Pobre López

La placa o lápida que hoy traemos al Á.S.M. se encuentra en la Plaza del Mercado Chico (antiguamente, de la Victoria) bajo los soportales de su lado oriental (maomeno encima del restaurante japonés). Conmemora que Eduardo López Salcedo nació allí y murió dirigiendo a sus tropas en los alrededores de Melilla, en el convulso año de 1909, siendo el primer oficial que fallecía en aquella guerra; otro protomártir abulense. Recordemos que un obispo de Ávila fue el primer condenado a muerte por hereje en todo el cristianismo, y que el primer cristiano ejecutado en Japón por predicar su fe también era de nuestra provincia).

La placa, como todas las de este estilo, hace hincapié en lo de «dar la vida por la patria»; si bien eso de la patria es discutible, sí que parece claro que el teniente López Salcedo fue coherente con sus ideales. Los combates en los que perdió su vida se inciarion por acudir a repeler un ataque de los rifeños a trabajadores que construían un ferrocarril. El teniente dirigía a sus soldados en un ataque a una posición enemiga, sin esconderse en la retaguardia, siendo por ello uno de los primeros en caer ante las balas. El joven oficial se acababa de casar hacía menos de un mes.

Este hecho dio comienzo a la Guerra de Melilla, un conflicto contra los levantiscos rifeños (bereberes que no aceptaban la autoridad de los sultanes marroquíes, como para mostrarse sumisos ante colonizadores europeos), que continuó con el Desastre del Baranco del Lobo y requirió el envío de grandes refuerzos para ser sofocado. Las protestas contra los llamamientos a filas, unidas a la conflictividad laboral, provocaron la Semana Trágica de Barcelona y una grave crisis de gobierno en España.

La causa de esta guerra hay que buscarla en nuestros vecinos ingleses y franceses, que en aquella época pugnaban por repartirse África. Se celebraron varias conferencias y tratados con otros países expansionistas que deseaban sacar tajada del expolio del continente, trazando fronteras de influencia para cada una de las potencias. España ya ni pinchaba ni cortaba, pero cuando Francia reclamó -entre otros- el territorio marroquí, Inglaterra se lo concedió pero impuso una salvedad, temeroso de que su rival controlase el estrecho de Gibraltar por el otro lado: ese cachito debería ser para España. Era un regalo envenenado; el Rif era llamado «el país del desgobierno» por los antepasados de Mojamé 6.

Políticos y militares españoles abrazaron esta posibilidad de reverdecer laureles (tras un siglo XIX en el que nos había ido como el culo), y se lanzaron a la conquista, con escasos medios y organización penosa, para desgracia de Eduardo. El conflicto se enquistó y todavía se puso peor, con la horrible matanza de Annual en 1921. Un error de cálculo de los rifeños, que atacaron posiciones francesas, fue el principio del fin de su rebelión. El apoyo de este país y el envío de más (y mejor equipadas) tropas desde la península permitió sofocar esta revuelta que había empezado con la muerte de nuestro paisano.

Sé que muchos os quejáis de la desafección que hay en este país con nuestras fuerzas armadas, pero la realidad es que desde la francesada nuestro jlorioso ejército lleva dos siglos en los que prácticamente sólo se ha empleado contra nosotros mismos: en muchas guerras civiles (las de independencia o las carlistas lo eran) y apoyando pronunciamientos y golpes de estado cuando al «espadón» de turno no le gustaba el gobierno.

Además, en este blog siempre hemos sido pragmáticos en eso de dar la vida por una causa, sobre todo cuando la causa realmente es de otros. Ya lo dijo Terry Pratchett…

«Tiempos interesantes»
¿Carril teletransporte?

Ávila es una caja de sorpresas, y prueba de ello es el monumento que traemos hoy a nuestro museo callejero. Los amantes de Star Trek están de enhorabuena, pues en la placilla innominada* que hay al lado de la Biblioteca y del Episcopio se encuentra ¡el Teleportador!, el artilugio que permitía trasladarse en un pispás desde la nave Enterprise a los distintos planetas y asteroides en los que se desarrollaba la conocida serie de ciencia ficticia. Además, es un chirimbolo de hormigón estructurado, simple y austero, el harte que nos gusta a los abulenses; ya está bien de tanto fierro morroñoso.

Prueba de la avanzada y minimalista tecnología de la NCC-1701 es que el teletransportador no muestra botones, pantallas o enchufes, ni ningún otro primitivo dipositivo de entrada/salida a los que estamos acostumbrados, ni siquiera una toma de auriculares (ahí iguala al iPhone 7). Probablemente un avanzado sistema tecnológico (que nosotros seríamos incapaces de distinguir de la magia) sea el que transmite las señales necesarias para su funcionamiento y configuración (siempre que el electrodoméstico esté en buen uso y se hayan respetado las indicaciones del fabricante).

El monumento es tan real que yo mismo he probado a ponerme debajo y gritar «Willy, teletranspórtame a la nave Euclid», pero mis deseos de viajar al L2 por la patilla han sido infructuosos. Que luego lo pienso y menos mal, porque en la nave esa no hay sitio pa sentarse, ni bar, ni siquiera tienen aseo. Euclid es como un «hueso de santo» gigante (ahora que estamos en temporada) con placas solares y antenas.

Una posibilidad que explicaría la inoperatividad del artefacto es que las pilas no vengan incluidas. O que falte algún requisito técnico-administrativo; ya nos pasó con las escaleras mecánicas y la piscina cubierta. Yo me inclino por pensar que será inaugurada, cuando convenga, por el Sr. Alcalde. O igual manda a Budiño a que pruebe primero, y termina de alcalde en Simancas.

No obstante, en el suelo de gravilla arremoliná que hay debajo del teletransportador he visto alguna colilla, y eso demuestra que (a) alguien ha fumao y (b) que hay una posibilidad de que su dueño fuese realmente transportado a otro lugar, e incluso a otro universo, dejando allí caída una efímera prueba de su paso. Titotatín tatín…

Enlace al mapa

(*) Siendo como es nuestro Excmo. Ayuntamiento, es muy extraño que esta plaza ferpectamente perimetrada** no haya sido dedicada a algún abulense de pro; más cuando en su lugar se han preferido nominar espacios de complicado deslinde como el Jardín del Padre Liquete o el Paseo Rodríguez Almeida, amén de numerosas rotondas con nombre de tipo «interacción fuerte»; esto es, inauguradas con pompa y circunstancia, su nombre pierde fuerza cuando te alejas del núcleo rotondil y ni siquiera salen en el gúguel maps, como las rotondas de Medinaceli, Las Vacas, Von Hunefeld, Brasero de la Dehesa, Enfermeras y otras tantas.

(**) Bueno, es que hasta igual tiene nombre puesto y me he perdido la inauguración o no he encontrado el cartelillo. Es que si me apuras pueden ponerse varios nombres distintos, además de a la plaza central, a la calle que va hacia la Plaza de la Catedral (entre Correos y Telefónica), al callejón que lo comunica con la Calle Tostado, y a los sucesivos poligonillos que forma tan irregular espacio por detrás de la biblioteca. Claro, que no me extrañaría que algunos lo tengan reservado para sí, como los huecos del panteón de El Escorial.

No agarres así la sierra o te quedarás como Luke Skywalker, pequeño padawan

«Bricomanía Mal» es un relieve metálico semimorroñoso ubicado en la fachada de la Iglesia de San José Obrero, en la zona sur de nuestra ciudad, cocretamente en la Calle de La Rioja (precisamente, la foto me la manda el Camarada, que es muy aficionado al rioja). Se compone de una figura que porta un serrucho largo (two-man crosscut saw, en inglés), y otra con martillo de acero (stalin molotok, en ruso). Y la clave está en el serrucho…

La figura, como hemos dicho, preside la entrada de esta moderna iglesia, una de las postpostpostmedievales de nuestra ciudad. Y esto tiene que ver con una apropiación cultural, la del 1º de Mayo. Ese día (desde hace más de un siglo) se conmemora el Día Internacional del Trabajo*, prohibido en España ná más aterrizar el caudillo, como Khaleesi, a lomos de su dragon rapide; pero reconvertido nuevamente, en los años 50, en el día del patrón de los obreros («patrón» referido a San José Artesano, no al propietario de los medios de producción) por una iglesia que trataba de acercarse a su proletaria grey**. Esta asunción de un festivo preexistente permitió a los curritos celebrar otra vez el 1º de mayo de modo «legal» (el día del currante estaba acumulado al 18 de julio, día del Jlorioso Calzamiento).

En este periodo, además, las ciudades crecían y se expandían, absorbiendo mano de obra del campo, y se edificaban barrios enteros. Cuando esto tenía cierta planificación, estos barrios solían incluir servicios, como escuelas, parques u -obvio- iglesias. En estos templos se cumple una pauta arquitectónica: a más prespupuesto, más horrorosas. La inspiración de algunos arquitectos dio lugar a verdaderos engendros. Claro, como teníamos un nuevo festivo, era lógico que muchas de estas nuevas iglesias fuesen consagradas a San José Obrero, que además combinaba bastante con los nuevos barrios proletarios de viviendas sociales (las casas baratas***).

La nuestra es bastante modesta, como también lo es la imagen alusiva al santo. Aquí entramos en el terreno de la hipótesis. ¿Alguien ha visto alguna vez agarrar así un serrucho de esos? Evidentemente, NO; te dejarías la mano en el intento. Por ello, mi teoría loca echando patrás el tiempo (como en ese libro de A. Perreteverte, La Tabla de Flanders, en el que se rebobina la partida) es que en algún boceto inicial, además del martillo, asomaba por allí otra herramienta más asible, por ejemplo, una hoz (campesinado y clase obrera unidos, yatúsabeh). Aquello sería convenientemente censurado «¡que pongan otras cosa!» y se pasó a colocar cualquier cosa carpinteril, un serrucho, así de cualquier manera. Taaan de cualquier manera que desde este bló desaconsejamos fervientemente agarrarlo así. En cualquier caso, la obra obrera queda así despojada de toda índole reivindicativa y se convierte en una tierna escena de Bricomanía; de haberse realizado en la actualidad no dudo que hubiera sido algo similar a esto:

Pues se parecía al San José de las imágenes…

Volvamos al presente. Legalizado de nuevo el primero de mayo en la transición como festejo muy y mucho obrero, ahora en este día se desempolvan las pancartas de los sindicatos para hacer una procesión laica cantando rogativas reivindicativas con rima****. Pero aquí en el barrio. ese 1-M. la mocedad se dedica a celebrar la Verbena del Sanjo. Eso sí, pasando tanto de San José como de Karl Marx. Los nuevos ídolos son el botellón y el reguetón. O tempora, o mores.

Enlace al mapa

(*) Conmemora la revuelta de Haymarket, el 1 de mayo de 1886.

(**) No tiene que ver con la «Anatomía de». Grey es una arcaica forma de designar un rebaño o una comunidad de fieles, so millenials.

(***) El franquismo era una dictadura orgullosamente facha pero nada neolibeggal, más bien al contrario: ni el libre mercado ni las privatizaciones formaban parte de su ideología autárquica y paternalista, por más que BOCS se arrime ahora a ese carro. De hecho, muchos servicios y productos tenían precios intervenidos. Pero no inventaron la vivienda social, eso de tratar -con mayor o menor éxito- de construir pisos asequibles y de poner topes a las subidas del precio del alquiler ya estaba legislado antes de Ada Colau y de Franco (la «Ley de Casas Baratas» es de 1911). Pero la especulación urbanística como paradigma constructivo es anterior y posterior y mucho más poderosa.

(****) Por alguna extraña razón, los lemas sindicalistas que se corean en estas manifas deben tener rima, al menos, asonante.

…eres la camarera de mi amor, sí señor

Después de nuestra excursión por el carril-bici, volvemos al arte figurativo. Camarera Morroñosa es una escultura situada en el interior de un espacio exterior de un conocido local de restauración de Ávila, en la (ya mencionada en este bló) Calle de la Muerte y la Vida o de La Cruz Vieja. La camarera atiende a los comensales que desean tomarse algo en este agradable y postmedieval lugar, adosado también a las murallas por el lado de dentro; aunque eso de cuál es el lado de dentro o de fuera de un recinto situado en un plano nos lo podría discutir cualquier experto en topología o en tocapelotología euclídea.

Como suele suceder, aunque haga funciones de maitre, la camarera tiene un contrato de auxiliar de camarero, y trabaja a jornada completa. Quizá por eso se ha declarado en huelga y se limita a mirar con desdén a cuantos entramos en el local, teniendo que esperar a ser atendidos por otro camarero o por los gorriones que revolotean entre las mesas para ver si cazan los restos del aperitivo del cliente anterior. Yo ya he ido varias veces preguntando por una reserva, y lo más que he conseguido ha sido un silencio administrativo.

Creo que la camarera se llama Elvira, o algo así me han informado. El comité de designaciones y metonimias del Á.S.M. ha dudado sobre si procedía su inclusión es este insigne museo, y tras una serie de deliberaciones, se ha llegado al acuerdo de aceptarla como parte del proceso de expansión del museo a nuevas salas; ya que está en un espacio al aire libre y saluda a los paseantes que transitan por la citada calle peatonal (sobre todo a los que entran a tomarse una caña y un pincho de oreja).

Ávila Street Museum al cuadrado.

Estimados todos: En el hispano día de hoy llega ante ustedes la octava maravilla del mundo, el sancta sanctórum, el sursum corda, el in dubio pro reo… y así seguiríamos hasta el fin de los tiempos, cuando el universo se disperse a su máxima entropía con todas las estrellas apagadas por falta de mantenimiento. He aquí (redoble de tambores) El nuevo ¡¡¡ CARRIIIIIIL BICI !!! La sublimación del Ávila Street Museum.

Europa entera nos debería estar agradecida a los abulenses y avileñas, pues sin duda este carril bici va a eliminar casi todo el CO2 de la atmósfera, va a regenerar la capa de ozono y Greta Thunberg tendrá que apuntarse a masterchef pa tener algo que hacer. Tendrían que volver a rodar El Mago de Oz cambiando el camino de baldosas amarillas por nuestro carril bici, fijársus lo que os digo.

A ver, que me vengo arriba y no termino de explicar este monumento. Los que no conozcáis nuestra ciudad estaréis pensando que exagero, que vaya chorrada, que hasta en mi pueblo hay un carril bici o una vía verde o un sendero luminoso. Pero no es como el nuestro, no. El carril bici de Ávila es algo digno de ver, aunque no vayan por él las bicis. Bueno, es que no van. Ni puta falta que hace. NO ESTA HECHO PARA MANCILLARLO CON VUESTRAS MONTAINBÁIS DEL DÉCALON, COÑOYA.

El carril bici sorprende a los peatones, putea a los conductores, y no es útil si vas en bici (puedes chocar con alguno de los dos colectivos anteriores o incluso esnafrarte en soledad). Su trazado no responde a ninguna lógica; en su mayoría discurre paralelo a una avenida con cuatro carriles y vías de servicio por la que normalmente convivían sin dificultad vehículos de dos, cuatro y más ruedas*. Lo que se ha hecho es como una yinkana o un escaperrún conceptuales. ESTO SÍ QUE ES ARTE URBANO Y NO LA MIERDA DE LOS GRAFITIS.

Si the Ghost of Chusmas Yet To Come pudiera venir a visitarnos, nos diría, como a Mr. Scrooge, que hemos sido unos ingratos criticando e infrautilizando esta marabiya que discurre por nuestras calles, zigzagueando, ora por las aceras, ora por la calzada. A veces tiene base propia y está asfaltado en rojo, pero otras va indicado con un simple brochazo sobre el material preexistente, impresionista e impresionante a la vez. En ocasiones va delimitado con chirimbolos a los lados; y hay sitios en los aparece y desaparece como un Guadiana ciclable. También parece que ha fastidiando la salida de sus aparcamientos a unos vecinos, la gente protesta por cualquier cosa. A tiempo estamos de enmendar.

Mi humilde contribución a este portento (aparte de las fotos, al final) no puede ser otra que dedicarle un soneto (son gratis, si alguien quiere que le perpetre otro, y bien se ve que no uso IA):

No tendremos subsedes de museos
pero sí carril verde sostenible.
Llegó Chus, la concordia fue posible:
“pago yo, con los fondos europeos”.

Para hacer realidad estos deseos
concibió un laberinto inconcebible
que atraviesa, tozudo e impasible
por aceras, rotondas y paseos.

Desde San Nicolás a Las Hervencias
critican el carril y su trazado
políticos de todas las tendencias.

Mejor que hubieran antes preguntado
al gremio del pedal sus preferencias:
ningún ciclista ves pasar montado.

(*) Excepto a mi hermano, que un coche le atropelló en la prolongación de esa calle, yendo él con la bici, siendo los dos únicos vehículos que en esos momentos circulaban por allí; y sin dar positivo por alcohol ninguno de los implicados (bueno, mi hermano tenía el hematocrito por encima de 50, dice que por causas naturales).

Vamos con la documentación gráfica, hoy al final.

Me como la acera y cuento 20
Había sitio, pero mejor fastidiar el carril de la derecha haciendo una chicane
¡Jefe! ¿Y ahora? Tú tira palante con el bote pintura
Bifurcación
Primera usuaria del carril
La pared de piedra que está detrás es en honor a Gertrudis Piedra

El monumental y morroñoso letrero denominado «Una plaza es una plaza es una plaza» se encuentra en la entrada sur del Mercado de Abastos (o Plaza Cerrá como decíamos antes), un edificio dedicado a albergar puestos de mercado que antaño conoció mejores tiempos y que varias veces (estamos en la enésima reforma) se ha tratado de rehabilitar (de las drogas, supongo), según se cita en un cartel. Los locales tenemos poca confianza.

El título de la obra hace referencia al aforismo de Gertrude Stein («Una rosa es una rosa es una rosa») que aquí conocimos por una canción de Mecano, pero una escasez puntual de fierro morroñoso provocó el cambio. Y la pinta que tiene es que la canción de Mecano con la que finalmente tendrá cierto paralelismo será «Maquillaje». Hay quien dice que a rose by any other name would smell as sweet, que el nombre no importa, y lo cierto es que este mercado no se consigue ser un mercado ni poniéndolo en letras gordas en un letrero. El edificio sigue sin convencerse de que lo es; por más lavados de cara que se le den.

Mientras que en otras ciudades estos «mercados centrales», que se ubicaban muchas veces en edificios modernistas de lo más chulo (como fue éste), han recuperado su valor, a veces manteniendo su uso, incluyendo otras veces (o reconvertidos en) lugares de ocio, tapeo y cerveceo, nuestra Plaza Cerrá ha ido decayendo paulatinamente desde los años 80. Con la apertura de supermercados y el cambio de hábitos se fueron cerrando puestos de venta y últimamente quedaban pocos en funcionamiento. Se ha invertido mucho dinero en reformar el edificio, mejorar su accesibilidad y demás, pero es complicado atraer vendedores y clientes desde (casi) cero.

Además, en las fotos muy antiguas (1920) el «Mercado cubierto» lucía más bonito con sus arcos metálicos; poco a poco fue perdiendo la jermosura, a la vez que el centro (el interior de la muralla) perdía habitantes en favor de los nuevos barrios. Yo creo que esto tiene poco arreglo; espero equivocarme. Quicir, como siempre hago en este bló, pero esta vez para bien. Ni notas al pie con asterisquillos voy a poner.

Ni un Larreta sin su errata

En el 2008, ya con la crisis del ladrillo cogiendo velocidad, había que hacer un homenaje a un escritor exconocido, Enrique Larreta, argentino pero vinculado a nuestra ciudad. Probablemente esto tuvo que ser algo más imponente, de fierro morroñoso y con rotonda alrededor, pero el estallido de la burbuja descartó esos excesos y nos tuvimos que conformar con un soneto del insigne escritor grabado en una sencilla placa de granito. No hubo dinero ni para rectificar la errata del último verso. La placa se ubica, como no podía ser de otra manera, en la calle de la Vida y la Muerte (o de la criz vieja), que ya ha aparecido varias veces en estas páginas y también en este soneto de don Enrique.

¿Por qué este argentino escribió no sólo un soneto, sino su obra más famosa (La gloria de Don Ramiro), ambientada en Ávila? Pues esto tiene que ver con la fluctuante historia de aquel país, que a pesar de tener poco más de dos siglos, ha dado muchas vueltas. Al principio, cuando los españoles de allí guerrearon por su independencia con los españoles de aquí, renegaron de todo lo español de aquí para poder definirse como argentinos aquí y allí. Llegó un periodo de exaltación de los pueblos prehispanos, y hasta llegaron a adoptar modas gabachas por distinguirse de nosotros. Manda huevos.

Pero según avanzaba el siglo XIX sucedieron varias cosas. A diferencia de otros países americanos, que conservan muchos rasgos culturales anteriores a la conquista, en Argentina -como en EEUU*- todo lo nativo fue barrido para ganar terrenos para el ganado. No tenían mucho de lo que sentirse orgullosos. Luego, la llegada de inmigrantes de una Europa empobrecida (especialmente italianos, pero había de todo) comenzó a crear una amalgama cultural que transformó hasta el idioma, que evolucionó -especialmente en los barrios obreros y marginales- hasta conformar cosas como el ininteligible lunfardo, que es la base de lo que hablan ahora; o de esa manera de lanzar improperios, DENME MAYÚSCULAS MÁS GRANDES, que en Argentina ha alcanzado cotas jloriosas.

Pero, como reacción. los argentinos cultos y de clase alta pronto buscaron crear una identidad refugio, algo propio a lo que agarrarse y considerar plenamente argentino. Y aquí se acordaron de que eran españoles de allí. Entonces se lanzaron a una pirueta mental que no deja de tener su gracia: decidieron que ¡ellosh eran muy españolesh y mucho españolesh! Y no sólo eso: eran los españoles que lo habían hecho bien, echando a los borbones y proclamando una república próspera (entonces lo era, algo de razón tenían). Y -junto con otros países de allí- dedicieron que iban a escribir la mejor literatura en castellano; de ese movimiento sale gente como Rubén Darío ¡¡¡que también vivió en un pueblecito de Ávila!!! (Navalsauz).

El momento fue tal que así

En esta búsqueda modernista de raíces donde aparece el señor Larreta. Agarra la pluma, se pone a escribir y decide ambientar su mejor obra en el momento cumbre de la historia argentina: ÁVILA POSTMEDIEVAL. Efectivamente, en el siglo XVI, Ávila no sólo muestra todas las esencias de Esp-p-paña, sino que además es próspera y tiene gente interesante y que escribe defrutamadre. Es lo que pudo ser y no fue; pasado ese momento todo se va al garete en España, y en Ávila todavía más abajo del garete. La gloria de Don Ramiro** es un tostón que pueden leer por la curiosidad de ver cómo un argentino de hace cien años veía a la Ávila de hace quinientos (ojo, que el joío se documenta, y lo del ambiente lo logra). Hubo hasta un intento de hacer una ópera con el argumento, pero no cuajó. No nos quedaba más narices que hacerle un homenaje; pobre hombre.

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(*) En las guerras de independencia norteamericana, muchas tribus indias lucharon con los británicos; no iban desencaminados en pensar que en eso de proclamar libertad y derechos humanos, los nativos no iban en el lote. En Argentina el episiodio es menos conocido (no rodaron películas ignominias como «La conquista del Oeste») pero igual de masacrante.

(**) Don Ramiro es tan abulense que vive y mora en el Torreón de los Guzmanes, sede actual de la Diputación Provincial de la Provincia; conformándose en antepasado literario de Chusma o Topamí.

Huy, pues igual lo has rozao, ahora me bajo a ver

Excepcionalmente, hoy traemos ante vds. una muestra de arte conceptual efímero NPNM (No Postmedieval, No Morroñoso), algo a lo que los abulenses somos muy poco dados. Esta moderna escultura/happening se encuentra en la Calle de La Dama (ojo, porque en Ávila hay otra Calle de Las Damas, no se confundan; ésta es la que está por detrás del Archivo Militar, dentro de la muralla). Se compone de un gran hito de granito sobre cama de adoquines deconstruidos con topping de cono-baliza à la VLC.

Hay que reconocer que Dale, dale, que lo libras* es –per se– sumamente expresiva; si bien la función artística no termina de completarse; ya que no se ha querido despojar los elementos de su contexto; por ejemplo, colocándolo en una sala del antiguo palacio de exposiciones de la caja de ahorros (actualmente, Fundación Loli) o en el Centro de Interpretación del Misticismo (actualmente, ná). Aunque esto nos habría llevado a un situacionismo quizás forzado, quizás, quizás, quizás… No sabemos lo que opinaría Marcel Duchamp de este engendro. Y no hay manera de preguntarle. Ajo y agua.

El autor refleja con soltura naíf el atolondramiento y la precipitación con los que nuestra sociedad se desarrolla; un espaciotiempo dentro del cual unos y otros colisionamos, como hadrones despendolaos en el acelerador de partículas de la vida. Es verlo, y podemos oír el sonido de un impacto no elástico y desgarrador. Hay quien ha querido ver analogías con «El grito», de Munch; hay quien no, claro. Y estos últimos son más, todo hay que decirlo. En cualquier caso, esto es arte, y el que dijere lo contrario, miente.

Finalmente, la pieza ha sido galardonada por la «Fundación Destrozar Barreras» con el premio «Ahí les has dado» a los valores humanos. El jurado de este premio (diez o doce gafapastas culturetas, by the way) quiso resaltar la claridad con la que esta obra nos hace evocar escenas de nuestra vida pretérita al volante: saliendo del parking del after hours o del lovers’ lane con pocas luces y mucho alcohol. El único voto discrepante fue el de Juan Manuel de Parda, que calificó la obra como «una mierda woke-choque».

(*) Se propuso un título alternativo: «Cuidao con la marcha atrás, Nicolás», pero coincide con la última campaña del Ministerio de Sanidad para la prevención de embarazos no deseados.

Escultor, si esculpes con amooor…

La escultura en relieve que traemos hoy al Ávila Street Museum es especial, porque está en la pared del Museo de Ávila. Por lo que el Street Museum muestra al Museum desde la Street. Hay dos relieves iguales; uno está sobre la puerta principal del edificio, y el otro en una entrada de la parte posterior, que es el que mostramos.

El Museo de Ávila* ocupa lo que fue el Palacio de los Deanes, un casoplón postmedieval de los más bonitos de la ciudad, con fermoso claustro y bucólico jardincillo incluidos. El cargo de Deán viene a ser como el vice-obispo; el segundo que más manda en la catedral (que está cerca). Tenía que ser un buen cargo y con pingües beneficios, no hay más que ver la sede. El cargo como tal creo que sigue existiendo, pero el palacio hace mucho tiempo que pasó a usos civiles.

Bueno, vamos con la pieza de hoy. El relieve muestra a dos angelitos (esto lo sé porque tienen alas y Batman no estaba inventao) sujetando lo que supongo es el escudo del Cabildo de Ávila, con los atributos propios de estas cosas. En la diestra tiene un castillete parecido al escudo de Ávila; el cimorro de la catedral, donde nuestra jran e injustamente denostada Doña Urraca** -primera reina europea de pleno derecho- utilizó uno de los primeros puntos de encuentro familiar del que haya noticia: desde allí mostró a su hijo Alfonsito para que el padrastro (y exmarido de facto de la reina, Alfonso de Aragón) pudiera comprobar su estado y seguir pasando la pensión; procelosos e interesantes tiempos en los que Ávila cambió de manos varias veces e incluso llegó a ser durante unos años parte de la separatista corona portuguesa. A lo mejor mi iberismo viene de aquella época…

Seguimos con el escudo en relieve. En diagonal, está cruzado por una cruz larga, que también puede ser bandera y bastón (la iglesa era muy de rogar a Dios y dar bastonazos a los demás); y luego hay varios animales de los que no me atrevo a aventurar género ni especie; pueden ser un león rampante, una estrella de mar mutante (tiene seis puntas, aunque también puede indicar el empleo de alférez o ser un emblema religioso) y abajo lo que podría ser un carnero pero lo mismo es oveja, cabra, muflón o rebeco. ¿Qué nos quiere decir este escudo? Seguramente habría que llamar a algún entendido en heráldica, pero ya os aviso que es gente que se enrolla un montón, hasta nombra a los colores de manera distinta por la cosa de hacerse el importante: gules, sinople, blanco roto, nude, rosa empolvado, etc.

A lo que iba: si pueden, visiten el Museo de Ávila. Es el complemento ideal al Ávila Street Museum, pero reconcentrao en un par de edificios. Además, a veces tienen actividades para niños y mayores (mi hija, de pequeña, fue a hacer una inocente actividad de manualidades y salió de allí con ganas de saquear la Acrópolis).

(*) El museo también ocupa lo que fue una iglesia románica (Santo Tomé el Viejo), en la misma plaza, que había sido garaje y taller de venta y reparación de automóviles; una muestra de cómo la aplicación de la Desamortización de Mendizábal resultó -en algunos casos- bastante desafortunada. Al menos, se mantuvo en pie y ahora el edificio es BIC; pero en el enlace anterior -da cosita- pueden admirar cómo combinan el románico y la junta de la trócola. En este anexo hay un mosaico romano mu bonito y varios verracos vetones de miles de años, que todavía están a la espera de que alguien diga para qué servían.

(**) El nombre científico de la urraca es Pica pica. Quésverdá, coñio.

El cable es un sistema antirrobo postmedieval

En Ávila hemos sido pioneros en muchas cosas. Tenemos la primera catedral gótica de España (al menos, la primera en tener el proyecto visado). Tenemos el primer cristiano ejecutado por herejía (el obispo de Ávila, Prisciliano). Y tenemos la primera capital de España en ser gobernada por un partido con una X en el logo, bastante antes que Tuíter. Y, por supuesto, tenemos el primer códigio QR, que fue escrito por nuestra copatrona Santa Teresa. Se ubica en una pared de la Calle de San Juan de la Cruz (precisamente, su amigo del alma), en su confluencia con la Calle de los Gatos (en el Maps, Calle de Sor María de San José). Agradezco al camarada patrón del bló que me lo señalase, porque no me pilla a la altura de los ojos ni es pokeparada. En este caso, ser progre e ir todo el día ensimismado mirando al cielo tiene sus ventajas.

Como ustedes saben, la Tere era una señora que rompió moldes, y no se conformó con el papel secundario que la sociedad le tenía destinado. Aparte de abrir una nueva franquicia de conventos, púsose a escribir literatura mística como una posesa; tan posesa, que hubo quien se preguntó esa posesión no sería infernal o de algún otro tipo no homologado. Ella lo hacía bien y le salían los poemas con rimas y metáforas y todo eso, pero los inquisidores del XVI miraban todo con lupa; y el misticismo de Teresa o de Juan de la Cruz (nombre artístico de Juan de Yepes) tenía una manera demasiado carnal de hablar del amor divino*.

Con este miedo en el cuerpo, pronto Teresa buscó la manera de codificar los mensajes de manera que no fueran interpretados por los domini canes, y gracias a sus conocimientos de la cábala hebrea (tenía antepasados judíos) fue capaz de desarrollar un sistema cifrado para enviarse mensajes con sus hermanas. Uno de ellos luce aquí ante sus ojos, en un libro abierto con su firma ológrafa, que prueba su autenticidad.

El poema encriptado en este código dice lo siguiente:

¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
estos bits, esta movida,
esta cárcel, estos hierros
en que el alma está metida!

Muero yo porque no muero,
es más que amor, frenesí
de hiperenlace casero.
Cuando mi amor yo te di
puse un link en un letrero.

La inquisición es así,
para evitar que me encierre
ese insquisidor de allí
ahora estoy en un QR:
vivo sin vivir en mí
.

Además, como prueba de que entendía del tema, su biógrafa (Sor Restituta del Perpetuo Bucle), hizo constar que cuando a Teresa le preguntaron por la posibilidad de usar catena blocorum como tecnología de libro inmutable, abominó de ella y lanzó anatemas y prevenciones para que las Carmelitas Descalzas nunca cayesen en esa tentación. Amén.

Lamentablemente, todos estos avances tecnológicos se perdieron como lágrimas en la lluvia, a la muerte de nuestra paisana.

Enlace al mapa

(*) Juzguen ustedes:

El aire de la almena
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía.

Quedeme, y olvideme,
el rostro recliné sobre el Amado;
cesó todo y dejeme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.

¿Adónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste,
habiéndome herido;
salí tras ti clamando, y eras ido.