Exta sís, exta nos, Teresiano, Sanjuanista, Lagarto, Spock

La Mystic University (también conocida como CITeS* o «yo quiero fumar lo mismo») es el edificio más feo de Ávila y parte de la cristiandad. Más que el de Moneo, que ya es decir. Le salva que está casi en el campo. Bueno, no le salva, vas por ese barrio y dices «quechécho podió», Por fuera tiene forma de gallinero**; por dentro parece que estás en la nave Enterprise con el capitán Spock y todo. Es el típico ejemplo que en la maqueta queda como pa decirle al arquitecto «rompedor, único, crack, monstruo, máquina» y en realidad es un engendro verde. Y hay un loro. Pica si le arrimas el dedo.

No me voy a meter con la gente que va a ese sitio, pero allí pasan cosas raras. Funciona como una especie de hotel de convenciones, pero las convenciones no son nada convencionales. Tan pronto ves llegar una grey de jóvenes seminaristas preconciliares con sus trolleys, como aparece un taxis y se bajan tres monjes budistas hablando en latín con una carmelita. Es el tipo de sitio en el que te dicen que en el próximo evento participan el obispo de Soria, Yoko Ono, Bertín Osborne, Alí Hoseiní Jamenei y Rappel y te lo crees.

Vista frontolateral del lado sumergible

Esta cosa está en las afueras de Ávila, más allá del monasterio de la Encarnación, en la ladera que queda enfrente del lado norte de la muralla (pero como a media milla de la misma, afortunadamente). Hasta no hace mucho hubo una explotación vacuna operativa justo al ladito mismo de este sitio. El adifisio tiene un recinto ajardinado curioso*** alrededor, en el que viven varios gatos a cual más arisco (pero sin llegar al extremo de las gatas del Camarada).

(*) CITeS stands for Centro Internacional Teresiano Sanjuanista. Lo cual me parece mal; o pones «santateresiano-sanjuanista» o «teresiano-juanista». Egalité, coño. Por si esto lo lee alguien que no es de Ávila, se refiere a Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, ambos abulenses y místicos y escritóricos.

(**) Pero del gallinero ese que vas ampliando con una caseta de aperos, luego añades una cija para las ovejas, después llega el Koala y te canta «Opá, yo viazé un corrá», y luego tiras una pared y subes el techo por ese lado para que quepa el tractor…

(***) La parte frontal está muy cuidada, según vas alejándote de la puerta principal la cosa va decayendo, y en la parte del fondo sólo les falta poner unos somieres viejos para el cerramiento.

Palacio Caprotti para los amigos

El Palacio Caprotti es uno de los Edificios Singulares Abulenses más postmedievales. Sin embargo, como pasa con los estadios deportivos, ha cambiado de nombre merced a su actual patrocinador, la marca Honda; por lo que emplearemos la denominación oficial de Palacio de Súper-Honda. A continuación les mostramos el objeto en cuestión, la Honda Super 125.

Disponible hasta fin de existencias en los sótanos del palacio

El palacio de Super Honda tiene la particularidad de que se caía a cachos, como el resto de la ciudad antes de la llegada de Mein Chusma. Y aquí intervino el señor Cabritto, de profesión pintor. De cuadros, no le pidan presupuesto pa quitar el gotelé. Cansado de que le hicieran chanzas con el apellido, Guido Caprotti salió de Italia cuando la Gran Guerra, y recorría España buscando inspiración para sus cuadros. Durante el trayecto entre Madrid y Valladolid, el tren tuvo que detenerse en Ávila durante una semana* a causa de una copiosa nevada; lo que obligó al insigne caballero a quedarse inmovilizado en nuestra acogedora ciudad. Por las cosas del síndrome de Estocolmo, quedó prendada de ella hasta el punto de comprar el palacio y reformarlo para quedarse a pasar frío.

A la muerte del pintor, el palacio quedó convertido en un museo visitable donde se puede contemplar, aparte del propio edificio, que tiene su gracia (ya no se cae a cachos), algunas obras del propio Cabronni, junto con otras que fue adquiriendo de otros artistas, que ya se sabe que entre bomberos no se pisan la manguera. Otra actividad importantísmia de este palacio es que allí se coloca la urna para los sorteos de las campañas del comercio local.

(*) Fue hace mucho, pero los trenes de Ávila siguen maomeno asín; lo de RENFE y nosotros es una relación de esas que cantaban los Pimpinela.

Avila tiene tren, pero no tiene tranvía

Nuevamente, mi simpar perspicacia me ha permitido descubrir un monumento que, según reza el cartelillo, llevaba escondido a la vista de todos casi 12 años. El chirimbolo cuya foto les he plantificao ut supra es un monolito de granito pequeñito que en su día conmemoró el centésimo quincuagésimo aniversario de la llegada (de las vías) del tren a Ávila. El chisme se ubica a la puerta de la estación de ferrocarril (innominada) de nuestra ciudad que, al tener paredes del mismo material pedregoso, deja al monumento algo invisibilizado.

El monumento, visto desde el google maps

Lamento informar con tanto retraso de este monumental homenaje, pero creo que es lo que últimamente se merece este medio de transporte, antaño puntual, veloz y frecuente. Al menos tenemos estación, dirán algunos. Tras un par de patadas a la hemeroteca, he encontrado el reflejo de la inauguración del pedrusco; el 13 de octubre de 2013, siendo entoavía alcalde Don Miguel Ángel García Grandson.

Cito las palabras del munícipe por antonomasia: «Esta placa  nos recuerda lo que fuimos para que no se nos olvide lo que queremos ser». Se ve que ese día se levantó grandilocuente. Supongo que se refería a que la placa no la ves ni aunque te tropieces con ella.

Nada te turbe, nada te espante.

Ávila, ciudad moderna ande las haiga, se vanagloria de tener un Centro de Interpretación de Schrödinger. El centro está, pero no está, en el Paseo del Rastro, al final del jardín del mismo nombre, o al principio si vds. vienen por el otro lado. El Centro -como la caja del científico- tiene gato encerrado: está abierto (según las webs de turismo local: Ayuntamiento, JCyL, etc) y cerrado a la vez (según la prensa local y la realidad fenomenológica).

Hace un par de años apareció una noticia en la que se decía que el centro iba a abrir tras una inyección presupuestaria y un convenio con una entidad (también mística), pero el caso es que el centro sigue cerrado; supongo que el dinero (15.000 €) está pero no está, se gastó pero no se gastó.

El edificio en cuestión es pequeño y tiene pocas cosas dentro, la gracia de su entrada (si consigues entrar) es que, al no haber distracciones, te puedes fijar en ti mismo y preguntarte si vives sin vivir en ti, y en que la satisfacción del corazón no se halla en la posesión de las cosas, sino en la desnudez de todas y pobreza de espíritu*.

El Centro es tan místico que si no vas con una visita guiada no te enteras de nada, y si es guiada, depende. Las opiniones de los visitantes así lo demuestran; para unos ha sido una visita fascinante; para otros, una estafa, pagar por ver un museo vacío. Y es que en el Centro de la Mística, el gato de Schrödinger eres tú.

Quizá la idea que subyace a la nueva situación es que es ni siquiera entres al centro, no se puede ser más ascético. Que tú mismo pienses en que los apetitos son como unos hijuelos inquietos y de mal contento, que siempre andan pidiendo a su madre uno y otro y nunca se contentan. Y como el enfermo de calentura, que no se halla bien hasta que se le quita la fiebre, y cada rato le crece la sed.

(*) Estas cosas que cito son de la Tere y de San Juan de la +, no me las invento.

El monstruo de la última pantalla somos todos…

Mucho antes de que se perpetrase el Adefesio de Moneo, en Ávila ya estábamos construyendo mamotretos*. Hoy les presentamos el Castillo de Bowser, una especie de palacete que trataba de parecer postmedieval aunque finalmente se quedó a mitad de camino entre el «estilo Paradores» y el kitsch de algunos asadores o restaurantes de BBCs (antes de la moda de las columnas corintias). Por dentro trata de ser funcional, y por eso está lleno de funcionarios de Hacienda.

El edificio da mucho juego

El castillo, desde tiempos inmemoriales, forma parte de las pesadillas de muchos abulenses (especialmente, autónomos y otras gentes de mal vivir); y ha sido recreado en varios videojuegos de éxito por el sencillo procedimiento de cambiar las zonas comunes por piscinas de lava ardiente, y los inspectores de Hacienda por el personaje conocido como Bowser:

¡No has presentado la trimestral!

El Castillo está rodeado de otras construcciones que sí que son del XVI, y por la parte de atrás (al sur) su jardincillo linda con las murallas de Ávila. Desconocemos lo que inspiró esta manera de construir, con almenas, torres y ventanas de estilo Yoquesé Tardío**. Es posible que no se quisiera hacer un edificio moderno, pero tampoco algo que imitase a nuestros palacios «de verdad». También es posible que el arquitecto -autónomo- pensase que la Agencia Tributaria no se merecía un edificio bonito. A diferencia del antiguo edificio del Bancospaña (actual delegación de Hacienda), al menos hay que reconocer que no se quiso hacer algo tan ostentóreo.

Ni que viviera ahí Perrochanche…

La cosa encajó en nuestro recinto amurallado igual que el Palacio de Carlos V en La Alhambra, con calzador. Sin embargo, la orientación matiza bastante el impacto, ya que la portada no mira hacia la Plaza de Corral de las Campanas, donde «competiría» con el Palacio Caprotti y el Torreón de los Guzmanes, sino a la calle Madre Soledad (que, como su nombre indica, suele ser muy solitaria). Esto es, el casoplón queda a la izquierda según Gúguel mira en esta foto, pero trasconejao.

San Juan de la Cruz está triste, eso sí

(*) Un mamotreto es alguien criado por su abuela, según los griegos.

(**) No soy capaz de definir el estilo, pero se percibe claramente que es de su etapa tardía. Podríamos decir que el estilo es algo como un románico pasado por una peluquería de éstas que están de moda ahora.

El origen de este singular adifisio se sitúa en la década de los años 50 del siglo XX para alojar la Delegación Provincial de Sindigatos. En el centro de esta imagen que ya empleó Supermon para hablar del Acueducto de Ávila se puede apreciar el adifisio recién construido en 1957 en todo su esplendor.

La plaza de Santa Ana antes de ser un plaza. El adifisio de sindigatos en el centro.

El nombre original puede resultar engañoso: Delegación Provincial de Sindigatos. En realidad, tras el triunfo de los sublevados contra la II República, todos los sindigatos de clase son ilegalizados y todos los trabajadores y empresarios deben afiliarse a la Organización Sindigal Española, también conocida como Sindigato Vertical. Este nombre también resulta engañoso, ya que podría evocarnos gatos en actitud erguida, cual suricatas, cuando en realidad este Sindigato Vertical tenía más bien este aspecto.

Ein Volk, Ein Reich, Ein Katze!

En la actualidad el adifisio permanece prácticamente igual que cuando se construyó. Se le sigue denominando popularmente el adifisio de sindigatos. Lo cual también resulta engañoso, dado que el 60% del mismo está ocupado por la patronal y no por organizaciones sindigales. Y sigue siendo una ruina energética porque la misma patronal que lo ocupa se opone sistemáticamente a gastar un euro en mejorarlo.

Banda sonora recomendada

Lamentablemente, continuamos con la serie “Edificios Singulares Abulenses” con una nueva entrada, ya lo siento. Hoy nos visita el edificio conocido como “El Palacio de los Buitre” (o de La Duquesa de V).  Mucho más bonito que el anterior, andevaparar, este casoplón postmedieval recibe su nombre por un hecho recurrente en la política abulense: en época de elecciones siempre aparece algún buitre sobrevolando el edificio. Hay veces que hasta charlan entre ellos. Ojo, que a veces me invento cosas, pero esa escena es arsolutamente lo que pasa alrededor del palacio.

Ay duquesa, ay duquesa…

El palacio se encuentra dentro de la muralla, cerca de otros de similar pelaje como el Palacio de los Verdugos (y antigua sede del gremio, como en Ankh-Morpork) o el Palacio del Marqués Que Sufraga (porque “sufragó” al ayuntamiento para apropiarse de la plaza adyacente, que era terreno público).

El palacio (la parte principal) data del XVI, pero se encuentra en permanente reconstrucción/ampliación, como la Mansión Winchester; si bien en este caso la tarea se parece más a la de Sísifo, puesto que el supuesto objetivo de las obras (aparte de sanear y poner enchufes con los dos agujeros) es convertirlo en El Museo del Prado 2.0 sin que por parte de aquella institución (El Prado 1.0) nadie haya oído jamás hablar de esta iniciativa. Pero aquí seguimos los abulenses construyendo, como los curris en Fraggle Rock.

La última habitante de rancio abolengo de este edificio fue la Duquesa de V, una señora con una vida la mar de animada y que llegó a ir a la cárcel por protestar contra Franco… a favor del Príncipe Don Juan de Borbón, noblesse oblige. Tras separarse amistosamente de su marido (sin papeles, que el divorcio era ilegal) y emparentar con un playboy, convirtió su mansión en la más bohemia, farandulera y lgtb de la ciudad (lo tenía fácil, estando en Ávila; pero hay que reconocerle su mérito). Doña Luisa, también marquesa de Cartago y vizcondesa de Aliatar*, que no tuvo descendencia, además del palacio tenía una colección de arte respetable; y legó sus bienes al Estado, aunque nunca esperaría que realmente el destinatario fuese un estado catatónico.

(*) La única explicación que tengo para estos títulos creados en el XIX (Cartago, Aliatar) es que no querían repetir nombre con alguno preexistente, y para tardar menos y no tener que mirar el Gotha, se los inventaron en plan rebranding/brainstorming/twerking nobiliario, como los nombres de los pokemon nuevos.

Fumando espero…

El edificio de la TabaCalera fue construido en los años 70 en la -entonces- Avda del 18 de Julio, a las -entonces- afueras de la ciudad por una -entonces- entidad financiera. En su momento fue rompedor, el primer edificio de apartamentos de Ávila, nuestro “Dakota” o “998 Fifth”, con su reconocible estructura escalonada de terrazas y ventanales con vistas al Ambles Valley y a la Shoemaker Sierra.

No es que sea feo del todo, pero le pierden los detalles

Fue tan innovador que resultó un desastre. Nadie quería un apartamento de soltero por un coste no tan inferior al de un piso de 3 ó 4 habitaciones, el necesario para albergar la familia tradicional de aquellos tradicionales años. Así que la promotora se lo comió con patatas, recompró los escasos apartamentos con bicho, y transformó el edificio en un centro de trabajo, por el sencillo procedimiento de tirar los tabiques y poner allí a las mesas más viejas de las oficinas con el señor que hubiera sentao al lado.

En aquellas dependencias se realizaba eso que ahora llaman “backoffice” y anteriormente, “papeleo”. Allí iban destinando a los empleados que no tenían espelde* para el desempeño comercial cara al público. Esta selección de personal, lo monótono de las tareas y la falta de control propiciaron que aquello pareciese el bar de la Estación de Autobuses a las 4 de la mañana, con Chavela Vargas de camarera. El consumo de tabaco (y otras sustancias) para pasar el rato se incrementó**, y de ahí el sobrenombre de “La Tabacalera” con el que se conocía al edificio, con el tiempo apocopado en “La Calera”.

Cuando se prohibió fumar en los centros de trabajo, los empleados de La Tabacalera deambulábamos, digo deambulaban como zombis, sin saber qué hacer para matar el mono***; lo que provocó una serie de catastróficas desdichas que dinamitaron la estabilidad económica de la entidad. Ésta terminó (des)integrada en otra, y el edificio quedó abandonado. Lo notaron, sobre todo, los bares de alrededor****.

Como dato curioso para los amantes de la naturaleza, añadiremos que palomas, tórtolas e incluso cernícalos (falco tinnunculus) solían anidar en las jardineras del edificio. A través de los ventanales, los polluelos contemplaban extrañados a los empleados en su quehacer diario (leer el Marca y jugar al buscaminas). Los citados ventanales, por otra parte, eran de chichinabo, y en verano te asabas y en invierno te quedabas helao. Los cernícalos emigraban.

Nos indican por el pinganillo que el edificio ha sido adquirido por una entidad educativa, casualmente propietaria de otro de los E.S.A.s que próximamente aparecerá en nuestras pantallas, el antiguo Colegio de Huérfanos de la Web de Renfe.


(*) Espelde: aptitud y actitud para hacer bien las cosas.

(**) Y la ludopatía. El empleado tipo de la TabaCalera se gastaba medio sueldo en lotería y en comprar artilugios y productos gourmet a cualquier charlatán.

(***) True fact: En Informática se imprimían (poco a poco se fue sustituyendo por emails) un montón de listados «imprescindibles» para el buen funcionamiento de la entidad. Se fueron dejando de generar poco a poco y nunca nadie los echó en falta.

(****) El paso de cebra alomado que se encuentra maomeno a esa altura fue de los primeros construidos en Ávila; los empleados lo solicitaron ante el elevado número de atropellos que sufrían al cruzar los cuatro carriles de la avenida a los bares de enfrente y vuelta.

Comenzamos hoy una nueva serie histérico-artística que complementa el ASM (Ávila Street Museum) y el ARM (Ávila Road Museum). La hemos bautizado “Yo soy E.S.A.”, por las siglas de Edificio Singular Abulense. En ella mostraremos todas esas construcciones que, por una razón o por otra (casi siempre, por otra), a pesar de formar parte de nuestro entrañable patrimoño, tienden a pasar desapercibidas para el turista habitual, que suele fijarse más en las murallas, las iglesias y el tuk-tuk, pero que guardan las esencias de la abulensidad.

«Yo soy ESA», a pesar del astronáutico nombre, es una sección nos ha sido sugerida por nuestro fiel seguidor Eu, que se fija en todo; y ya nos ha propuesto varios Edificios Singulares; nos ha jodido, como es gratis… Si le cobrásemos por cada propuesta, ya sus digo yo que se lo pensaría más.

Antes de comenzar con la nueva sección, hemos de advertir que el Adefesio de Moneo queda “hors catégorie”; y no aparecerá en esta sección. El MaMoneo* incumple la condición de pasar desapercibido, porque nos consta que el turista habitual sufre el síndrome de Stendhal  AL REVÉS** cuando llega a nuestra jran plaza y se topa con él. Por cierto, una pareja de Murcia se puso a preguntar a mi señora que qué era eso, y al enterarse del autor se solidarizaron con nosotros, ya que en la plaza mayor de su ciudad les han hecho una jugarreta parecida (el suyo por lo menos es raro).

Bueno, vamos a comenzar con la sección propiamente picha. Como ya habrán adivinado por el título de este post, el primer ESA elegido no es otro que la Extinción de Autobuses, un edificio construido en los años 70 para dar servicio a este medio de transporte. Por alguna extraña razón, el moderno edificio, con su torreta redonda de chapa no morroñosa y sus escaleras mecánicas (las primeras que yo utilicé, no sin cierto temor por la novedá), consiguió tener pinta de viejo bastante antes de lo previsto (sobre todo por el interior).

La Extinción

Como curiosidad, el solar en el que se construyó es el del antiguo campo de fúmbol (el nuevo pasará por el bló). La Extinción constaba de una zona inferior para las dársenas y encima un vestíbulo con las taquillas, un bar y algunos comercios que, en su momento, funcionaron aceptablemente. Y albergaba las oficinas de algunos departamentos ministeriales, luego juntiles, también relacionadas con la teletransportación.

Cuando se planificó un nuevo intercambiador busístico cerca de la estación de RENFE, se valoró aprovechar la antigua (o su superficie) para pegar un pelotazo urbanístico-comercial; pero esto se fue al garete con el pinchazo de la burbuja del ladrillo y la subsiguiente crisis. La Extinción de Autobuses se convirtió en una incómoda patata caliente que unas administraciones se pasaban a otras. Poco a poco, la patata se ha ido enfriando, el edificio se deteriora y se convierte en una desoladora ruina que sólo valdría para rodar remakes de Mad Max o Battle Royale.

Periódicamente aparecen en la prensa noticias sobre el acoso y derribo de la Extinción, pero nunca llegan a nada. Sin más que añadir (quicir, que no sea de mal gusto), esperamos verlos por nuestras páginas durante este 2025 que recién comenzó, en el cual aceptaremos encantados propuestas de todo tipo. Ah, y también aceptamos propuestas para escribir esto del blog.

(*) Además, el Mamoneo ya fue tratado en el Ávila Street Museum, en la subcategoría HH “Hengendros Hododosos”

(**) El síndrome de Lahdnets, aquí hay otro tema a explotar, Camarada.