Sensei por el lado de la sombra

Tras la «Dedicatoria con lío I«, aquí viene la II (estaba claro que ese palito numeral romano no presagiaba nada bueno). Esta glorieta se ubica en la Glorieta del Escultor Antonio Arenas, que como a los abulenses no les sonará de nada, y a los forasteros, menos, os diré que es la que se halla en la confluencia de las calles San Pedro Bautista, Santa Cruz de Tenerife (casualmente, la misma que la Rotonda con lío I), Virgen de la Soterraña y Luis Valero. La que está debajo del Pabellón Municipal de San Antonio.

El lío comienza por una rotonda que no es tal, no es redonda y además no se respeta la prioridad de giro, si vienes por San Pedro Bautista y quieres girar a la izquierda tienes que ceder el paso aunque tú estés rotondeando. Mal vamos. Continuamos para bingo. La glorieta está dedicada al escultor y maestro Antonio Arenas, como se puede leer en esta noticia que cita un acuerdo municipal del municipio, de 2015. Hasta ahí, vamos bien. Y pallá que me fui con mi cámara de fotos móvil a inmortalizar el cartelín que dejase constancia para la posteridad la citada dedicación, cosa que me resultó imposible por falta de cartelín.

Lo curioso del caso es que en el centro de la no-glorieta hay una escultura, pero ni es del citado escultor*, ni está dedicada a él. Como pueden admirar en la afoto, ahí se representa ¡en fierro morroñoso! (¡por fin volvemos por el buen camino!) a un karateka en posición de hacer algún movimiento de esos con grito adyacente y nombre codificado en kanji. Una chapa en la peana de granito local nos saca de dudas: se trata de un homenaje a Luis Javier Dominguez, profesor que fue de la citada disciplina, prematuramente fallecido.

Sensei por el lado del sol (naciente)

Dominguez Villahoz era una persona mágica. Imagínense ustedes a lo peor de la sociedad abulense, compuesta por todos esos niños que no hay quien les aguante (rebeldes, hiperactivos, tocapelotas, traviesos, etc, etc). Pues a muchos de ellos, iba algún cuñao y les decía a sus padres: «apúntale a kárate** » . Y entonces les llevabas a clase con Luis Javier. Y te quedabas mirando el desarrollo de la clase, desde el cristalillo del pasillo por las rejendijas de las cortinillas. Y veías cómo, por algún extraño hechizo oriental, todos esos energúmenos en miniatura se quedaban como corderitos obedientes siguiendo las órdenes y enseñanzas del sensei. Sin levantar la voz, sin amenazar con castigos, sin mostrar enfado ni cólera.

Vale que a la salida volvían a comportarse como cabestros, bueno, pero poco a poco iban mejorando y en algunos calaba la filosofía del equilibrio y el respeto***. Conste que yo apunté a la mía por lo contrario, para que no se quedase sentada en casa conversando con su hámster; y le gustaba karatear. Sin embargo, ella ha heredado de su padre la nula capacidad de concentración que se requiere para repetir las katas sin confundirse; y tras un par de años sin pasar del cinturón blanco, abandonó la disciplina; no sin pena, porque adoraba a su profe.

Resumiendo, desde este bló aplaudimos la dedicatoria al maestro Luis Javier, pero ¿qué ha pasado con Don Antonio Arenas?

Enlace al mapa

(*) Parece ser que es de un tal Emilio Sánchez.

(**) Utilizo la acentuación hispana de España, esdrújula, En hispanoamérica creo que prefieren la llana (karate) y mis nulos conocimientos de la lengua nipona me hacen sospechar que allí dirán «kara…té» y con cara de mala leche.

(***) Cosas filosóficas que admiramos de los japoneses, cuando se les pasa lo de la filosofía del Bushido y el Kokusui shugi.

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