He visto brillar rayos-C…

Las Puertas de Tannhäuser son uno de los monumentos más originales de Ávila, y mirad que tenemos cosas raras. Construidas con nuestra roca plutónica favorita, el gran-hito, pero con hojas de material casitransparente (que permiten vislumbrar un fondo lovecraftiano) y base de ladrillo enfoscao. Se encuentran en la Calle de la Dama, que está dentro del recinto amurallado; sí, hombre, es la calle del portón trasero de la Exacademia de Exintendencia, actualmente Archivo Histórico Militar Con Cosas; lugar en el que hubo una plazuela que tuvo que ser muy bonita en tiempos postmedievales, pues a ella daban dos edificios magníficos de esa nuestra más jloriosa época: el Hospital de Santa Escolástica y la Iglesia de Santo Domingo; y todo esto se perdió en el tiempo, como lágrimas en la lluvia*.

Ávila ha tenido desde siempre una larga relación con el cine; es algo típico de las ciudades frías y aburridas; ande si no vas a estar mejor un miércoles de invierno que viendo una película; a ser posible de éstas que echan ahora, que duran varias horas, te duermes tan calentito, y ya no te acuerdas si eso de la mantícora que quería poner generadores eólicos en el Raj británico multidimensional pasaba en Tar o en Avatar. Y no sólo eso, después de la película vas y pones un coloquio u mesa redonda sobre la influencia de Kierkegaard en la trama de El Séptimo Sello, con José Luis Garci, Eduardo Torres-Dulce y Carlos Boyero, moderada por nuestro héroe local de la crítica, Juan Carlos del Pozo «el Películas», y nos parecería lo más interesante que ha pasado en nuestra ciudad en el último siglo.

Sabido esto, la corporación municipal decidió erigir un monumento cinéfilo, emblemático y barato, para lo que se pensó en alguna obra representativa de la ciencia ficción, nuestro género favorito. Se barajaron varias posibilidades, como «Con AVE y sin peajes», «Una Noche en el Museo III: La subsede mutante», «Días de radioterapia» o incluso «Chusmatrix»; pero al final se eligió Blade Runner (no sin críticas de la oposición, porque el ambiente crepuscular y la trama recuerdan demasiado a la agrupación local del CHOE cuando hay primarias y aparecen replicantes por todas partes).

Los artistas municipales se pusieron manos a la obra, y poco a poco, cerveza tras cerveza, la idea fue tomando forma. A partir de la frase más famosa de la película, se decidió construir una representación que imagina a las Puertas de Tannhäuser como unos arcos boludos** con crestería gótica; colocándose en los vanos una superficie acristalada que, como hemos dicho, permite intuir borrosamente, más allá de las puertas, un paisaje desolador y postapocalíptico. Hay turistas que afirman haber visto a Cthulhu moviéndose entre la maleza. Los dos rayos-C surgen del suelo, dos emisores circulares*** bajo un cartel de fierro morroñoso y metacrilato.

Como ya somos Ávila Clever und Smart City, en el cartel morroñoso se informa al turista de todo esto que os digo, con un QR que nos dirige a la web de Ávila Estupenda, donde podemos escuchar una locución con la voz de Rutgerus Hauer o Constantino Romero (dependiendo de la selección de idioma) promocionando los productos gastronómicos locales.

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(*) De ellos nos queda casi nada, apenas fachada y media.

(**) Por su decoración, no argentinian pun intended. Las pelotillas adornando cosas son típicas de muchos palacios de Ávila.

(***) Parecen simples focos, pero piensen ustedes qué leches iban a iluminar en esa posición. Realmente son emisores de Rayos-C, los trajeron expresamente desde el Área 51.

La plazuela de Donfran

La Dedicatoria Morroñosa (ferrare humanum est) es otro de esos homenajes escondidos que tanto nos gustan a los abulenses. Se ubica en la Plazuela del Párroco D. Francisco López. No traten de buscarla en el Gúguel Maps porque es otro de esos espacios adimensionales/inexistentes; las viviendas que dan a esta plaza en realidad deben su numeración a las calles Francisco Gallego, Nuestra Sra de Sonsoles o Jesús del Gran Poder, que en ella convergen. La morroñosez proviene de que para realzar el homenaje se han elegido un par de largas macetas de nuestro metaaaaal favorito*, sobre las que se ha colocado una placa de metacrilato.

Vista genital, digo cenital, de la plaza, antes de la reforma.

Hasta hace pocos años, la plazuela no existía, estaba ocupada por una manzana triangular con sus casas viejas. Posteriormente fueron derribadas, y -como pueden ver en la foto ut supra– el lugar se convirtió en improvisado aparquing (sin «gorrilla», dadas sus reducidas dimensiones) para vehículos. Y, recientemente, se terraformó el espacio para enlosarlo y dedicárserlo a D. Francisco López, quien me consta que no tiene culpa de este desaguisado. Donfran, al que conocí bien (llegó a ser mi jefe en determinado momento de mi vida laboral), fue un cura con especiales dotes como impulsor de proyectos de todo tipo (de viviendas sociales, educativos, etc), hijo adoptivo de nuestra ciudad y sin duda, merecedor de una plaza. Pero de una bien hecha, que el hombre, además, entendía de construir cosas. Hasta barrios enteros, cuando se puso a ello.

Explicados estos datos, vamos a describir lo que tenemos aquí. Siguiendo el modelo de hurvanizmo imperante en la actualidad, en el primer momento se procedió a crear un triángulo enlosado y vacío, alrededor del cual se permite aparcar vehículos en batería, que el barrio anda escaso de plazas. La cosa quedaba un poco deslucida, así que se le añadieron, en la parte alta, un par de estructuras morroñosas en las que plantar arbustos que proporcionasen algo de vida a la plazoleta. Es en este engendro metálico-vegetal (como el Pokemon Ferroseed) en el que se ha colocado la sencilla placa que homenajea al susodicho párroco, y en el que no se hace referencia alguna a las importantes actividades extraparrocales que desarrolló Donfran (aparte de las de decir misa, quiero decir).

Y he aquí que hace unos días, y ante la nula atención prestada por los viandantes a este desangelado espacio, se le añadieron unos bancos de piedra y unos arbolitos que, si sobreviven a sequías, vandalismos y otras plagas, puedan aportar sombra y algo de vida al lugar. Y en este momento, hemos de hacer un inciso para mostrarles una foto de la plazoleta que, como pueden ver, presenta una acusada pendiente, pues se ubica en la ladera sur de la ciudad.

Cuesta abajo y sin frenos

Pues bien. ¿Han visto alguna vez esos documentales en los que los ejpertos se preguntan cómo los egipcios pudieron construir las pirámides sin ayuda alienígena? Pues aquí nos pasa lo mismo, pero al revés. ¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI se puedan colocar esos bancos manteniendo la inclinación de la pendiente?

QUE IMHOTEP OS HABRÍA CORRIDO A LATIGAZOS Y ARROJADO A LOS COCODRILOS SAGRADOS COMO OFRENDA.

QUE COMO SE SIENTE UNA ABUELA DESPISTADA, O BIEN SE ESCURRE Y SE ESNAFRA, O SI APOYA LA BOLSA DE LA COMPRA, SALEN LAS PATATAS RODANDO HASTA EL RÍO ADAJA.

Es que me puedo imaginar a los ñapas en plan «a mí que me ice, yo soy un mandao», pero cohone, ¿naide del ayuntamiento con dos dedos de frente ha visto esto? Don Francisco, perdónelos porque no saben lo que hacen. Pero es que ni p**a idea.

Con esta actuación, dos de los lados del triángulo ya tienen su engendro. Nos queda el lado este, que de momento sólo tiene un rebaje de esos para hacer accesible la acera (en primer plano en la foto de la pendiente), de varios metros de ancho, preparado para que hordas de personas de movilidad reducida puedan entrar y salir del triángulo con comodidad. Que no es que me parezca mal… Es que el barrio en el que se encuentra es ya de por sí tan hostil para este tipo de personas (escaleras, cuestas, adoquines, aceras estrechas y mal pavimentadas, por empezar a hablar) que este «detalle accesible» sólo para entrar a donde nadie entra, parece un chiste malo.

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(*) Colocar este material en algo que hay que regar y que está en la parte alta de la plazuela añade gracia al asunto; pronto pequeños riachuelos de orín salpicarán el enlosado, extendiéndose como tentáculos de Cthulhu. Claro, que recientemente @gbuenadicha me ha enseñado que también existen alcorques tapados con acero corten. O tempora, o mores.

Penitenciágite, hermanos, el fin se acerca*

La Cruz de Ambiente Postmedieval preside una de las calles más emblemáticas de Ávila, denominada alternativamente como «Calle de la Muerte y la Vida» o «Calle de la Cruz Vieja». La cruz está fabricada en madera, tiene un tejadillo protector, y cuelga de una de las paredes del conjunto de edificios que conforman la catedral de Ávila. Completamos la ubicación; esta calle zigzaguea entre la Plaza de la Catedral y la de Adolfo Suárez, y tiene un trazado peculiar, pues presenta dos curvas de 90º. En una de ellas se encuentra el elemento monumentoso que traemos hoy al Á.S.M y que, de alguna manera, transmite el «ambiente postmedieval» a una calle singular, tanto que quizá sea propia calle la que realmente merezca estar en el Street Museum.

Como vds. saben, en muchas ciudades existen callejones típicamente típicos, de esos por los que, al pasar, sientes una mezcla de miedo y emoción por recorrer un lugar especial, legendario, misterioso, titotatín tatín. En Ávila, ese lugar es la Calle de la Cruz Vieja o de la Muerte y la Vida. De ella se cuentan varias leyendas de capa y espada, que por ser denominadas leyendas supondremos que son mentira o, al menos, herencia recibida.

Empecemos por la segunda denominación, la de Calle de la Muerte y la Vida, que tiene varias explicaciones, a cual más inverosímil. Por un lado, podría aludir a las figuras que aparecen talladas en relieve en los remates del edificio catedralicio que se encuentran precisamente sobre la cruz. Aunque muy deteriorados por el tiempo, se puede distinguir un esqueleto que llega desde más allá del Muro de Hielo portando el cadáver de Jamie Lannister, bajo la efigie de la dama Khaleesi, entre sus dos dragones horripilantes. OÑO, QUE ES VERDAZ, MIRAD LA FOTO. Si en Ávila estás, a Juego de Tronos vas.

[ Foto de la web de alojamientos rurales Casas de Gredos , grasias de antebraso]

Por otro lado, lo de «de la muerte y la vida» podría aludir a que la parte central de la calle (la que se muestra en la primera foto), por estar oculta a las miradas gracias a su doble giro, era la preferida por los nobles abulenses para realizar esa histriónica costumbre de batirse en duelo; con el previsible fatal resultado para -al menos- uno de los dos contendientes, al que se alude con esa alteración de la forma normal de la frase. Porque si dices «calle de la vida y la muerte» aludes a un proceso natural, pero de esa manera queda más en plan «el muerto al hoyo y el vivo al bollo».

Finalmente, se baraja la posibilidad de que el nombre haga referencia al gato del campanero de la catedral, tras caer desde la torre en la que éste tenía su vivienda (justo en el lugar en el que comienza nuestra calle), mientras bajaba hacia el suelo, en un estado cuántico similar al del felino de Schrödinger, esto es, indeterminado para su dueño hasta que llegase al suelo y se manifestase uno de los dos.

Vamos ya con la denominación «Cruz Vieja». Esto plantearía la posibilidad de que alguna vez la calle se denominase «Calle de la Cruz Recién Puesta», pero no… Junto a una de las ventanas aparece la inscripción «LA CALLE Ð LA +» (a secas), véase la foto bajo estas líneas. Parece ser que ese «vieja» aplica a la calle, no a la cruz; y eso es porque en Ávila se bautizó otra calle con el nombre de Calle de la Cruz, lo que provocó una duplicidad intolerable; y por ello se decidió añadir lo de «vieja» a la primera calle, para destacar que fue la primera de las dos con ese nombre. Es como lo de los Brueghel o los Plinio, cuestión de primacía.

He aquí la inscripción

Aunque esa + del pétreo grabado hay quien la interpreta, por la fecha, como «Calle de la Suma», haciendo referencia a una iniciativa política del Duque de Lerma (#SUMAR), caracterizada por sumar una propiedad inmobiliaria tras otra hasta totalizar medio Valladolid, y luego, medio Madrid. El partido debía de ser muy rojo (de izquierdas, para los millennials), tanto que hasta el mismo duque terminó vistiendo siempre de ese color.

Lo cierto es, leyendas aparte, que cuando te atreves a pasar en solitario por este lugar a veces sólo oyes el eco de tus pisadas en el silencio. La escasa iluminación y las sombras de los contrafuertes de la catedral (en los que podría estar oculto cualquier maleante, espectro, o candidato a la alcaldía, prestos a abordarte con aviesas intenciones…), induce en el estado de ánimo cierto desasosiego. La cruz que en ella se ubica no hace sino añadir un plus de peligrosidad (y otro de nocturnidad, si es de noche) a ese desasosiego; no me negarán que cuando uno ve una cruz en una curva, no presagia nada bueno.

Y para añadir una teoría a este mundo de leyendas becquerianas, una propuesta mía, que tiene que ver con una extraña puerta sita en la mesma esquina de la cruz (cuarta y última foto) y que podría explicar ambas denominaciones de una vez. Según mis himbestigaciones, la cruz conmemoraría la infausta noche en la que un obispo, recién aupado al cargo que en su día fue de Prisciliano, y preocupado por la responsabilidad que recaía sobre su persona como pastor de esta nuestra impía grey, paseaba desvelado por los desiertos pasillos de su nueva seo. Llegado a un lugar del claustro, quiso saber a dónde comunicaba esa puerta, contra la que el deán y los presbíteros le habían prevenido: «Monseñor, por esta puerta no salga». Arrimó la oreja a la misma, y pudo escuchar extraños gemidos e invocaciones. Imaginando que algo demoníaco se urdía tras el portón, lo abrió y salió al exterior gritando «Vade retro, Satana», sin percibir que la puerta que a esta calle comunica se halla como a metro y medio sobre el nivel del suelo, perdiendo pie y dando con su episcopal solideo contra el empedrado, a la vez que -en ese su último acto como prelado en activo- sorprendía a una pareja que, oculta en las sombras de la calle, se refocilaba. Sic transit gloria mundi, dijo ella.

La Prevención de Riesgos Laborales brilla por su ausencia**

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(*) Se ve así, aparte de porque mi móvil es de gama media-baja, porque aproveché un día de niebla para hacer la foto y que quedase como en esa escena de «La noche de los muertos vivientes».

(**) Puertas elevadas parecidas he visto en lugares donde se carga o descarga material o ganado en camiones, dada la antigüedad, no creo que sea el caso. Más bien, que ahí falta algo.

Escuchando «Así habló Zaratustra» gana mucho.

El Ávila Street Museum, superado el medio centenar de entradas sin poder confirmar o no el posible intercambio de subsedes entre el Á.S.M. y el Museo del Prado, les trae una nueva maravilla monumental abulense. Se trata de «Morroñito», el logotipo-mascota de esta nuestra postmedieval ciudad. Morroñito se ubica al principio del Paseo del Rastro (o al final, si vienen ustedes desde el otro lado), al lado de uno de los torreones del antiguo alcázar de la ciudad. Está fabricado en -obvio- fierro morroñoso con incrustaciones de algo parecido a la baquelita.

Morroñito simboliza la perfecta simbiosis entre las Ciudades Patrimoño de la Humanidad y ese metaaaaal* denominado, en su nombre no comercial, «fierro morroñoso». Un material que, desde el mismo día de su fabricación, ya parece deteriorado e inservible. Que te dan ganas de llevarlo al punto limpio, porque el chatarrero no te va a dar ni las gracias. Y que expande su morroñez, si la lluvia y demás inclemencias colaboran, descargándola sobre las losas para pringarlas de orín, marcando el territorio.

El hábitat natural de los fierros morroñosos son las rotondas, pero la especie ha demostrado una gran adaptabilidad para invadir otros nichos ecológicos, como los paseos peatonales o las plazas porticadas. En el caso que nos ocupa, y para aumentar la propia inservibilidad del fierro morroñoso, Morroñito tiene una inscripción de autobombo. Nos explica que, con cargo a presupuestos de muy diversas fuentes, se sometió a la muralla a una terapia de rehabilitación, o algo así, para que todos los presentes lo vieren y entendieren (y nos votaren**, si llega el caso).

En un bello giro del destino, el escudo que preside la inscripción de Morroñito está algo perjudicao. En otro giro, este engendro propagandístico de lo bien que se hacen las cosas se ubica a escasos metros de donde se produjo uno de los últimos derrumbes de la muralla. No diremos es cosa del karma, pero se le aproxima.

Aquí pringamos todos

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(*) Se nos ha ido un poco el puntillo heavy.

(**) Dado que las partidas presupuestarias de realizador y colaboradores pertenecían a partidos distintos, de esos que escenifican su rivalidad en el Congreso y otros foros, no se debió de ver conveniente citar nombres que pudieran arrastrar votos al adversario. Si hubieran sido todos del mismo lao, la cosa hubiera sido distinta.

Nuestros PostHornos más PostFamosos

Llegamos a la quincuagésima entrada de este museo, con un especial, especialmente dedicado al cartel que traigo ante sus fauces: «Hornos Postmedievales». Se ubica en la Calle del Marqués de Santo Domingo, justo a la entrada de los Hornos Postmedievales, en la zona baja del recinto amurallado, muy cerca de uno de los accesos para la visitación de la muralla.

Quede claro que el monumento es EL CARTEL (o, para ser más exactos, la expresión en él contenida), que es el que está en la calle, no los susodichos hornos, que por encontrarse en el interior de un entresuelo adaptado para usos museísticos, no cumplen el principal requisito de esta página. Los hornos pueden visitarse abonando el precio de la entrada y penetrando en el interior durante el horario que se indica. O mirando por los ventanales, lo que ustedes prefieran.

Los hornos, vistos desde la época actual, por la ventana.

Como ya conocerán los visitantes de este museo, la palabra «postmedieval» es una de nuestras favoritas, empleada para describir cualquier artefacto arqueológico aparecido en este nuestro bló. Ávila es muy postmedieval y mucho postmedieval. Algunos pensarían que nos la inventábamos, pero, como habrán podido ver, el 80% de lo que les hemos ido contando en estas paginas es cierto y 80% restante, si acaso, se puede considerar licencia poética.

A lo que vamos. Los prefijos «pre» y «post» pueden tener sentido en determinados contextos. Se puede hablar de un chisme preincaico o posclásico, hablando de civilizaciones/periodos de los que se conoce menos que de los que se toman como referencia. Vale. Existe, poejemplo, la acepción «postmoderno», para describir a determinados individuos o a su producción artística, pero en este caso es por su antagonismo con el periodo anterior, incluyendo -no me negarán- cierta rechifla en su significado: «se oponen a los llamados ‘modernos’ pero no saben ni lo que son, porque tampoco tienen mucho más en común».

Pero esto de decir que hemos encontrao un «horno postmedieval» es, como la canción de las Spice Girls, «wannabe», en el sentido de «querer y no poder». Si los hornos son del XVI, no son medievales. Y punto. Que son postmedievales: sí. Pero también postvisigodos, postneanderthales y postjurásicos. Búsquense otra expresión; para una vez que esquivamos lo de «de Santa Teresa»… Hornos de alfarería renacentista, Talleres Artesanales del Siglo de Oro, Hornos Viejunos de Cohone, «Botijos Lope, est. 1542», Antiguos Hornos Intramuros.

Desde este bló aceptaríamos, y de hecho recomendamos, sin embargo, denominar «Mercado Postmedieval» a ese carnaval con cosas que los abulenses celebramos al final del verano*. Miren, ahí igual sí que está bien aplicado.

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(*) Seguro que @gbuenadicha prefiere algo más clarificador, como «simulación de mercado pocomedieval en diferido sin aparcabicis». Pero nunca llueve a gusto de todos.

Hágase un selfie aquí, hombre, pero con sol.

El fotogénico monumento «Si en Ávila estás» se compone de 5 letras metálicas sobre una peana del mismo material. Complementa el chirimbolo un conjunto de focos que por las noches puede iluminar las letras en colores variados, según el pantone de la celebración que toque somewhere over the rainbow. También se pueden iluminar de día, pero no queda tan vistoso, claro; gastarías luz a lo tonto. Se ubica en lo que viene siendo el aparcamiento junto al Humilladero de Los Cuatro Palos, sito en la Carretera de Salamanca s/n a mano derecha.

La función de este esdrújulo letrero es servir de compañía para las fotos de los turistas, que pueden posar haciendo el canelo al lado de las letronas, con las murallas de Ávila de fondo. Hay que reconocer que la idea ha tenido éxito, pues el sitio se presta a ello. En la foto que presento no es tan aparente, que la he hecho apóstata con una luz bastante pestosa en fondo y forma, pero en realidad es posible realizar encuadres de lo más artístico y fotos de lo más curiosas, sobre todo si la luz acompaña y tienes la suerte de ser un ser muy empotrable. Hasta el Gúguel Maps tiene, en la foto tomada desde el lugar, el momento en el que se produce uno de estos eventos.

Así, con este identificador, nuestra ciudad se une a otras con míticos letreros, como el de Hollywood, el de Schweppes o -sin duda, el más logrado- el de Marbiella. Y aquí pienso yo, ante tanta belleza, qué no diría Kant, si pudiera ver estas letras. A nosotros, con algo a mitad de camino entre el síndrome de Stendhal y la intoxicación por salmonella**; nos empujaría a escribir algo como su famoso Beobachtungen über das Gefühl des Schönen und Erhabenen mit Kartoffeln und Solch und Solch.

Como dato campestre y biológico, en la rústica parcela que hay en la ladera detrás del letrero, si se tiene paciencia y el día acompaña, es fácil ver conejillos de la subespecie local (Oryctolagus cunilingus) correteando por la hierba (si se están quietos es más difícil verlos, salvo para un ojo avezado en avistar conejos).

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(*) El título del post, para los afortunados que no lo sepan, es pura casualidad, en ningún caso hace referencia a esta bella melodía. Que ustedes pueden escuchar, bajo su cuenta y riesgo, si lo desean. No nos hacemos responsables.

(**) Es el estado habitual del Camarada los viernes por la noche, pero no lo suele usar para escribir posts. Una pena.

El famoso bló de palos, hecho piedra

El Monumento a Los Cuatro Palos es un bello grupo de postes con dintel, alrededor de una cruz, ubicado al lado de la carretera salamanquesa, en un cerro sito frente a nuestra ciudad*, desde el que se disfruta de una jran vista de la muralla y cosas adyacentes. Homenajea a uno de los más famosos blóses abulenses, que está algo inactivo últimamente debido a que sus miembros (o más bien, los miembros de sus miembros) comenzaron a levantar ampollas, con sus sagaces comentarios, entre los sectores más poderosos de nuestra ciudad. Así que les pusieron una cruz (ahí está, entre los palos), y les dijeron que estaban más guapos comentando los partidos de voley playa.

Técnicamente, el conjunto es lo que se denomina «humilladero», esto es, que los escritores del bló tuvieron fueron humillados y silenciados, y castigados de rodillas con los brazos en cruz, después de escribir en la pizarra 50 veces «no volveré a exponer las vergüenzas de la política local en mis asquerosos posts».

Cuando nuestro áspero clima lo permite, el lugar se llena de turistas que acuden en masa a fotografiarse en tan majestuoso promontorio, desde tiempos postmedievales. La propia Santa Teresa, copatrona local, dicen que tiene dos fermosas historias relacionadas con este lugar. La primera cuenta que -siendo niña- se escapó de casa para buscar el martirio en tierra de moros, siendo alcanzada por su tío en este preciso lugar (lo que demuestra que la Tere de geografía andaba un poco regulinchis, porque iba pa Salamanca**). La segunda, que harta de las trabas de las autoridades locales (religiosas, civiles y militares, en esto coincidía con nuestros ojomeneados del bló), se fue cabreadísima de Ávila, a fundar conventos en cualquier otro sitio, y tuvo el bello gesto de sacudir sus alpargatas, también junto al humilladero, exclamando a los vientos en pose indómita cual Escarlata O’Hara postmedieval, que de nuestra ciudad no quería llevarse ni el polvo.

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(*) Técnicamente, el cerro ahora forma parte de nuestra ciudad, por lo que topológicamente está dentro, a la vez que enfrente de. Seguro que los alemanes tienen alguna preposición que rige acusativo y que expresa esta situación con una sola palabra. Hinausgegenüberinnerhalbkartoffeln, o algo con más diéresis.

(**) Claro, que igual iba a solicitar el traslado de expediente para el Erasmus al secre de la USAL.

Hold my beer

«Sujétame el cubata» es una escultura alegórico-deconstructivista ubicada en el centro de una fuentecilla que a su vez se encuentra en el centro geotérmico del jardín de San Antonio. Estuve tentado de ponerlo en el Ávila Road Museum (pues la fuente sería la rotonda central del parque), pero la ausencia de vehículos (excepto carritos de bebé y sillas de ruedas) y la posibilidad de bordearla en el sentido de las agujas del reloj me hicieron decantarme por el Á.S.M.

La escultura representa a un par de ninios angelicales haciendo cosas propias de la edad, con la chorra al aire. A diferencia del más famoso de sus congéneres, el manneken pis, el chorrillo de agua -cuando funcionaba- lo echaban por el cubata; y también por otros chorriproyectores alrededor de la base. Debido a su antigüedad -y a estar destinada a un lugar mayormente húmedo-, no está construida en fierro morroñoso. Tanto la escultura como la base y los mecanismos hidráulicos han sido restaurados varias veces, sin mejorías destacables.

Para los que seáis de otras partes menos áridas, sabed que el estado natural de una fuente en la meseta abulense es ésta: seca y sin chorro alguno. Sobre todo, si está puesta en la plaza de un pueblo de la Moraña (que es la parte norte y menos montañosa de la provincia). Algunas de esas yo creo que no han echao chorro en la vida; pero hay que ver la fiebre que les dio a los alcaldes por poner fuentes ornamentales en lugares en los que, en verano, hasta las lagartijas llevan cantimplora. Aquello fue un culo veo, culo quiero, y alguien se forró vendiendo ranas, venus afroditas o patos que teóricamente echaban agua por algún orificio.

La fuente, como dije, está rodeada de un pequeño estanque en el que de pequeño tuve un incidente: haciendo el canelo sobre la superficie helada del mismo, ésta se rajó bajo mi peso y el principio de Arquímedes hizo el resto. Me salvó la vida el hecho de que en el estanque sólo cubra unos 15 ó 20 cm. Me calé los pieses hasta por encima de los tobillos; si llega a ser la otra fuente, que está en el lado del parque cercano a la antigua estación de autobuses, termino como Leonardo di Caprio en Titanic.

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Soldadito, marinero, conociste a una sirenaaaaaa

El monumento a las Anclas de Rana se ubica en la Plaza de la Marina, un pequeño espacio ajardinado en la zona norte de la ciudad. Se compone de un ancla de metal (¡Ojo! ¡Que no es de fierro morroñoso!) y de una roca, ambos de considerables dimensiones. Una placa muestra la leyenda «Primer Día del Mar», que fue una fiestuqui que se inventó la Organización Marítima Mundial (una cosa de la ONU), declarando tal efeméride el 29 de septiembre de 1978.

El caso es que, quizá por lo reducido de nuestra línea de costa (0’000 kms, redondeando*), es un monumento al que los abulenses nunca le hemos dedicado mucha atención. Vamos, que no pegaba mucho con nuestra pertinaz falta de conciencia marina. Nos falta know-how marítimo, nos falta espertise, nos falta flower-power… Vamos, que vivimos en un sitio tal que si el nivel de los mares subiera un kilómetro, seguiríamos teniendo que coger el coche para ir a la playa. El único ancla que conocíamos por aquí era un pub en la zona sur de la ciudad, ande la rotonda con fuente.

Es de suponer que el ayuntamiento buscaba, con esta erección monumental, conseguir para nuestra ciudad algún tipo de ente u organismo, como la Escuela Naval Militar o los astilleros de la Armada; pero -como nos suele pasar- se descartó nuestra candidatura por defecto de forma.

Lo que sí que echo en falta es que Ávila no tenga un monumento conmemorativo del Día del Espacio, que es el 4 de Octubre, y que coincide con la fecha del fallecimiento de nuestra copatrona Santa Teresa (aunque su festividad se celebre el siguiente, el 15**). Sobre todo, porque trésnicamente, el espacio nos pilla más cerca que el mar.

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(*) El problema de determinar cuánto mide la línea de costa de cualquier sitio tiene implicaciones matemáticas curiosas, ya que depende de la precisión de tu mapa. En Ávila, en cualquier caso, lo hemos solucionado rápidamente, asignando de manera arbitraria la longitud citada, sea cual sea la precisión del mapa.

(**) Volvemos a recordar que la reforma del calendario coincidió justo con aquel evento, en 1582. Se eliminaron 10 días de un plumazo.

Ahora no hay manera de amorrarse al caño ni bajarse al pilón

La Fuetne del Pardillo es uno de los monumentos más famosos y celebrados de Ávila, a pesar del estado en el que lo ven. Se ubica en un paraje al norte de la ciudad, al final de la Calle Valladolid, justo al lado de la Ermita del Resucitado*. Realizada en piedra, en época postmedieval, hasta hace poco echaba chorrazos de agua por sendos caños, actualmente desaparecidos. Tiene labrados los escudos de armas de gente importante (supongo); polomenos del escudo central cuelga el famoso pellejo de ovejo, ese que era el símbolo de la casa de Borgoña (el Tostón de Oro, creo que lo llamaban).

De su importancia da fe un cuadro de Joaquín Sorolla, pintor que pasó por nuestra ciudad. Contratado para dibujar (sin salirse ni dejar huecos) lo más representativo de cada región española, Sorolla pintó un fermoso cuadro alusivo a nuestra ciudad. ¿Y qué pintó? Pues las murallas y la Fuetne del Pardillo, en una vista imposible (las murallas no están detrás de ella; antes tó eso era campo), pero que prueba que en aquel tiempo los abulenses gustaban de festejar, al lado de la fuente y de la citada ermita, con mucha más marcha de la que tenemos ahora, y bien arreglaos y espercojaos. Véase:

Detalle de la Fuetne pintada por Sorolla

A Sorolla, como a Caprotti por aquellos mismos años, le gustó Ávila; y éste podría haber sido el principio de una gran amistad pero, lamentablemente, los abulenses empezamos a hacerle rimas con el apellido y lo que nos podía comer, y Joaquín se fue cabreado de esta ciudad, de vuelta para su levante natal (menos mal que Caprotti no rima con nada, aunque el apellido también se las trae). Se conservan muchos más cuadros de esta colaboración. Vamos, que Sorolla casi nos hizo un Ávila Street Museum avant la lettre.

Me informan por el pinganillo que el Ayuntamiento de Ávila tiene pensada, licitada y desenclaustrada la reforma integral de esta fuente y su entornillo. Al paso que van estas cosas aquí, suponemos que con la integral reforma pasará, durante bastante tiempo, como con la integral de ex (es un chiste matemático mu malo).

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(*) Y cerca de donde vive mi amigo Eu, que me ha recordado la existencia de esta fuetne, y ha reivindicado su importancia y la de las fiestas de su barrio, que comienzan dandopolculo con cohetes a las 6 de la mañana del Domingo de Pascua, y luego derivan en procesiones y un megabotellón -con abundante comida panificada, eso sí- en ese mismo lugar.