Ni un Larreta sin su errata

En el 2008, ya con la crisis del ladrillo cogiendo velocidad, había que hacer un homenaje a un escritor exconocido, Enrique Larreta, argentino pero vinculado a nuestra ciudad. Probablemente esto tuvo que ser algo más imponente, de fierro morroñoso y con rotonda alrededor, pero el estallido de la burbuja descartó esos excesos y nos tuvimos que conformar con un soneto del insigne escritor grabado en una sencilla placa de granito. No hubo dinero ni para rectificar la errata del último verso. La placa se ubica, como no podía ser de otra manera, en la calle de la Vida y la Muerte (o de la criz vieja), que ya ha aparecido varias veces en estas páginas y también en este soneto de don Enrique.

¿Por qué este argentino escribió no sólo un soneto, sino su obra más famosa (La gloria de Don Ramiro), ambientada en Ávila? Pues esto tiene que ver con la fluctuante historia de aquel país, que a pesar de tener poco más de dos siglos, ha dado muchas vueltas. Al principio, cuando los españoles de allí guerrearon por su independencia con los españoles de aquí, renegaron de todo lo español de aquí para poder definirse como argentinos aquí y allí. Llegó un periodo de exaltación de los pueblos prehispanos, y hasta llegaron a adoptar modas gabachas por distinguirse de nosotros. Manda huevos.

Pero según avanzaba el siglo XIX sucedieron varias cosas. A diferencia de otros países americanos, que conservan muchos rasgos culturales anteriores a la conquista, en Argentina -como en EEUU*- todo lo nativo fue barrido para ganar terrenos para el ganado. No tenían mucho de lo que sentirse orgullosos. Luego, la llegada de inmigrantes de una Europa empobrecida (especialmente italianos, pero había de todo) comenzó a crear una amalgama cultural que transformó hasta el idioma, que evolucionó -especialmente en los barrios obreros y marginales- hasta conformar cosas como el ininteligible lunfardo, que es la base de lo que hablan ahora; o de esa manera de lanzar improperios, DENME MAYÚSCULAS MÁS GRANDES, que en Argentina ha alcanzado cotas jloriosas.

Pero, como reacción. los argentinos cultos y de clase alta pronto buscaron crear una identidad refugio, algo propio a lo que agarrarse y considerar plenamente argentino. Y aquí se acordaron de que eran españoles de allí. Entonces se lanzaron a una pirueta mental que no deja de tener su gracia: decidieron que ¡ellosh eran muy españolesh y mucho españolesh! Y no sólo eso: eran los españoles que lo habían hecho bien, echando a los borbones y proclamando una república próspera (entonces lo era, algo de razón tenían). Y -junto con otros países de allí- dedicieron que iban a escribir la mejor literatura en castellano; de ese movimiento sale gente como Rubén Darío ¡¡¡que también vivió en un pueblecito de Ávila!!! (Navalsauz).

El momento fue tal que así

En esta búsqueda modernista de raíces donde aparece el señor Larreta. Agarra la pluma, se pone a escribir y decide ambientar su mejor obra en el momento cumbre de la historia argentina: ÁVILA POSTMEDIEVAL. Efectivamente, en el siglo XVI, Ávila no sólo muestra todas las esencias de Esp-p-paña, sino que además es próspera y tiene gente interesante y que escribe defrutamadre. Es lo que pudo ser y no fue; pasado ese momento todo se va al garete en España, y en Ávila todavía más abajo del garete. La gloria de Don Ramiro** es un tostón que pueden leer por la curiosidad de ver cómo un argentino de hace cien años veía a la Ávila de hace quinientos (ojo, que el joío se documenta, y lo del ambiente lo logra). Hubo hasta un intento de hacer una ópera con el argumento, pero no cuajó. No nos quedaba más narices que hacerle un homenaje; pobre hombre.

Enlace al mapa

(*) En las guerras de independencia norteamericana, muchas tribus indias lucharon con los británicos; no iban desencaminados en pensar que en eso de proclamar libertad y derechos humanos, los nativos no iban en el lote. En Argentina el episiodio es menos conocido (no rodaron películas ignominias como «La conquista del Oeste») pero igual de masacrante.

(**) Don Ramiro es tan abulense que vive y mora en el Torreón de los Guzmanes, sede actual de la Diputación Provincial de la Provincia; conformándose en antepasado literario de Chusma o Topamí.

1 comentario en “Homenaje placado a Larreta (Á.S.M. 79)

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