Emperador

Continuamos para bingo con la serie Ávila Street Museum. La obra de esta semana está ubicada en la Travesía Dolores de Palacio, una especie de Callejón Diagón, desconocido para los muggles, que comunica las calles López Núñez y Tomás Luis de Victoria; ubicación acertada para una de las obras más mágicas de nuestro catálogo. Se trata de la estatua en terracota transparente del Emperador de Xian, cedida por el Gobierno Chino.

Cuando el Ayuntamiento de Ávila propuso el hermanamiento entre nuestra muralla y la de China, enviando como gesto de buena voluntad una caja de yemas y un chuletón envasado al vacío, recibió como respuesta esta delicada escultura del periodo Ping -t. En ella se muestra a Kung Pao, emperador de Xian, vestido con armadura de combate, y es una de las pocas esculturas de terracota transparente que se conservan. El envío incluía instrucciones de las autoridades chinas para su montaje: «Arte artesanal postmedieval para decorativo. Tú nivela bien colocado evita caída. Pedestal no incluido.»

En el consistorio hubo unanimidad en considerar que la propuesta había sido un éxito, y todos alabaron la transparencia y belleza de la pieza. Claro, que también hubo unanimidad cuando les presentaron la maqueta del Edificio de Moneo, pero esa es otra historia. O puede que la misma. A la hora de ubicar la escultura, no sin varias deliberaciones y descartar una rotonda recién perpetrada, se eligió este lugar, bajo techo y más protegido de las inmisericordes heladas abulenses. Desde su pedestal (realizado en el mismo granito de la muralla, para subrayar el hermanamiento), el Emperador nos devuelve la mirada, mimetizado con el gotelesco fondo.

 

Adolfo

Como tantas otras en nuestra ciudad, Transición Atropellada es una obra postmedieval difícil de datar. Y también de ubicar, se puede decir que está en la Calle Don Gerónimo o en la Plaza de Adolfo Suárez, y ambas direcciones son correctas. Si miras un plano antiguo, busca la Calle del Generalísimo. Y no deja de ser curioso, porque si le preguntas por cualquiera de estas tres direcciones a  un abulense, es bastante posible que no las identifique. Hay que preguntarnos por la Calle los Curtidos o la Plaza Elbancospaña. Oño, quesverdá…

Originalmente, esta obra se iba a llamar «Crash Test Dummy», pero hubo problemas por los derechos de autor; sin embargo, cumple sobradamente su función: ya ha sido atropellada DOS VECES (y está en una zona peatonal). Esto sin contar el 23-F. También hubo que repararla recientemente porque se movía, pero no en plan C3PO (lo que hubiera sido very awesome), sino como el mango de las sartenes. ¿El motivo? Los turistas tienden a apoyarse en ella para hacerse selfies, dándole palmaditas en la chepa, como si fuera un cuñao abstemio en una celebración.

La escultura está realizada en hojalata corten, resistente a la corrupción atmosférica. La placa de la base, del mismo material, sirve para que le gente se agache a ver qué pone*. 

 

* Pone «La concordia fue posible». No queremos lesiones cervicales.

Receta de albóndigas

No hay dos sin tres, y aquí va otra entrada de Ávila Street Museum. El pétreo elemento de hoy también se encuentra a caballo entre la Calle San Segundo y el Paseo de Emilio Rodríguez Almeida, como «Las trébedes de Loki», ya descritas en la entrada 2.
Descubierta durante las obras de construcción del helipuerto hospitalario, la obra no tiene un título como tal, se trata de una inscripción en piedra, que sin duda formó parte de un conjunto. Lo verdaderamente trascendental es que se trata de la primera receta de albóndigas jamás documentada (como podéis comprobar en la línea inferior). Esto nos confirma que en la época postmedieval las albóndigas ya formaban parte de la dieta castellana, y que existía interés por fijar un cánon albondigal correcto.
El texto comienza con la plegaria latina «Favor denle like y suscríbanse». Por desgracia, el resto de losas se han perdido, y no nos permiten discernir si ya echaban ajo picao y huevo como aglutinante, o si por el contrario, se empleaban otras especias. Probablemente bajo el suelo de nuestra ciudad reposa escondido el resto de páginas de este pétreo libro, y quién sabe si también el de la receta de las croquetas.

Capuchinos

Nos vemos obligados a interrumpir la serie de obras prevista en esta sección, ya que varios de nuestros seguidores nos han trasladado su interés por esta obra recién incorporada al Ávila Street Museum. Parece ser que estas esculturas postmedievales han aparecido en las obras de escarbación de la piscina cubierta. Los expertos consultados no se ponen de acuerdo, pero con las dataciones del carbono 14 parece ganar fuerza la teoría de que forma parte de un homenaje a Los Beatles.

Las dos figuras caminantes podrían hacer referencia a la canción A Hard Day’s Night (en español, La Madrugá), y la figura solitaria representaría a Lucy, de la canción Lucy in the sky with diamonds (versionada aquí como «Al cielo con ella»). Aunque según otros expertos, podría tratarse de una obra de Yoko Ono, que se habría autorretratado vestida de samurai armada con naginata, llevando a un mini-John Lennon de la mano. La otra figura sería Paul, lo que configuraría una bella escena de kiri-sute gomen.

Como todas las rotondas de Ávila ya tienen su chimbolo*, el consistorio se ha visto obligado a colocarlas provisionalmente en un cruce triangular, el de las calles Cristo de la Luz con San Joaquín; orientadas de tal manera que te salgan en el encuadre unos contenedores de basura, sí o sí.

 

* El tema del horror vacui rotondii será oportunamente tratado en esta sección.

Trébedes de Loki

Como segundo elemento de esta serie «Ávila Street Museum» hemos querido elegir esta obra denominada «Las trébedes de Loki», quizá porque suele pasar desapercibida para los turistas, que, ávidos de chuletón, no se detienen a contemplar las pequeñas maravillas que esconde nuestra ciudad.

Todo en esta obra es misterioso. Para empezar, se ubica en el Paseo de Emilio Rodríguez Almeida, que si lo buscáis en Maps, no lo encontraréis; es como lo del andén 9 y 3/4. Tenéis que ir a la Calle de San Segundo y, una vez allí, atravesar con decisión la barrera invisible que separa la acera del jardincillo pegado a la muralla, frente a la droguería Perdiguero (donde compro el alcohol isopropílico, por cierto). Mágicamente, os encontraréis en el paseo dedicado a este insigne historiador.

La obra fue encontrada durante las obras de demolición de la Iglesia de Santo Domingo; concretamente, en la furgoneta del contratista. Se cree que es una copia postmedieval de un original griego de Praxíteles, y combina la mitología nórdica con el refranero castellano.  Por un lado, Loki es el dios de las trampas, que cambia de forma a voluntad; y por otro, sobre las trébedes existe una antigua maldición castellana : «Las vas a pasar más putas que el que se tragó las trébedes». Así pues, esta obra representaría unas extrañas trébedes; tramposas y difíciles de tragar, salvo para Loki.

 

Arranca con esta entrada una serie llamada «Ávila Street Museum», que Halón Disparado dedica a las ghrandes joyas artísticas que se encuentran dispersas por nuestra ciudad, para deleite de ciudadanos y turistas.

La figura de hoy es una bella escultura postmedieval llamada «La factura de la luz», y se ubica en la Plaza del Teniente Arévalo (o Plaza del Dioce Chico). La talla se atribuye al insigne imaginero hawaiano Herbert Maunakea (o quizá, a algún mecánico de su taller); data del siglo XVI, y muestra un anciano ensimismado que sostiene en la mano una factura, sin duda exorbitante, de su compañía eléctrica. Con la mirada perdida, el protagonista parece buscar la inspiración que le ilumine, o tal vez se está acordando de la regulación eléctrica, eso queda a la elección del espectador. Está realizada en una aleación de cobre con más cobre.

 

La factura de la luz