hold the door!

Hoy traemos ante vds. un monumento que habla por sí solo de la cabezonería humana, en concreto, de la variedad episcopalis, que es de las más recalcitrantes. Se trata de la puerta oeste norte de la catedral de Ávila, una cosa gótica mu preciosa que se construyó DOS VECES en tiempos prepostmedievales. Esto es, se terminó hacia el 1300, y durante casi dos siglos fue la puerta principal, en su fachada oeste.

La puerta es chula y de estilo gótico (pero el de verdad, no el de Robert Smith o las hijas de Zapatero), desarrolla el tema del Juicio Final, con escenas bíblicas y esas cosas que se explicaban como si fueran un comic para que el vulgo entendiese las Sagradas Escrituras. Ya sabéis, portaros bien o iréis al infierno y os cobraremos los portes. Para rematar todo lo que se explica en el tímpano y las arquivoltas, en las columnas de la base se encuentran los doce apóstoles, seis a cada lado. Aquí les traigo un detalle del lado derecho:

¿Seré yo, Maestro?

La gente que sabe de esto os podrá identificar a cada apóstol por sus atributos. No penséis mal, me refiero a que la iconografía católica suele mostrar a los santos con algo relativo a su santidad o al martirio sufrido: San Pedro tiene unas llaves, Santa Catalina una rueda, Santa Teresa una pluma y Moisés, cuernos. Tal como te lo digo, oye. Pero si os fijáis en la foto, veréis que el apóstol de la derecha está como metido con calzador en la escena, casi no tiene sitio y le falta la columnilla debajo, como los demás. Primera posibilidad: éste es Judas, que ya sabéis que se sacó 30 monedas por delatar a Jesús, algo que chirría un poco porque se supone que a esas alturas de la película, en Jerusalén, hasta el cuñao de Poncio Pilatos tendría que saber que Jesús era el que era. Pero no… porque el del otro lado está igual.

Apostol marginado nº 2

La cosa tiene una explicación, y os la voy a dar. Resulta a que uno de los primeros obispos postmedievales de Ávila (o uno de los últimos medievales, según el año que tomemos para dividir la fase) se le ocurrió trasladar la puerta oeste al lado norte, porque así miraría hacia su casa, y le apetecía, al levantarse cada mañana, ver ese pórtico tan lograo. El arquitecto que se encargaba de las obras, Don Juan Guas, ya le hizo saber que, aparte del coste desmesurado, la puerta NO CABÍA en el hueco del lado norte. Pero la respuesta del obispo fue categórica: «ya te diré yo si hay fondos». Y añadió, poniéndose la mitra vuelta patrás: «ni tú eres de Bellas Artes, ni yo soy Adolfo González, así que ya me estás empezando la obra».

Dicho y hecho. Bueno, así de repente, no; tardaron unos años en montar y desmontar todo aquello. Consecuencia: la catedral se quedó a medias. Todavía hoy tenemos una torre mocha con remate de uralita, encima de la casa del ¡aaaaaaay! campanero.

Ventana con dedicatoria

Una de las ventanas con más historia de Ávila, y puede que de Óbila, es la ventana que les traemos hoy al Á.S.M. Se encuentra en el mismo edificio del monumento anterior, el Palacio de los Dávila (aunque en Ávila hay mucha gente dávila), si bien corresponde a una época un poco posterior; siendo postmedieval en cualquier caso. Lo interesante de la puerta es la inscripción que figura debajo.

Donde una puerta se cierra, otra se abre

La misteriosa inscripción dice lo siguiente «Donde una puerta se cierra, otra se abre«, y hay varias explicaciones para la misma. La historia se enmarca dentro de las leyendas más jermosas de Ávila, como la del Santo Encuentro del Sepulcro de San Segundo o la Anunciación de la Subsede del Museo del Prado. Retrocedamos en el tiempo… Más… Un poco más…

Según algunos autores, hace referencia a un letrado abulense del Siglo de Oro, que tras unos comienzos titubeantes en el ejercicio del derecho, y en un ejemplo de superación increíble, alcanzó las más altas cotas de poder en la justicia del reino. Muy felices se las prometía nuestro caballero, cuando un ignominioso ataque sarraceno alcanzó el corazón de Castilla. Surgió la necesidad de buscar una solución a la crisis, que comprometía la posición del valido real, el Conde-Duque de las Azores; y se les ocurrió que nuestro justiciero era el indicado para dar la vuelta a la tortilla de Roncesvalles. Esto es, si en aquella ocasión los trovadores cantaron la muerte de Roland a manos de la morisma, cuando en realidad habían sido cuatro vascones cabreaos por el saqueo de Pamplona, aquí sería el cuento del revés. Desde la torre del homenaje, nuestro particular Turoldo echó la culpa a los vascones de la tropelía de los muslimes. Pero claro, el ardid no salió bien, y todos cayeron en desgracia, quedando nuestro caballero a veces a pan y agua (y ansí fue llamado). Sin embargo, cuando todo parecía perdido y se les cerraban todas las puertas, como al Cid al principio del Cantar, se produjo aquello que está escrito bajo la ventana, y nuevas puertas se le abrieron al caballero, en concreto, se le permitió ingresar en la Selecta Orden de los Caballeros de la Mesa Redonda Ibérica de las Chispas Ambarinas; sin duda, en agradecimiento por haber aparecido en aquel balcón explicando algo que ni él mismo se creía.

Pero según otros, la historia tiene distintos protagonistas. En este caso, en pleno postmedievo, las milicias de Ávila (que se ganaron su buen nombre en la Batalla de las Navas de Tolosa), estaban discutiendo quién sería su adalid. Felices se las prometía el Barón de Machús, seguro de ser el elegido, cuando sonaron clarines y trompetas, y el heraldo anunció que la elegida sería Teresa la Marquesa Tipití-Tipití-Tipitesa. Amarillo de ira (sí, amarillo), al ver que las puertas se le cerraban, el Barón mandó encargar un nuevo pendón que les identificase en la batalla, y retó en singular duelo a los partidarios de la Marquesa, saliendo vencedor de todas las justas y rompiendo varias lanzas a sus enemigos. Raudo y veloz, acudió a grabar la frase debajo de la ventana, para escarnio de sus rivales, a los que desde entonces llamaba «los de la Triste Herencia Recibida«, y todos le cantaron «Machús, Machús, Machús».

Y aún hay otras leyendas que explicarían esta inscripción, como la de un pobre maestro de escuela que no sabía de economía pero terminó siendo jefe del gremio de prestamistas y usureros, pero las dejaremos para otro día, ya que nuestros investigadores no se ponen de acuerdo.

Turú turúDame más gasolina

La placa-relieve denominado «Hazaña del Reguetón Turutero» preside la entrada al Palacio de los Dávila, en la Plaza de Pedro Dávila (que los locales llamamos Plaza de la Fruta). Colocado sobre una puerta de enormes dovelas, y bajo una barbacana defensiva, representa al caballero Bartolo Dávila, el primero de su nombre, virtualizado en un avatar de escudo con yelmo (anticipo de «Los SIMS»), y rodeado de guerreros y trompeteros enemigos. Es una hermosa pieza de arte postmedieval que pasa algo desapercibida en esta majestuosa fachada (que tiene más historias). La de este relieve es de las más bonitas.

Bartolo Dávila fue un aventurero que marchó a las Indias en busca de fortuna con algunos hermanos de Santa Teresa. Él todavía no era noble (entonces era llamado «Bartolo el de Ávila», sin más rimbombancias). Durante las guerras de conquista del Imperio Inca, Bartolo fue enviado a capturar al hijo de Atahualpa, lo que consiguió con arrojo y valentía. Al volver al campamento con el prisionero, cuando todos lo daban por muerto, pronunció su famosa frase «Aquí os lo traigo, Atahualpito», provocando el regocijo entre sus compañeros.

Al haber sido capturados sus reyes, en el Imperio Inca asumieron el poder los Administradores de Incas Colegiados, que reunidos en junta urgente decidieron -en primera convocatoria- contraatacar a las huestes castellanas. Varios guerrereros rodearon el campamento y comenzaron a hacer sonar sus trompetas, como ya hicieran los israelitas contra Jericó; pero éstos además, contaban con un arma secreta: individuos con extrañas pintas, tatuajes, gorras puestas patrás, cadenas de oro, e -importante- puestos de ayahuasca hasta las cejas, que comenzaron a cantar desafiantes sus invocaciones: «siempre me dan lo que quiero, chingan cuando yo les digo, ninguna me pone pero…«. Esa misma noche, los castellanos abandonaron el campamento por la puerta trasera, hartos de semejante murga (enrólate, te dicen; verás mundo, te dicen…); pero Bartolo (en parte, porque había quedado algo sordo durante su empleo de artillero de la nao «Iberpistas») pudo resistir tres días sin rendirse, hasta que los cantores quedaron afónicos.

Este hecho sin precedentes le valió ser nombrado caballero, tomando como apellido topónimo ese Dávila, que arrejuntao y esdrújulo da más empaque. El escudo de los Dávila, aquí mostrado, muestra tres pares de roeles con el lema «Ter ad spherae» (Tres veces hasta las pelotas), que hace referencia a su aguante los tres días del episodio del reguetón. De vuelta a su Ávila natal, mandó construir un palacio con los más altos muros, que le aislaran de los ruidos, y sobre la puerta dejó constancia de su singular hazaña. Loor y Jloria a don Bartolo.

Como en Jólibud

El Soto es un bosque de ribera que riberea al río Adaja en su aproximación a la ciudad. Se ubica ma o meno en paralelo a la carretera AV-900 (Ávila-Burgohondo), desde el cartelillo de la foto; y después, un poco menos paralelo a la AV-P-401 (Ávila-El Fresno). Precisamente, el fresno es el árbol predominante en este bosquecillo. El bosque/parque tiene una longitud de casi 3 kms, pero una anchura que en algunos puntos es de poco más de un decámetro*.

Sin embargo, el monumento propiamente dicho que hoy celebramos es un conjunto de letras de ¡¡¡¡oh, yeah!!! FIERRO MORROÑOSO sobre peana de bloque de hormigón (pa qué tanto) rodeado de piedrecillas y esas otras cosas que echan en los alcorques, en plan jardín zen; que luce presuntuoso y adusto en la entrada principal de este espacio silvícola, en un claro ejemplo de schadenfreude. O de schwarzwälderkirschtorte, que todo puede ser.

Este cartelón es una verdadera metáfora de las intervenciones que año tras año, y desde que tengo edad de tener uso de razón (algo que no es inherente) se realizan en este espacio de esparcimiento. Materiales artificiales y poco adecuados, quiero-y-no-puedo, buenas intenciones y resultados pobres; es como los programas de «Murcia, qué hermosa eres»**, una serie de actuaciones superpuestas sin hilo conductor.

En el tema de lo que sería la conservación de la flora y la fauna, que la tiene, no soy experto y no sé cómo se podría mejorar, pero seguro que algo más se puede hacer, va habiendo fresnos muy viejos y hay zonas bastante degradadas. Y además, que esto se puede aprovechar de más maneras; por ejemplo, hay gente que entiende de pajaritos y te puede hacer un cartel de los que puedes ver y escuchar por allí; que la gracia de estos bosques mediterráneos es que hay muchas especies distintas.

Afortunadamente, lo que viene siendo la naturaleza se mantiene prácticamente sola. Poco más podemos añadir desde este bló. Que el bosque sea más grande, más accesible, más boscoso y más limpio. Y que los paseantes lo usemos civilizadamente (algo que se cumple en el 99% de los casos).

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(*) Es que el decámetro se usa poco, y me hacía ilusión. Hay un lugar en el que pasas entre una alambrada de espino y la procelososa e impenetrable vegetación que bordea al río, y realmente el sitio para pasar es como de un metro. El decámetro lo alcanza contando el río y los arbolillos al otro lado.

(**) Si no sabes cómo eran, joio millenial, suerte que tienes; luego os quejáis de ser una generación maltratada.

San Martín partiendo la pana

La escultura en relieve de San Martín, de época postmedieval, se encuentra presidiendo la entrada de la conocida como Casa del Caballo, antiguo Hospital de San Martín y Casa de Misericordia (aunque, hoy, la Casa de Misericordia de Ávila es otra); edificio adosado a la muralla en la Calle de San Segundo, muy cerca de la Puerta de la Catedral o del Peso de la Harina o de No sé qué cosas más. Es un poco complicada de ver, porque hay una acera amplia, está monopolizada por las terrazas de los bares que ahora ocupan el hospitalario edificio, y las jaimas que les protegen de las inclemencias.

San Martín (el del caballo) era un tal Martin (pronunciado «magtán») de Tours, y aunque parece que le va a cortar la cabeza al señor agachao, no; está partiendo su capa con él. Martin era un legionario romano/gabacho tan majo, que cuando vio al pobre que tenía frío, le dio la mitad de su capa. La otra mitad no, porque consideraba que debía al César lo que era del César. Gracias a cosas como éstas fue elevado a la santidad, para que se pudiera decir aquello de «A todo cerdo le llega su San Martín»; e incluso la palabra «capilla» podría tener que ver con la susodicha capa compartida.

San Martín fue enemigo dialéctico de un obispo de Ávila, Prisciliano, que finalmente fue ejecutado por hereje (ya sabéis que la rivalidad religiosa es todavía peor que la del fúmbol). A pesar de ello, como explica la inscripción que hay debajo, se le dedicó un edificio casi al lado de la sede de Tertuliano (la catedral de Ávila), si bien es cierto que habían pasado más de mil años y que nos habíamos inventado a San Segundo. Un tal Rodrigo Manso fue el promotor de esta vivienda de protección oficial (de los pobres).

Rodrigo Manso ahora tendría dos bares

Con el tiempo, a los abulenses se nos olvidaron las cosas, la identificación de los personajes; el edificio dejó de ser un hospicio, y la casa pasó a ser conocida como la Casa del Caballo. Cierto es que, mientras San Martín se da la vuelta para partir la capa con un mendigo algo deforme; el caballo parece continuar su camino, no siendo que San Martín se pusiera a partir por la mitad el resto de sus posesiones, e incluso terminase como el vizconde demediado aquel, de Ítalo Calvino.

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Un puente muy cercano

Nuestro Puente BIC durante muchos años era el único que permitía cruzar sobre el río Adaja en bastantes leguas a la redonda; algo que nunca supuso mayor problema, porque el Adaja casi no lleva agua durante medio año, y durante el otro medio, sólo cuando llueve. Se ubica frente a la puerta occidental de la muralla (la Puerta del Puente), al lado de otro puente más moderno. El apelativo de Puente BIC no corresponde al boli de rebobinar las cintas del walkman, sino a que ha sido declarado BIC (Bien de Interés Cultural), tras un proceso relámpago, que comenzó siglos atrás. Esta resolución de la Junta de Castilla y León lo ha declarado monumento, y como artefacto callejero que es, pasa a engrosar las filas del Á.S.M con todos los honores.

Hay quien lo llama «el puente romano», y a lo mejor tiene algo de verdad*; es posible que ya se solicitase la declaración de Bicus Magníficus a Trajano. El caso es que la base del puente parece obra de la ingeniería romana premedieval; pero luego habría sido destruido durante la época de invasión musulmana (a lo mejor fue una riada o la falta de mantenimiento) y reconstruido tras la reconquista cristiana; por eso tiene piedras de distintos colorinchis y texturas.

El puente ya sólo se usa peatonalmente desde que se construyó, casi adosado al mismo, ese puente nuevo que citábamos (pero que también se ha quedado estrecho); al lado del cual nuestro Puente BIC queda así como con complejo de inferioridad. Por cierto, el puente nuevo tiene un defecto curioso: con las tormentas se inunda, pero no bajo sus arcos, por la crecida del río, sino POR EL LADO DE ARRIBA**; es único en su género. A los romanos no les pasaba, desde luego.

Al lado del puente hay otro engendro que ayuda poco a realzar la monumentalidad del puente, sobre el que ya hemos hablado alguna vez en esta bitácora; los restos de la antigua fábrica de algodón harinas de Ávila***, demolidos y convertidos en un extraño laberinto de rampas y escaleras sólo apto para hacer parkour y botellones (se ven las barandillas de la parte inferior del laberinto en la foto). Por último, diremos que el entorno del río en esa zona también da un poco de pena; se han realizado diversas intervenciones pero aquello no termina de parecer ni una ribera ni un ribero.

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(*) En España, a cualquier cosa vieja se le llama «puente romano», «calzada romana» o «merluza a la romana», sin mucho fundamento. Por eso lo explico, que aquí parece que es verdad la romanez inicial del puente.

(**) Pueden verlo aquí, a partir del seg 27, o en este otro vídeo tuiteresco.

(***) La fábrica se quemó el mismo día en el que se solicitó la inclusión del edificio -también- como BIC. ¿Casualidad, serendipia?

Estan clavadas dos cruuuuceeees*

El elemento monumental colectivo que traemos hoy al Á.S.M. lo hemos titulado con un vieja fórmula de juramento que ya no se lleva, y a los millenials ni os sonará. Con él, presentamos la ingente cantidad de cruces (también llamadas cruceros), fabricadas casi todas en nuestro Granito AbulenseTM, que se encuentran dispersas por toda la ciudad. No sabría decir cuántas tenemos, porque es difícil contarlas todas (algunas están en espacios privados). Pero hay un montón. Y tienen que ver con un examen.

Algunas pasan muy desapercibidas, otras destacan más

Los cruceros presentan caracerísticas comunes, aunque no siempre están presentes todas (o no se conservan). Una base escalonada, un pie o pedestal que a veces tiene una inscripción, y la cruz; a veces con más adornos, o sobre una columna, etc. La gran mayoría se construyeron en época postmedieval (sobre todo entre el mediados del XVI y el XVIII), aunque hay alguna más moderna. Los motivos pueden ser variados; pero generalmente tiene que ver con lo que sería la EBAU para entrar en el cielo, sobre todo a partir del concilio de Trento.

Cruz de Mosén Rubí, Cruz del Humilladero

¿Cómo es esto de la EBAU celestial? Pues bien, sabéis que para ganaros el acceso al paraíso, os ponderará la fe y los pecados (la ausencia de ellos, claro), al 60% / 40%, creo. A los que vengáis de colegios concertados o privados seguro que os han dado un empujoncillo con lo primero, pero claro, falta la otra parte, y eso es igual para todos… Para los de antes de la LOGSE, el examen nos lo realizaba Osiris con una balanza, pero viene a ser lo mismo.

Pero en Trento hubo un cambio de norma, y se decidió dar valor adicional a las optativas, para mejorar la nota, pudiendo llegar hasta el 14. Ojo a este número, que es importante. ¿Y cómo se consiguen esos puntos? Pues una de las posibilidades era ésta de «hacer buenas obras» (a modo de TFG), por lo que muchos alumnos decidieron sufragar la construcción de cruces, inscribiendo su nombre bien clarito para que se revisase en el momento oportuno. Veamos un ejemplo:

El Procurador García pagó esta cruz = +1.43 puntos

Gracias a este tipo de acciones, es más fácil estar entre los elegidos para entrar en el cielo. Os recuerdo que a pesar de lo que se diga en los medios NO HAY NOTA DE CORTE, ES UN NÚMERO DE PLAZAS LIMITADAS. Son 144.000, según viene publicado en el Apocalipsis. Teniendo en cuenta los que vamos siendo en el mundo, va a estar más jodido que entrar en Medicina en la pública. No es de extrañar que en España haya tantas, no hay pueblo que no tenga las suyas.

¿Y para que servían las cruces, una vez pagadas? Pues bueno, aparte de hacer bonito, se utilizan para realizar la procesión del Vía Crucis, que requiere 14 cruces (igual que los puntos máximos de la EBAU, que es otro via crucis). Por cierto, eso no sé si nos dará puntos adicionales, pero el Via Crucis más bonito del mundo es el de Ávila**, que se celebra alrededor de la muralla (se añaden cruces desmontables para la ocasión), la madrugada del viernes santo.

[no pongo enlace al mapa porque están repartidas por toda la ciudad, habría que hacer un mapa específico de cruceros]

(*) Si no conocéis esta canción, al menos lo bueno es que os queda mucho pa jubilaros.

(**) Esto no admite discusión, queda adoptado como dogma en el Á.S.M.

Nuestro santo cunero

La escultura de San 2º que hoy les traemos al Ávila Street Museum, se encuentra en la Calle de San Segundo (claro), que discurre paralela al lienzo oriental de la muralla, el más imponente; junto al cabecero o cimorro de la catedral (de la cual forma parte la capilla a la que sirve de fachada). El santo está flanqueado por otras dos figuras que parecen animar al protagonista principal (y a la vez, secundario). Por su condición de figura callejera está bastante deteriorada; las estatuas ya han perdido algún cacho, y ya os digo que yo no me quedaría parado justo debajo. Donde hay una puerta que, ahora veremos <risa de Vincent Price> puede ser Algo Más Que Una Puerta.

Cualquier abulense decente sabe que nuestra ciudad se llamaba Abula en tiempos de los romanos, y que Secundus, uno de los siete samuráis varones apostólicos*, vino a predicar el cristianismo a nuestra ciudad, de la que fue su primer obispo. Años Siglos más tarde, ya en época postmedieval, otro obispo encontró su tumba** bajo la ermita de -hasta entonces- San Sebastián, por lo que nuestra ciudad era depositaria de los restos, si no de un apóstol, sí de un señor que había aprendido directamente de los apóstoles; un segundo nivel apostólico. Desde entonces, en el sepulcro, hay un agujero en el que, si introduces un pañuelo, se te concede un deseo de cada tres (siempre que sean castos y puros, y hay letra pequeña). Bueno, pues TODO ESTO ES INVENTADO. Qué le vamos a hacer. Hasta nuestro gentilicio (abulenses) es incorrecto.

Ojo, que los inventos continúan: En la ermita de Sanse(bastián), ahora renombrada como ermita de Sanse(gundo), se esculpe una preciosa estatua de alabastro, de nuestro pobre catastro, para conmemorar a nuestro protobispo. Y acto seguido, se decide trasladar los restos del santo (pero no la estatua) desde la ermita a la catedral. Lo curioso del caso es que la gente sigue yendo a pedir los tres deseos al sepulcro -ahora cenotafio, técnicamente hablando- en la ermita donde YA NO ESTÁN los huesos… que de todas formas tampoco podrían ser del citado varón, que nunca estuvo ni aquí ni allí. Todo muy lógico.

Al dejar la estatua chula en la ermita, en su nueva ubicación se decidió fabricar una nueva imagen de Sanse, como la que hoy traemos a nuestro post (dentro hay más parafernalia, un retablo churrigueresco y todo, pero ya no es Street Museum y hay que pagar por verlo). La figura preside la entrada exterior a la capilla, y en él se representa a Sanse como si estuviera el 1º en un podium. Los dos señores de al lado no sé si son arcángeles o vicecamarlengos, hasta ahí no llego.

Por cierto, aquí llega lo interesante (entramos en modo Fríker Jimenez, titotatí tatí). La puerta que está debajo de ella permite entrar al interior del recinto amurallado (atravesando la catedral); peeero sin pasar por las Nueve Puertas de la ciudad. Quizá por eso, esta entrada secreta bajo la figura de San 2º es la que Arturo Perreteverte describe en El Club Dumas, también conocida como Las Nueve Puertas del Reino de las Sombras. El Reino de las Sombras (Ávila, obviously) es el lugar al que puedes acceder si invocas a Chusmifer. La película basada en el libro, dirigida por Héctor Palensky, la protagonizaron Josete Depp y Buddiño Spencer (que podrían ser las dos figuras al lado de San 2º).

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(*) En una historia bien narrada, sus compañeros (los siete magníficos varones) deberían haber sido Primo, Segundo, Tercio, Cuarto***, Quintín, Sixto y Septimio. Pero no, eran Torcuato, Tesifonte, Indalecio, Segundo, Eufrasio, Cecilio y Hesiquio. Parece la alineación del Atletico de Aviación en el 41.

(**) Algo parecido a lo del apóstol Santiago, muerto en Jerusalén pero enterrado en una aldea en medio de Ghalicia, a la que llegó por BlaBlaCar.

(***) San Cuarto existe, y su onomástica se celebra el 3 de noviembre. Voy a abrir un onlyflans pa pedir que lo cambien al 4, como corresponde***.

(****) San Segundo se celebra el segundo día de mayo. Ahí sí que se cumple la lógica.

Como ángel vuestro que soy, os debo una explicación…

Mosén Rubí de Bracamonte* fue un señor con un nombre un tanto raro, pero con mucha pasta, que vivió en Ávila en tiempos postmedievales. En Ávila hay una serie de edificios religiosos (el pack capilla+convento+hospicio+colegio) que llevan su nombre, aunque su fundación corresponde realmente a sus antepasadas Aldonza de Guzmán y María de Herrera, o algo así pone en los papeles. Bueno, el hospicio (u hospital de pobres) realmente lleva el nombre de La Anunciación, y por ello en su fachada luce, sobre la puerta, este ejemplo de arte artístico, que es el que nos importa**. Se ubica en la calle o plaza de Mosén Rubi (claro), cerca de otros edificios nobiliarios vinculados a la familia, como el Palacio de Bracamonte o la Hostería Bracamonte (que ahora no se llama así, pero es como la conocemos les abulenses), y mezcla varios materiales pétreos.

Vamos con la descripción de este relieve. Dado que aquello era el Hospital de la Anunciación, parecía oportuno reflejar este motivo en su fachada; que para los no iniciados corresponde al momento en el que un ángel informa a María de que va a ser madre, y le explica quién va a ser su hijo. Otros artistas han representado este mismo momento en múltiples ocasiones. Pero el escultor de esta escultura quizá no cogió bien el concepto. Veamos por qué…

Elegimos al azahar otra anunciación, una cualquiera, la de Sandro Boticelli***. Observemos el cuadro y -sobre todo- cómo el ángel -Gabriel- efectúa el anuncio. Lo primero: está de rodillas ante María, con actitud sumisa y casi pesarosa, como corresponde a la noticia que está comunicando, en plan «no te lo vas ni a creer, pero me dice el jefe que va a pasar esto«. Y María parece que va a rechazar tamaña responsabilidad (ved sus manos en modo vade retro), pero finalmente lo aceptará con humilde resignación (hágase en mí según tu palabra, etc, etc).

Bueno, pues ahora contemplen «nuestra» anunciación. Desde lejos, parece bonito, un relieve con la escena enmarcada entre columnas, con el Creador en el tímpano. Pero en cuanto te acercas, la cosa cambia. En la escultura de María, la responsabilidad y la resignación no aparecen; está reflejada como una actriz en la gala de los Oscar, en el momento en el que se anuncia que ella es la ganadora: «¡Oh! ¿Yo? ¡No me lo esperaba!» (y entonces saca el discurso de 10 folios que llevaba para la ocasión).

Pero lo malo es lo del ángel. Gabriel ESTÁ REGAÑANDO, NO ANUNCIANDO, con el dedo de aseverar**** extendido. Nada que ver con lo reflejado en la Biblia o en el maravilloso cuadro de Boticelli. Hasta el lirio, el símbolo o atributo de Gabriel (también lo lleva en el Boticelli), parece más un garrote que una flor. Incluso la figura del tímpano parece tener una expresión apesadumbrada por lo que está contemplando. Sí que es cierto que Gabriel tiene el aspecto aniñado o afeminado con el que se suele representar, pero en este caso su expresión es más bien así…

Detalle del relieve ampliado

Compárese con el de Sandro. Ante semejante desaguisado, tras guglear sobre el tema, leo que el relieve se atribuye a un tal Pedro de Salamanca. Normal, de Salamanca tenía que ser; los señoritos (y los rectores) charros siempre nos han mirao mal… Vino a Ávila, cobró la escultura, y se volvió para allá a ver si le encargaban alguna fachada con ranas o con bivalvos.

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(*) Este Rubí de Bracamonte no es el más importante de tal nombre, ese honor corresponde a su antecesor y almirante gabacho Robin de Bracquemont, que introdujo el apellido por esta zona hacia el 1400, cuando Castilla y Francia eran amigas (recordemos: en esa época, Inglaterra era enemiga de Francia que era enemiga de Aragón que era enemiga de Castilla que era enemiga de Portugal).

(**) A ver, no es que lo demás no nos importe; la capilla de Mosén Rubí es pequeña pero interesantísmia y les recomiendo febrilmente la visita, sobre todo si puedeen ir con alguien que sepa explicar todo lo que tiene y esconde (¡hasta otra anunciación!), pero los interiores ya no entran en el ámbito del Ávila Street Museum. Aquí nos centramos en el arte callejestre.

(***) Se llamaba Alessandro di Mariano, lo de «boticelli» era un apodo familiar, aquí les diríamos «los botellines». Piensen lo que quieran, pero básicamente hay dos posibilidades (y podrían cumplirse ambas)

(****) Esto lo aprendí en un chiste de Forges, un diputado al que se le cae esta parte del cuerpo en plena filípica, de tanto agitarlo en alto.

Mas la granada es la sangre, sangre del cielo sagrado

Este árbol -que lucha por mantenerse vivo en un alcorque morroñoso- es un granado granadino, recién transplantado por una revista cultural de la alhambresca localidad. Se ubica en la Plaza del Corral de las Campanas, que es una zona histórica ya reseñada en esta bitácora, pues está al lado de la estatua de San Juan de la Cruz, y el propio árbol es un mensaje de homenaje a este personaje. Confiamos en que el clima abulense le sea propicio, y que no sea víctima de vandalismos ni sequías pertinaces.

San Juan de la Cruz (Juan de Yepes Álvarez, según su DNI) fue un fraile y poeta que destacó grandemente en ambas especialidades, tanto que la Iglesia le nombró santo y doctor (como a su amiga la Tere) y algunos de los más jrandes escritores le consideran como la cumbre de la poesía en nuestra lengua. Al igual que la carmelita, tuvo una vida muy movida; pasó múltiples vicisitudes (incluso por la cárcel), y se dedicó a escribir poesía mística* para pasar el rato (ya que la Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo prohibía expresamente jugar al Minecraft y al WoW) .

Entre los lugares en los que habitó se encuentra la ciudad de Granada, donde desempeñó diversos cargos monasteriles. En ella escribió, además, algunas de sus mejores obras, como La noche oscura del alma. En agradecimiento, y para que nos acordemos del patrón de los poetas, como reza la inscripción, nos han plantado este simpático arbolito al que más le vale ganar altura cuanto ante, y aprovechan para hacer publicidad de la revista.

¿Durará más el árbol o la revista literaria? Difícil.

El Ávila Street Museum agradece este bonito detalle. Pocas veces podemos contar con un ser vivo fotosintético y no morroñoso -lo del alcorque no es culpa de los granaínos, seguro- entre nuestros monumentos.

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(*) La poesía mística es esa poesía que porque usté y yo sabemos que es mística, porque parece que tol rato se están refiriendo a otra cosa más carnal.

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