
Las Tendrías de San Segundo (es su nombre correcto) son una serie de residuos arqueológicos correspondientes a las antiguas instalaciones donde se curtían las pieles y se realizaban otros trabajos que se ubicaron en los arrabales de nuestra ciudad, al lado del río; por la cosa de tener agua. El nombre procede de un malentendido entre un ejperto en Patrimonio y el entonces alcalde. Cuando aparecieron los restos, el munícipe preguntó «¿qué cohone son estas ruinas y que hago con ellas?», y el historiador le contestó: «Las tenerías, las tendrías que mantener», y el alcalde se lió un poco; y como entonces había perras, se hizo una tapia alrededor para la conservación y puesta en valor de este yacimiento.
Sabrán ustedes, por otras entradas de este bló, que cuando alguien reclama «poner en valor» algo, es porque ese algo no suele ser mu’interesante, y el siguiente paso es crear un Centro de Interpretación*. Si leen esta noticia que enlazo, y buscan por su cuenta otras similares, verán los sucesivos intentos de crear algo medianamente visitable en este lugar nunca han llegado a nada positivo. De hecho, la foto que traigo es de la Wiki, del autor que (re)cito, porque el sitio ese normalmente está cerrado. Recuerdo que a Hija y sus secuaces del cole les llevaron en una visita educativa, y lo único tengo que decir es que al menos ninguno se cayó a ningún bujero de esos.
Las relaciones con Patrimonio no siempre han sido fluidas, siempre está el eterno debate sobre qué valor real tienen las cosas viejas que van apareciendo en nuestro subsuelo. Últimamente las cosas no andan bien, y dicen que «el ayuntamiento desobedece«, pero es normal, los historiadores flipan con cada pedrusco que encuentran, excepto cuando Alguien Importante decide que no es necesario flipar tanto**. Otras veces, como cuando aparecieron cosas medievales al hacer unas escaleras mecánicas postmedievales, se decide volverlas a tapar «y aquí no ha pasado nada». Una opción más barata, desde luego.
Otro inconveniente del sitio es que, salvo en los casos como esta primavera de 2025 que nos ha regado con lluvias abundantes, el río Adaja no pasa de ser un arroyuelo maloliente, y no invita al paseo por sus riberas. Creo, sin embargo, que debería usarse esta circunstancia para que la visita sea más inmersiva, recordando a los visitantes que los olores del tintorero lugar en el que se encuentran serían mucho más nauseabundos cuando estaban en activo.
(*) Ávila cuenta con varios Centros de Interpretación de Cosas. Propongo al Ayuntamiento que cree un Centro de Interpretación de Nuestros Centros de Interpretación.
(**) Sobre estos cambios de criterio pueden leer la entrada sobre el Edificio del Mamoneo, de este mismo blog, en la que me consta que el criterio sobre el derribo de los edificios neomudéjares de la Plaza de Santa Teresa, al lado de San Pedro, no fue el mismo cuando lo preguntó un arquitecto del montón (AKA mi cuñao) que cuando lo preguntó el Sr. Moneo. Y vaya si se permitió derribarlos, en pro de la construcción del engendro que ahora tenemos ahí. Y tenemos más casos: el cementerio musulmán, la fábrica de harinas…