
¡Otra escultura para el Á.S.M.! Y esta está recién inaugurada. Se trata de la estatua dedicada al cadete desconocido, que pasea circunspecto con un portafolios, camino de clase. La estatua forma parte de la fiesta del 150 cumpleaños de la Academia de Intendencia, el cole donde enseñaban a los cadetes a abastecer de pertrechos al resto de militares. Como la susodicha Academia ya no existe, suponemos que ahora las provisiones las piden por Glovo o Just Eat.
La escultura es obra del Coronel Romay, que no sé si será primo del jugador de baloncesto, porque si os intentáis hacer un selfie con el cadete veréis que tiene cuerpo de pivot de los Minnesota Timberwolves. Tampoco se corresponde mucho con el recuerdo que yo tengo de los cadetes, que eran unos chavales más bajitos que ese, con pelo corto, que visitaban las discotecas de la época, “Los Caballeros” y “Liberty”, entrando en conflicto regularmente con la mocedad local.
Durante la erección de la escultura, el general al cargo de la cosa pronunció estas palabras que cito literalmente “A nosotros nos llena de orgullo y satisfacción que, después de 150 años, tanto el Cuerpo de Intendencia como la ciudad de Ávila sigan manteniendo vínculos inquebrantables”. Ojo, que el comienzo de la frase podría significar, veladamente, que alguna princesa venga a cursar estudios de intendenciología a esta academia*.
Otro de los inaugurantes, también militar, comentó que entre la Academia y Ávila “se ha generado una simbiosis”; lo cual puede que sea correcto, porque Ávila cada vez más parece un liquen (simbiosis de hongo y alga), de esos que cubren el granito de Gredos, allí donde ninguna otra forma de vida es capaz de prosperar.
(*) Otra frase (buah egke soy yo) literal del acto fue: “Quién sabe, a lo mejor algún día los cadetes vuelven a Ávila”. Yo ahí lo dejo.