Retomando el hilo de un post anterior, he reconsiderado mi postura y voy a incluir esos engendros denominados «deportes multiaventura» en la categoría de deportes. Cosas peores esiten; y esto, además, lo lleva en el nombre, asínque vamo a ello. Por acotar un poco, los deportes multiaventura son juegos y actividades colectivas en las que lo principal es conseguir que un grupo de adultos pague* por competir entre sí a lo que sea; cuanto más cipóticamente, mejor. Se valora también que se arriesgue la integridad física, pero sin pasarse, como en El precio justo. ¡Colabora y compite! ¡Adrenalina y coaching! ¡Qué overdose, qué síndrome!

Los deportes multiaventura son una actividad que, desde esta bitácora, desaconsejamos. Para empezar, haremos referencia a los dos colectivos principalmente implicados en reservar estos eventos: las direcciones de RRHH (exhibit 1) y las despedidas de soltero (exhibit 2); con esto bastaría. Luego está la propia actividad en sí, que es muy variada, y pueden aparecer algunos de los deportes que hemos desaconsejado anteriormente en este bló, aunque modificados genéticamente para darles un toque lúdico-festivo; también hay actividades expresamente diseñadas para multiaventurarse.

Como hemos dicho, muchas empresas tienen a bien organizar jornadas de convivencia para sus empleados, a modo de salario emocional** y para fomentar que los empleados follen se relacionen entre ellos, y así (a) tengan más lazos de afinidad con la empresa y se sientan inclinados a permanecer en ella y (b) curren como esclavos felices. Una cosa está clara, si tu empresa te lleva a un tinglao de estos es que (a) no quiere que te vayas y, por ende, (b) lo que debería hacer es pagarte más y dejarse de gastar dinero en chorradas.

Seamos claros; todo esto surge cuando los de RRHH se ponen a medir desempeños*** e investigar dónde se pueden conseguir sinergias; y va el jefe y les recuerda, con sonrisa de Gato de Cheshire, que Ellos También Entran, esto es, que o justifican su trabajo o podrían ser sinergiados a la p__a calle. Como sólo entienden de nóminas y finiquitos, pegan muchos bandazos y se lían a inventar paripés estilo mr wonderfil con nombres en inglés: Team building, Career path, Helter skelter, etc. Por eso, las empresas suelen pedir actividades de colaborar y organizarse (escape room, paintball, gymkanas de orientación, etc).

El segundo caso (las despedidas) es todavía más arriesgado, porque se suelen elegir las actividades más bestias y es casi obligatorio (a) ir puesto hasta las trancas y (b) tratar de poner al novio en una situación en la que peligre su vida o su capacidad reproductiva. Les escribe alguien que ha sido partícipe de una de estas insensateces. Aquí priman las actividades guerrilleras (paintball, barranquismo, tirolinas, rafting…). De las de las despedidas de solteras no puedo hablar porque no he ido a ninguna.

Habrán notado vds la repetición del paintball, es la actividad multiaventurera por excelencia. Como he dicho, tuve la desgracia de realizarla una vez, en una despedida. El monitor nos explicó las reglas (¿?), nos dio el equipo (un casco de soldador y un mono), y añadió como quien no quiere la cosa «si hubieran venido chicas, tenemos estos petos nuevos porque, en fin, tetas esiten, y los pelotazos duelen, pero a vosotros no os hace falta…», a lo que yo respondí inmediatamente que me diera uno, siendo imitado -poco a poco y tímidamente- por el resto de participantes (que a pesar del alcohol ingerido, debieron razonar éste sabe algo****). Acto seguido, salimos al campo (un bosque de encinas y chaparros), y pasando absolutamente de las reglas y de las banderas, nos vaciamos los cargadores en menos de 5 minutos.

Ahora bien, organizar una batalla de paintball en una empresa puede ser fatal. Por un lado están los que deciden participar y divertirse y se meten animosamente en el papel de rambo; aquí veremos cómo el ardor guerrero lleva al conflicto (sobre todo con los del propio equipo que se muestren torpes o cobardes). Luego están los piensan que eso es una estupidez y no se muestran participativos; al alejarse de su batallón se convertirán en blanco fácil de los rambos del equipo contrario, que les crujen a pelotazos; y ya está liada. Como vemos, en todos los casos habrá conflicto. Como punto positivo, es una oportunidad inmejorable para que los jefes sean víctimas de balas perdidas o incluso de fuego amigo.

En cuanto al resto de actividades, hay muchos tipos. Si tu empresa tiene pasta, hasta igual os llevan a actividades en la nieve, que son caras, pero también aburridas -las raquetas de nieve son un coñazo- y sólo se alegran con las preceptivas batallas de bolazos o cuando alguien se esnafra en una placa de hielo. Otras actividades implican hacer el canelo por la naturaleza (orientación, trekking, caballos, etc) siendo especialmente adrenalínicas las que incluyen montañas o ríos.

También hay ejercicios con equipamientos raros y específicos, que suelen implicar meterte dentro de algo (una bola, un disfraz, un futbolín gigante) a hacer el idiota; tiene la gracia de que puedes ver a Puri, la guapa de Marketing, y al estirao del Sr. Céspedes, de Contabilidad, revolcados por el suelo, peleando por un premio. Y luego hay otros pasatiempos en la línea de los juegos de rol, dinámicas de grupo, improvisación, etc; que también son tirar el dinero: no van a mejorar el buen rollo entre los empleados si no existía previamente; pero sí que pueden confirmar que el lameculos del jefe es un lameculos integral.

Por todo esto y más, aquí queda nuestra desaconsejación.

(*) De hecho, pasar por caja es la principal característica de estos deportes. Si vais al campo y hacéis el canelo por vuestra cuenta no se considera Actividad Multiaventura. Sólo cuando el grupo abona la correspondiente tarifa, perderse en un pinar con un mapa del tesoro o hacer el pingüino sobre la nieve se consideran Deportes Multiaventura.

(**) El salario emocional es cuando te pagan en abrazos, lacasitos, kudos y feedback. Sobre esto, recordad siempre el consejo de una de las más grandes, Doña Concha Piquer.

(***) Again: por más métricas de objetivos, encuestas de satisfacción y talent shows que monten para valorar el desempeño, al final sólo buscan excusas para prescindir de ti si llega el caso. Y por eso, recordad que cuando os hagan la típica encuesta de «puntúe al empleado que le acaba de atender», salvo si ha sido un verdadero gilip__as, tenéis que dar la máxima nota, porque un 8 sobre 10 no es un notable alto, es un Hay que esforzarse más, Gómez, y un 5 sobre 10 no es un aprobado, es un Gómez, alap__acalle.

(****) No era así, no había jugado nunca, pero soy de natural escuchimizao y prudente, y preveía lo que podía suceder y sucedió. Con todo y eso, un disparo por la espalda a bocajarro***** cuando todavía se suponía que no habíamos empezado me hizo una herida en el cuello (y eso que llevaba puesta la braga de la bici), aunque tuvo la virtud de despertar mi instinto asesino. Como aquello se convirtió en un «todos contra todos» (en especial, contra el novio), y es difícil reconocerse con las caretas y los monos de combate, mi táctica fue aliarme con otro que no estaba muy borracho, y buscar ataques dos contra uno (ojo, esos gestos peliculeros en silencio de tú por allí, yo por aquí son útiles), lanzando zancadillas y golpeando con la culata del arma para ahorrar munición. Al día siguiente, algunos se extrañaban de la cantidad de moratones que tenían por el cuerpo. Y yo recordaba a Homer Simpson: Alcohol, causa y solución de todos los problemas.

(*****) Sí, está prohibido. Pero la guerra es la guerra. Y yo iba por «la parte de la novia», a diferencia del resto del grupo.

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