La Rotonda de las Vacas Avileñas está ubicada en la Glorieta de Nuestra Señora de las Vacas, que es la del arco del puente, que es la puerta de la muralla que mira hacia el río Adaja, y hacia el lejano oeste, si uno tira para más allá. Un chirimbolo de piedra (probablemente reciclado de algún otro ex-monumento, como el del Padre Liquete) y un par de chapas sobre el chirimbolo (sospechosamente parecidas a las del susodicho padre) forman este sencillo homenaje. Bueno, sencillo es pasarse.
Está claro que los arqueólogos que excaven nuestra ciudad en el futuro podrán identificar claramente el estrato correspondiente al periodo posterior a la crisis del ladrillo (el postladrillense, o postburbujeño para otros autores) gracias a la presencia de este tipo de monumentos, que muestran a las claras la escasez de fondos del consistorio. En concreto, esta dedicatoria pudo sufragarse gracias al sobrante de la partida presupuestaria para la chocolatada del día de los mayores*.
Para los forasteros que no conozcan la historia de nuestra ciudad, hemos de explicar que allá por la época postmedieval se construyó en el exterior del perímetro amurallado una ermita consagrada a la Virgen de las Vacas**, patrona de los chuletones y también del barrio que entonces, siendo un arrabal de la ciudad, estaba poblado por gente humilde y trabajadora. Pronto, los mozos de este barrio demostraron una gran devoción hacia la juerga (jarana, dicen ellos), y a montar fiestas que rivalizaran con las «oficiales» de la ciudad, con notable éxito (el listón tampoco estaba muy alto, seamos sinceros).
El ayuntamiento, a petición popular, decidió dedicarles una rotonda, y he aquí en lo que quedó la promesa. Bueno, al menos la promesa se cumplió, no como otras cosas. La rotonda no está en el barrio de las Vacas, pero como ellos se van de juerga por toda la ciudad, portando la imagen de su patrona, pues parece que el sitio les vale. Nótese que leer el cartel es complicado; para hacer la foto me tuve que colar, con riesgo de mi integridad, dentro de la propia rotonda, en una fresca mañana de invierno.
(*) Es un acto prepostelectoral en el que se reparte chocolate con churros gratis al sector mayoritario de la población abulense (los nacidos entre el achelense y el auriñaciense), provocando la afluencia masiva de abueletes que no se pierden una de éstas aunque el médico les haya prohibido el azúcar, sus derivados y demás excesos.
(**) Al parecer, la aparición mariana se produjo en una vaquería; al no existir en el siglo XIII la denominación de la Raza Avileña Negra Ibérica, no se ha podido constatar la vinculación con la misma; pero no cabe duda de que las posibilidades de que las vacas pertenecieran a esta variedad es bastante más alta de la que se otorga a la presencia del obispo San Segundo en nuestra urbe, y -ni que decir tiene- a la de los restos del apóstol Santiago en Compostela.