No agarres así la sierra o te quedarás como Luke Skywalker, pequeño padawan

«Bricomanía Mal» es un relieve metálico semimorroñoso ubicado en la fachada de la Iglesia de San José Obrero, en la zona sur de nuestra ciudad, cocretamente en la Calle de La Rioja (precisamente, la foto me la manda el Camarada, que es muy aficionado al rioja). Se compone de una figura que porta un serrucho largo (two-man crosscut saw, en inglés), y otra con martillo de acero (stalin molotok, en ruso). Y la clave está en el serrucho…

La figura, como hemos dicho, preside la entrada de esta moderna iglesia, una de las postpostpostmedievales de nuestra ciudad. Y esto tiene que ver con una apropiación cultural, la del 1º de Mayo. Ese día (desde hace más de un siglo) se conmemora el Día Internacional del Trabajo*, prohibido en España ná más aterrizar el caudillo, como Khaleesi, a lomos de su dragon rapide; pero reconvertido nuevamente, en los años 50, en el día del patrón de los obreros («patrón» referido a San José Artesano, no al propietario de los medios de producción) por una iglesia que trataba de acercarse a su proletaria grey**. Esta asunción de un festivo preexistente permitió a los curritos celebrar otra vez el 1º de mayo de modo «legal» (el día del currante estaba acumulado al 18 de julio, día del Jlorioso Calzamiento).

En este periodo, además, las ciudades crecían y se expandían, absorbiendo mano de obra del campo, y se edificaban barrios enteros. Cuando esto tenía cierta planificación, estos barrios solían incluir servicios, como escuelas, parques u -obvio- iglesias. En estos templos se cumple una pauta arquitectónica: a más prespupuesto, más horrorosas. La inspiración de algunos arquitectos dio lugar a verdaderos engendros. Claro, como teníamos un nuevo festivo, era lógico que muchas de estas nuevas iglesias fuesen consagradas a San José Obrero, que además combinaba bastante con los nuevos barrios proletarios de viviendas sociales (las casas baratas***).

La nuestra es bastante modesta, como también lo es la imagen alusiva al santo. Aquí entramos en el terreno de la hipótesis. ¿Alguien ha visto alguna vez agarrar así un serrucho de esos? Evidentemente, NO; te dejarías la mano en el intento. Por ello, mi teoría loca echando patrás el tiempo (como en ese libro de A. Perreteverte, La Tabla de Flanders, en el que se rebobina la partida) es que en algún boceto inicial, además del martillo, asomaba por allí otra herramienta más asible, por ejemplo, una hoz (campesinado y clase obrera unidos, yatúsabeh). Aquello sería convenientemente censurado «¡que pongan otras cosa!» y se pasó a colocar cualquier cosa carpinteril, un serrucho, así de cualquier manera. Taaan de cualquier manera que desde este bló desaconsejamos fervientemente agarrarlo así. En cualquier caso, la obra obrera queda así despojada de toda índole reivindicativa y se convierte en una tierna escena de Bricomanía; de haberse realizado en la actualidad no dudo que hubiera sido algo similar a esto:

Pues se parecía al San José de las imágenes…

Volvamos al presente. Legalizado de nuevo el primero de mayo en la transición como festejo muy y mucho obrero, ahora en este día se desempolvan las pancartas de los sindicatos para hacer una procesión laica cantando rogativas reivindicativas con rima****. Pero aquí en el barrio. ese 1-M. la mocedad se dedica a celebrar la Verbena del Sanjo. Eso sí, pasando tanto de San José como de Karl Marx. Los nuevos ídolos son el botellón y el reguetón. O tempora, o mores.

Enlace al mapa

(*) Conmemora la revuelta de Haymarket, el 1 de mayo de 1886.

(**) No tiene que ver con la «Anatomía de». Grey es una arcaica forma de designar un rebaño o una comunidad de fieles, so millenials.

(***) El franquismo era una dictadura orgullosamente facha pero nada neolibeggal, más bien al contrario: ni el libre mercado ni las privatizaciones formaban parte de su ideología autárquica y paternalista, por más que BOCS se arrime ahora a ese carro. De hecho, muchos servicios y productos tenían precios intervenidos. Pero no inventaron la vivienda social, eso de tratar -con mayor o menor éxito- de construir pisos asequibles y de poner topes a las subidas del precio del alquiler ya estaba legislado antes de Ada Colau y de Franco (la «Ley de Casas Baratas» es de 1911). Pero la especulación urbanística como paradigma constructivo es anterior y posterior y mucho más poderosa.

(****) Por alguna extraña razón, los lemas sindicalistas que se corean en estas manifas deben tener rima, al menos, asonante.

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