algún ex-romano, fueron reutilizadas como another brick in the wall. Y otros mil años después, ahí siguen.

Estos curiosos pedruscos se colocaban horizontalmente (claro, si no se caen las cenizas) y con tapa (los romanos lo llamaban tuppermortis en latín vulgar); el pequeño redondelillo con surco servía para echarle al difunto una dosis de algún fluido para aromatizar el receptáculo y revitalizar el cutis, evitando que el ancestro en cuestión se dedicase a maldecir la fertilidad del pater familias o provocar la bajada del Ibex-35 mediante la intercesión de Nona, Décima y Morta. De esta manera, el espíritu podía pasear por los campos, acariciando las espigas de trigo mecidas por el viento y escuchando a Hans Zimmer.

Otra muestra de reciclaje postfunerario en Ávila tuvo lugar con el cementerio musulmán; que en este caso se convirtió en una urba de pisos y adosados con piscina comunitaria y pista de pádel. Pero esa es otra historia.

Teniendo en cuenta estos lapsos milenarios entre uso y uso, recuerdo a los lectores que a la vieja estación de autobuses (que en época postmedieval albergó el campo de fútbol del Real Ávila) todavía le quedan más de 900 para que sea reconvertida en otra cosa; probablemente se ubique ahí el futuro Centro de Interpretación de la España Vaciada.

A quién no le va a gustar una herencia recibida del siglo I…

El Ávila Street Museum está más callejero que nunca, con otra muestra de arte provisional NPNM (No Postmedieval, No Morroñoso). Se ubica (temporalmente) en la Plaza de Santa Ana, y se compone de un tocón de cedro, un monturro de losas de Granito del Güeno, una escarbación rellena de cemento y un Diagrama de Venn realizado con vallas amarillas y azules; amén de otros achiperres provisionales. El engendro se denomina «Herencia Recibida», vocablo que la Inteligencia Artificial ha generado para referirse a un nuevo estado mental, a mitad de camino entre el nirvana y los Cerros de Úbeda.

Aunque parezca mentira, dentro de este pequeño perímetro (inferior a 0’004 Bernabéus* de superficie), se han producido dos eventos cuasicatastróficos, separados entre sí por 9 semanas y media, que han afectado a nuestra peripatética ciudad: la caída de un gran cedro y un reventón con inundación; ambos, afortunadamente, sin víctimas. Bueno, el cedrito (pobrecito) ha fallecido; si bien su caída provocó momentos de tensión, pues es una calle muy transitada (a ver, no es el cruce de Shibuya, pero por ahí pasa gente al cabo del día) y era un ejemplar tan grande que se temía pudiera haber atrapado a alguien.

Lo del cedro fue cosa de la borrasca Ciarán, que Eolo envió contra nuestra ciudad, como si fuéramos la flota de Eneas, doblegando a este gran árbol. El otro incidente, el reventón, expulsó al exterior varios concursos hípicos** de agua, provocando que, por unos minutos, fuera posible celebrar el Campeonato de Descenso de Aguas Bravas, en el recorrido Plaza de Santa Ana – Paseo de la Estación – Hornos Caleros – Parque de San Antonio. Al menos, la avería tuvo a bien manifestarse explosivamente, lo que permitió detectarla***.

¿Es posible que la caída del desarraigado cedro provocase el desplazamiento del subsuelo y la consiguiente avería de la tubería? ¡¡¡NO!!! Aquí somos más de preferir la serendipia como motor de cambio, y no descartamos que en otro par de meses, en ese mismo lugar, impacte un meteorito o aparezca el alcalde inaugurando un tramo extra del carril-bici (sin aparcabicis).

Vamos a lo que importa, y que da lugar a este monumento artístico. Hemos de declarar y declaramos que, puesto que tanto el árbol como las tuberías existían previamente a la toma de posesión de la actual corporación municipal, por la presente, ésta queda EXONERADA de toda responsabilidad; es la gracia de la Herencia Recibida; a la que puedes invocar como al conjuro Expecto patronum o como a los fondos europeos Next Fustigation, esos que te permiten arreglar dos veces seguidas la misma calle, que tengo a mi amigo C. (que vive allí) fumando en pipa.

(*) En el Á.S.M. expresamos las medidas oficiales según el SMPF (Sistema Métrico Periodístico Fumbolero) en vigor.

(**) Adaptación local del SMPF. Medida de capacidad equivalente a 60 charcas raneras.

(***) No como en el garaje de mi bloque, que de repente apareció una humedad en la pared y la empresa de aguas negó repetidamente que fuera cosa suya (eran filtraciones de la calle, a pesar de que llevaba dos meses sin llover). Cuando la humedad se fue convirtiendo primero en un goteo y luego en un chorreo de agua limpia ya se decidieron a picar, viendo que ¡oh, fatalidad! sí era cosa suya. De hecho, sepan vuesas mercedes que cuando en periodo de sequía se hace eso de cortar el agua varias horas, uno de los motivos es reducir las pérdidas por filtraciones, que en algunas ciudades (y no quiero mirar a ninguna en concreto) pueden suponer más del 30% del consumo. Es un dato que «se sabe» (se puede estimar, cosa más difícil es localizar las pérdidas), pero por lo que sea no suele publicarse.