¿Cómo? ¿Una entrada perteneciente simultáneamente al Ávila Street Museum y al Ávila Road Museum? ¿Y escrita por el Camarada en lugar de Supermon? ¿Qué fantasía es esta? Pues ya lo ven. Esta obra es tan peculiar que no tenía claro en cuál de los dos categorías debería estar incluida. Así que va en las dos y ya decidan ustedes dónde les cuadra mejor.

Pero pasemos sin más dilación a contemplar este palimpsesto viario de indudable belleza. Como ya sabrán —y si no lo sabían, ahora ya sí—, el ayuntamiento abulense mantiene desde hace meses un frenesí de obra pública de flipar. Las obras se amontonan, se superponen y acaban hasta dándose de codazos. En su afán por modernizar la ciudad, nuestro consistorio parece haber decidido que Ávila tiene que ser una especie de Tokyo castellanoviejuno y ha rendido este sentido homenaje al segundo paso de peatones más famoso del mundo*: el cruce de Shibuya.

A ver si hay huevos a cruzar…

Como puede observarse, los sucesivos pintados y borrados de pasos de peatones han alumbrado esta jungla de rayas que provoca que el cerebro te haga muaré, pantallazo azul y no sepas adonde ibas ni para qué. Cualquier parecido con la idílica imagen que muestra Google Maps en pura coincidencia.

Esta es la pinta que debería tener pero no.

Sólo cabe recomendarles precaución si se animan a visionar la obra en directo. Buenos días.

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*Si pongo que es el primero, Supermon me capa, que seguro que para él es ese que aparece en una portada de los Beatles que ha dado para locas teorías de la conspiración.

Leemos con regocijo que los coches sin etiqueta medioambiental ya no pueden circular por el interior de la M-30. Pero resulta curioso el muy distinto tratamiento que han dado los medios a la noticia ahora y cómo lo hacían hace once años. Vean el titular que recogimos entonces y que recuperamos en Halón Clásico. Qué chorprecha, ¿verdad?

¡Qué chorprecha!
Me voy a hartar de poner esta captura

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Hace un rato leía en Twitter una conversación de Undívaga sobre teletrabajo, ahorro energético y costes de desplazamiento. Y me he puesto a echar unas cuentas rápidas para aquellos que piensan que moverse en vehículo privado es barato comparado con el transporte público. Ojo, que estos cálculos son con mi coche: pequeño, relativamente barato —comprado de segunda mano— e híbrido. Como híbrido, aparte de la ventaja de poder entrar —de momento— en las zonas de bajas emisiones y pagar menos en zonas de aparcamiento regulado, el seguro es bastante barato. De hecho me cuesta menos que el de mi anterior coche, un utilitario diesel de la mitad de potencia y precio. Y gasta poco combustible.

En los once meses que hace que lo tengo los costes han sido los siguientes:

  • Combustible: 1160,87€
  • Seguro: 175,26€
  • Mantenimiento: 254,62€
    Incluye una revisión periódica, un antiniebla cascado por un chinazo, una ITV y una escobilla de limpia.
  • Compra: 1386,92€
    Aquí se incluyen los gastos iniciales de transferencia e impuesto de transmisiones patrimoniales y la amortización mensual teniendo en cuenta que «debería» durar diez años.

A falta del impuesto municipal, que será poca cosa, el coste total del coche en once meses ha sido 2977,67€. Que traducido a mensual serían 270,70€ al mes. Unos 24 céntimos por kilómetro recorrido.

Para llevar el registro de todos estos datos utilizo una app llamada Fuelio. También la tenéis disponible para iPhone.

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Primero ponemos lo que nos salga de los huevos en el titular. Cuanto más escandaloso, y más daño haga a la imagen de nuestro muñeco de paja favorito, mejor. Luego ya lo explicaremos en la noticia, si eso…

Captura de Autopista.es

Claro, así no extrañan los comentarios de los lectores que sólo saber leer en negrita.

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