Aparca al ras, si tienes narices…

Ahora que se acerca el Mercado Medieval, acometemos un post especial para denunciar la desaparición paulatina de los AAAs, los Alcorques Afilados Abulenses, que forman parte de nuestro patrimonio granítico local, al igual que los berracos bettones y los palacios del XVI bis.

Los AAA son las piezas esquineras de granito, al borde de alcorques y aceras, que delimitan con precisión las plazas de aparcamiento, de manera que el mero roce con el neumático pueda causar un reventón o al menos una buena marca visible en el lateral, como la cicatriz de lapéndice. Acompaño, como siempre, de unas imágenes descriptivas; si bien no he encontrado ninguno de los recién instalados, cuando la esquina está tallada en perfecta escuadra, de un modo que su punta podría utilizarse para manejar átomos en un microscopio electrónico de barrido.

Perdiendo el filo
La horrenda moda del biselado
biselado a dos aguas

En la antigüedad, Ávila estaba llena de estos elementos disuasorios, ya en tiempos de los sarracenos Jimena Blázquez pudo hacer frente a un ataque gracias a que las ruedas de las torres de asedio quedaron destrozadas al arrimarse a los AAAs; pero poco a poco estas obras del arte poliorcético se están perdiendo. Es normal que la erosión y las injustificadas acciones vecinales hayan mellado estas puntas, e incluso el ayuntamiento -saltándose las leyes de patrimonio a la torera- últimamente ha procedido a redondear algo las afiladas esquinas: terror de conductores, azote de aparcadores imprecisos y defensores de acacias y magnolios. En los barrios de expansión preburbujera aún quedan algunas que presentan un borde más o menos cuadrado, pero las calles del centro están prácticamente arrasadas. Casi nada queda de las proezas de nuestros maestros canteros.

El horror
La ignominia

Además de los AAA, Ávila es rica en BBBs, Bordillos Burladores de Biciclistas, que consisten en que las aceras tengan unos bordillos particularmente altos en las zonas frecuentadas por ciclistas y otros obstaculizadores del tráfico rodado, de manera que no se puedan arrimar mucho al límite de la calzada, pues se corre peligro de que el pedal, en el punto más bajo de su recorrido, impacte contra este elemento, provocando un efecto de acción-reacción que puede provocar la caída hacia el lado contrario -hacia el centro de la calzada- con posterior atropello por vehículos en ambos sentidos, si hay suerte. Así, estos indeseables usarán el carril bici (donde pueden sufrir otra serie de catastróficas desdichas, pero eso es harina de otro costal).

He aquí la obra

El Ávila Street Museum vuelve con una obra de arte escultórico que se nos había escapado, ¡y es un Chirimbolo Morroñoso sobre un Bonito Hito de GranitoTM Abulense! Nos congratulamos. Se trata del recordatorio-homenaje al sacerdote D. Jesús Bustos* (al que tuve el placer de conocer, pues fue mi profe de religión en el cole**), y está situado (no tan) al lado de la que fue su parroquia, la del Inmaculado Corazón de María (ICM para los locales). La pieza, como digo, representa lo que podría ser una estola (o un chaleco-sotana, no sé), sobre un pedestal con placa dedicatoria.

Continuando con el tema de la ubicación, al principio me costó dar con ella. Nuestro lector y crítico holístico Willy me había indicado la presencia de la escultura; pero yo me puse a recorrer visualmente el perímetro exterior de la iglesia y no la encontraba. Y es que resulta que la dedicatoria está al otro lado de la calle***, pues incluye un ENG (Espacio No Googleano), denominado “Paseo D. Jesús Jiménez Bustos” (técnicamente, eso verde que hay detrás). Que así parece que le han dedicado una calle, pero no; son lugares adimensionales, como los paseos del Padre Liquete o de Rodríguez Almeida. No aparecen en el Google Maps ni en ningún callejero de la ciudad, pero haberlos, haylos.

Como datos adicionales del personaje, al que perdí la pista al salir del cole, D. Jesús fumaba como una colacha, incluso en clase, por lo que tenía la voz ronca y las canciones de misa le salían como el «I was born under a Wandering Star» de Lee Marvin. Otra curiosidad es que D. Jesús jugaba al fútbol de cine, alguna vez se animó a dar algunas patadas con nosotros en el recreo; y supongo que es la causa de que la parroquia tenga un campo de fútbol sala, en el que alguna vez fuimos a jugar. En 2008 recibió el Premio a los Valores Humanos del Ayuntamiento de Ávila por su labor a favor de las personas sin techo y con problemas de subsistencia. Un buen hombre, por lo que sé.

La del ICM es una iglesia (ya no tan) nueva, construida en un barrio de viviendas sociales y militares del franquismo, pero que conserva en su portada algunos arcos románicos de la extinta Iglesia de Santo Domingo, ya citada en este blóghj, derribada a finales de los 40’ para instalar el picadero de la Academia Militar de Intendencia. Por último, el autor de la obra es David López Martín, y fue dedicada por una cofradía de la que fue promotor, la Hermandad de la Estrella.

Bola extra: El teléfono de la parroquia sólo se diferenciaba en un número con el de mis padres, y de vez en cuando nos llamaban por error. Y como mi hermano mayor se llama Jesús, si preguntaban por ese nombre se ponía él. En una de éstas, una feligresa comenzó con el preceptivo “avemaríapurísima, padre, que me quiero confesar”, pero él, sorprendido, le advirtió de su error de inmediato; lamentándose luego de no haber tenido más reflejos para ponerse a escuchar los pecados y otorgar la absolución, con la preceptiva y -seguramente inmerecida- penitencia.

(*) Al parecer. D. Jesús era “Jiménez Bustos”, pero casi todos le llamábamos D. Jesús Bustos.

(**) Algún curso nos dio religión otro cura, del que no tengo tan buen recuerdo, y hasta aquí puedo leer.

(***) La obra se encuentra en realidad en la esquina de la C. Hornos Caleros (anteriormente, 18 de Julio) con la C. Héroes del Alcázar (sus recuerdo los orígenes del barrio, casi todas las calles tienen nombres alusivos al Glorioso Calzamiento).

La guerra es un deporte de lucha que, según Terry Pratchett, es como una pelea de borrachos en un bar, en la que, tras los preceptivos insultos y amenazas (sal a la calle y te lo explico, ¿tú y cuántos más?, etc), cada uno de los líderes dispone de un ejército.

La guerra es un deporte que, desde esta bitácora, desaconsejamos. Es el más antiguo y el peor de todos los que hemos sacado en esta lista, pero su número de practicantes, voluntarios o forzosos, sigue creciendo.

Ir a la guerra por tu país o tus ideales siempre se consideró una cuestión de honor y valentía, a la que se tenía que ir contento y cantando himnos (y borracho o drogado, aunque eso se suele omitir). Uno de los libros del susodicho Pratchett, “Voto a bríos”, describe perfectamente esa sensación de “euforia prebélica” por ir a pegarse con otros chavales de tu edad sólo porque nuestros mandamases se odian o quieren más territorio a costa del enemigo. En el original, el libro se llama “Jingo”, que es un palabro británico relativo al nacionalismo militarista y expansionista sobre otras naciones, razas o religiones, a las que hay que conquistar porque yo lo valgo (entendiendo ese yo como la patria).

Este expansionismo donde ya no había sitio fue una de las causas de la Primera Guerra Mundial. Una antigua máxima dice “si vis pacem, para bellum”. Sin embargo, en este conflicto se produjo el hecho inverso; todos se preparaban para la guerra tan deprisa que, en lugar de disuasión, el miedo a que los rivales se adelantaran y atacasen por sorpresa precipitó los acontecimientos. Soldados de todos los países, contagiados por la propaganda que vendía una “guerra justa”, estaban seguros de volver a casa por Navidad, tras apalizar al enemigo; pero las trincheras pronto estabilizaron el frente, y aquello se convirtió en una máquina de picar carne de tropa durante más de cuatro años.

Sobre la Segunda Guerra Mundial, muchas veces se nos ha dicho que la cobardía de los líderes occidentales tras las anexiones, por parte de Hitler, de los Sudetes y Austria, fue contraproducente y condujo al ataque a Polonia; tras la cual ya sí que hubo una respuesta valiente. Pero la confianza en sí mismos de los generales también tuvo su parte de culpa. Por un lado, Polonia respondía sin ceder a las bravuconadas alemanas sobre el corredor de Danzig, confiada en la ayuda de Francia e Inglaterra (y alomojó también de la muy antifascista Unión Soviética) y en su propio ejército; ya que según las teorías imperantes desde la antigüedad hasta 1918 (y en el Risk) era necesaria una proporción de fuerzas de 2 a 1 o hasta de 3 a 1 para iniciar un ataque contra el ejército que defiende con posibilidades de éxito. Por otro, Alemania estaba confiada en que estos países se volverían a acobardar; y en caso contrario, estaba segura de vencer. Y tanto Francia como Inglaterra suponían que sus fuerzas combinadas y la Línea Maginot bastarían para derrotar a Alemania. La táctica y la tecnología se encargaron de demostrar que no era tan fácil. El resultado, sí, finalmente fue una victoria aliada; pero para Polonia, que era el “casus belli”, supuso devastación, millones de muertos y pasar a ser un estado títere de la URSS*. Con su honor a salvo y monumentos a los caídos, eso sí. ¿Qué hubiera pasado si se hubiesen achantado ante Hitler? A cojón visto, la valentía polaca salió mal, pero no sabemos dónde se habrían detenido las ganas de Lebensraum del bigotes; y los analistas coinciden en que haber dado más tiempo a los nazis les habría permitido tener más y mejores armas.

Las religiones también han tenido un gran papel en esto de montar guerras, si bien muchas veces era más una excusa para justificarse y motivar a la soldadesca; y el trasfondo real era meramente de poder y territorios para los que mandaban. Eso de que matar infieles está bien pero si te matan ellos a ti irás al cielo es un win-win que nunca falla para convencer a valientes. Pocos se paran a pensar en aquellos ripios…

Vinieron los sarracenos
y nos molieron a palos,
que Dios ayuda a los malos
cuando son más que los buenos.

Por todo esto y más, aquí queda nuestra desaconsejación, y ójala existieran un infierno, un karma y reencarnaciones en escarabajo para todos los que promueven estas matanzas, empezando por los diminutivos (Putín y Benjamín).

(*) De hecho, Churchill, rendida Alemania, quería continuar la guerra hasta liberar Polonia de las garras soviéticas, y preguntó a sus generales** por la viabilidad de la operación. Le respondieron algo parecido a eso de “No es por no ir…”.
(**) Stalin preguntó a los suyos lo mismo, en este caso, para seguir liberando el resto de Europa*** de las garras capitalistas, con similar respuesta por parte de sus generales terminados en “ov” o “enko”.
(***) Por cierto, al principio de la guerra muchos comunistas franceses estaban en contra de la intervención contra Alemania; pero no por pacifismo, sino porque técnicamente supondría declarar la guerra**** a su amada URSS, aliada de los nazis en ese momento.
(****) Tanto Francia como Inglaterra estuvieron a punto de declarar la guerra también a la URSS, sobre todo tras la invasión de Finlandia, el 30/11/1939. Pero se decidió posponer la cosa, a la espera del “secreto a voces” que sería la traición alemana al pacto Ribbentrop-Molotov.

Loada sea la sagrada barandilla

Después de varios Edificios Singulares, retomamos la senda de Ávila Street Museum, aunque en este caso sería Ávila Stairs Museum… Lo que traemos hoy ante ustedes es el tramo central y único de las escaleras de la Cuesta de Julio Jiménez*. No se trata de una escalera imperial, ni de una escalera santa; pero para los abulenses tiene mucho más valor, porque su barandilla es la misma que usaba Santa Teresa cuando iba paquí o pallí. Así estaba, la pobre. La barandilla, quicir. Oxidada y morroñosa.

Donada a la ciudad por Raimundo de Borgoña en 1102, durante siglos y siglos este agarradero ha facilitado a los abulenses el proceso de ascenso y descenso por esta inestable cuesta; entre ellos, a su habitante más ilustre, fundadora de conventos, señora de los pucheros y doctora de teólogos. La Copatrona, aquejada de artrosis en las rodillas, gustaba de agarrarse a la barandilla, teniendo la otra mano libre para atizar con el bastón a quien osase interponerse en su camino.

Tras haber tenido expuesto para la veneración su cuerpo incorrupto (cof, cof, uhgm), ahora ha tocado a esta Su Sagrada Barandilla pasar por el restaurador. Cada vez más floja, en algunos puntos ya no estaba anclada al suelo; por lo que era cuestión de tiempo que algún transeúnte de avanzada edad, pensando que agarrado al pasamanos circulaba seguro, provocase una torsión y se esnafrase inmisericordemente. La barandilla fue retirada, pero está siendo poco a poco reintegrada a su lugar, protegido mientras tanto por un laberinto de cintas y conos de obra artísticamente dispuestos. Los soportes se han modificado, pero la barandilla es la misma mismita.

Aparte de para los jubilados y prejubilados, la barandilla también ha desempeñado su función en las noches de desenfreno que carcterizan a nuestra ciudad. La propia Cuesta de Julio Jiménez ha llegado a albergar una discoteca, un pub y una hamburguesería; todavía queda abierta la primera, aunque ha cambiado de nombre más veces que Podemos. Más de una vez he contemplado con mis asombrados ojos cómo los últimos de la noche se aferraban a la baranda, en su sopor etílico, tratando de ascender por la cuesta a trompicones, como si estuvieran en el tramo final del Everest.

(*) Julio Jiménez fue un ciclista abulense** de éxito, gran escalador (grimpeur, dicen los gabachos); llegó a ganar el premio de la montaña en el Tour de Francia varias veces, y en el del 67 además quedó segundo en la general. Por eso, en lugar de una calle, se le dedicó UNA CUESTA. ¿Eh? ¿Cómo os quedáis?

(**) Ávila es patria de biciclistas. Recordamos aquí que la mayor hazaña del ciclismo abulense fue la de Agustín Jiménez «El Gafas», en la Subida a Arrate. En un día ventoso y lluvioso se lanzó raudo y veloz hacia la cima, adelantando como una exhalación a todos sus rivales… menos a uno. Tras entrar en meta con el típico gesto de «no ha podido ser» (puñetazo en el manillar) quedóse sorprendido al verse felicitado por todo el mundo: no sólo había ganado, sino que había pulverizado el récord de la prueba. El ciclista que veía delante (remember: «El Gafas», y llovía) y al que no pudo pillar era la moto que abría carrera.

Creative Mode

En Ávila, a pesar de las apariencias, somos modernos para según qué cosas; por eso tenemos todo un edificio (singular y abulense, claro) dedicado al juego de moda entre chiquillos y adultos disfuncionales: Minecraft. Se ubica en la Calle Vallespín, justo enfrente del Palacio de Polentinos (A.K.A. Demia). Los jugadores pueden desplazarse por él, superar pruebas legales e incluso contraer matrimonio entre ellos, como en el SIMS. Al ser un juego tipo sandbox, no hay un objetivo predefinido.

Vista del interior del edificio

Para los que no conozcáis Minecraft, es un juego que combina la construcción y la exploración prospectiva (lo del juez Peinado), aunque su característica «marca de la casa» es el uso de bloques cúbicos* de distintos materiales, que le dan a todo ese aspecto típico de «Exin Castillos» (Lego, para los mu jóvenes). El usuario puede elegir entre distintas estrategias de juego, respetando las reglas y modalidades de cada mundo (supervivencia, aventura, social, contencioso, penal…).

El edificio siempre tiene trajín y a veces hay periodistas a la puerta y todo; por algo Minecraft es el vidriojuego más vendido de la historia. Últimamente, se quejan de que los servidores están colapsados y se han solicitado éstas y otras mejoras.

(*) Todo es cúbico, no sólo las construcciones, también los seres vivos y las personas.

¡Voy a buscar pruebas!

El edificio parece un helao de esos de tres sabores, vainilla, chocolate y nata. Faltan las galletas.

El Archivador Provincial es un edificio construido en varias oleadas y que ha tenido múltiples usos. Su estilo es ecléctico e inverosímil, como pueden ver en la foto que les arrejunto. Lo que se ve a la derecha y arriba de la foto es la espadaña del (convento del) Carmen, que también forma parte de la muralla. El susodicho convento fue uno de los edificios que precedió al Archivador.

El edificio -que es lo que comentamos en este blo- es raro, pero el contraste entre sus añadidos y empalmes tiene cierta originalidad no exenta de valor estético. Por poner algún «pero», las intervenciones en los espacios y en el mobiliario urbano que tiene alrededor (tanto en la Plaza de Concepción Arenal como en la Calle del Marqués de Santo Domingo) muestran un aspecto poco adecuado, desangelado, hostil, cuadriculado, artificial, desprovisto de estilo, descuidado… En resumen, eso que uno lo mira y dice «la de dinero que se han gastao aquí pa dejarlo peor».

Este Archivador conserva, mayormente, papelorios viejos producidos por la Administración (con mayúsculas). Es posible que haya gente que alguna vez vaya a buscar alguno, no digo que no; a veces los historiadores además de admirar pedruscos viejos (como comentamos en el post anterior) también se dedican a hurgar entre documentos que informan de antiguos pleitos, ordenanzas y datos registrales; y así pueden saber de quién eran esos pedruscos o quién los heredó de quién.

Por Javiermes – Trabajo propio, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=83456512

Las Tendrías de San Segundo (es su nombre correcto) son una serie de residuos arqueológicos correspondientes a las antiguas instalaciones donde se curtían las pieles y se realizaban otros trabajos que se ubicaron en los arrabales de nuestra ciudad, al lado del río; por la cosa de tener agua. El nombre procede de un malentendido entre un ejperto en Patrimonio y el entonces alcalde. Cuando aparecieron los restos, el munícipe preguntó «¿qué cohone son estas ruinas y que hago con ellas?», y el historiador le contestó: «Las tenerías, las tendrías que mantener», y el alcalde se lió un poco; y como entonces había perras, se hizo una tapia alrededor para la conservación y puesta en valor de este yacimiento.

Sabrán ustedes, por otras entradas de este bló, que cuando alguien reclama «poner en valor» algo, es porque ese algo no suele ser mu’interesante, y el siguiente paso es crear un Centro de Interpretación*. Si leen esta noticia que enlazo, y buscan por su cuenta otras similares, verán los sucesivos intentos de crear algo medianamente visitable en este lugar nunca han llegado a nada positivo. De hecho, la foto que traigo es de la Wiki, del autor que (re)cito, porque el sitio ese normalmente está cerrado. Recuerdo que a Hija y sus secuaces del cole les llevaron en una visita educativa, y lo único tengo que decir es que al menos ninguno se cayó a ningún bujero de esos.

Las relaciones con Patrimonio no siempre han sido fluidas, siempre está el eterno debate sobre qué valor real tienen las cosas viejas que van apareciendo en nuestro subsuelo. Últimamente las cosas no andan bien, y dicen que «el ayuntamiento desobedece«, pero es normal, los historiadores flipan con cada pedrusco que encuentran, excepto cuando Alguien Importante decide que no es necesario flipar tanto**. Otras veces, como cuando aparecieron cosas medievales al hacer unas escaleras mecánicas postmedievales, se decide volverlas a tapar «y aquí no ha pasado nada». Una opción más barata, desde luego.

Otro inconveniente del sitio es que, salvo en los casos como esta primavera de 2025 que nos ha regado con lluvias abundantes, el río Adaja no pasa de ser un arroyuelo maloliente, y no invita al paseo por sus riberas. Creo, sin embargo, que debería usarse esta circunstancia para que la visita sea más inmersiva, recordando a los visitantes que los olores del tintorero lugar en el que se encuentran serían mucho más nauseabundos cuando estaban en activo.

(*) Ávila cuenta con varios Centros de Interpretación de Cosas. Propongo al Ayuntamiento que cree un Centro de Interpretación de Nuestros Centros de Interpretación.

(**) Sobre estos cambios de criterio pueden leer la entrada sobre el Edificio del Mamoneo, de este mismo blog, en la que me consta que el criterio sobre el derribo de los edificios neomudéjares de la Plaza de Santa Teresa, al lado de San Pedro, no fue el mismo cuando lo preguntó un arquitecto del montón (AKA mi cuñao) que cuando lo preguntó el Sr. Moneo. Y vaya si se permitió derribarlos, en pro de la construcción del engendro que ahora tenemos ahí. Y tenemos más casos: el cementerio musulmán, la fábrica de harinas…

Y tan cerrá

Desde tiempos inmemoriales, las gentes de Ávila se han referido al mercado cubierto de nuestra ciudad como «la plaza cerrá», en contrayuxtaposición a las otras plazas donde se celebra(ba)n «mercados abiertos» (al aire libre), como el Mercado Chico, el Mercado Grande, el Mercad(ill)o del Rastro, el Mercado de Ganados, y no olvidemos al más esparramao, el Mercado Medieval. En estos días su nombre cobra más sentido, pues se acaba de emprender la enésima reforma con vistas a yo qué sé qué, dado el éxito de las anteriores; y se encuentra cerrado al público. La plaza cerrá cerrá.

Uno de los problemas que tiene el centro histórico de Ávila es que ya no es el centro; esto es, la desparramación urbanística de la ciudad se ha hecho como la Ventana de Overton en la política: escorándose siempre hacia la derecha (al este, según se mira el mapa). El siguiente problema es que en el centro vive poca gente. Quicir, tampoco es que en el resto de la ciudad estemos hacinados; pero juntando a todos los habitantes de las 33 hectáreas de la zona amurallada, no llenamos ni medio campo de fútbol (el nuestro, el Adolfo, en el Bernabéu cabe Ávila entera y si nos apretamos un poco, también Soria). Con esas premisas se comprende que este mercado sea cada vez un lugar menos atractivo para hacer la compra diaria u semanal. A ver, en general, el comercio abulense anda de capa caída, pero esto del centro está por los suelos, y si se mantienen algunas tiendas es un poco por la fiel y envejecida clientela, unida al magro aporte de algún turista*.

Lo más triste es que el proyecto original de «la plaza de abastos», de finales del XIX nos dejó un edificio modernista precioso, que en nada se parece al actual. Dicho esto, la reforma que yo propongo es que el carril bici y la ZBE se integren DENTRO de la plaza cerrada, para no perder las subvenciones esas, y dejen de incordiar por el exterior.

La cosa va pa largo, en los contenedores hay hueco.

(*) Esposa ha currado casi siempre en tiendas de ropa, y uno de sus taryet de mercado son l@s madrileñ@s que visitan Ávil@ medio en pelotas y se ven sorprendid@s por una bajada imprevista de temperatur@s**.

(**) Un día normal de los de aquí, vamos. Mira que venir a Ávila en agosto sin una rebequita.

Keops, Kefrén y Adoquinos

La arquitectura abulense continúa depravándonos sorpresas. La última ha sido la erección de una pirámide en plena ZBE, en el centro turístico y terracístico. Operarios municipales estaban construyéndola a toda marcha, para ver si la terminamos antes que el circuito de F1 de Madrid. Ya sólo le faltan algunos retoques y la colocación del piramidión en su cúspide. Si tiene éxito entre los turistas es posible que, a imagen de las de Giza, se complete con otras dos y con una esfinge con la efigie del faraón Chusmenofis III.

Como pueden ver, la pirámide es una réplica exacta, a escala 1:100 (maomeno), de las de la IV dinastía. Nuestro compañero y exbloguero Camarada ya está ensayando (y adelgazando) para representar el papel de Astérix en la inauguración teatralizada «Asterix en Egipto» que tendrá lugar proximamente, con el propio Alcade como Obélix, also starring García Almeida (Cleopatra) y Budiño (Numerobis).

Bai de güey, la moda de mover toneladas de terreno para dejar las calzadas (que siguen abiertas al tráfico) al nivel de las aceras, la veo como una construcción más faraónica que las pirámides, y con menos sentido. Quicir, en una calle peatonal puede estar bien, pero en calles que siguen y seguirán abiertas al tráfico (salvo en eventos y fines de semana), mucho trabajo es, y hasta crea situaciones de peligro; como alguna que he visto en la calle San Segundo, cuando turistas y abulenses despistados no tienen claro el límite de la acera, se ponen a andar por la calzada y no se percatan de que llega algún coche silencioso, patinete o ciclista.

Auditorio + Botellonódromo

Después de un Edificio Singular tan galáctico como el CRA, volvemos a la tierra. El SanFran es un lugar donde a veces los jóvenes hacen botellón (sobre todo en verano), y en medio hay un auditorio. La tradición dice que el edificio original fue fundado por el propio Francisco de Asís, a su paso por España, pero sólo lo dice la tradición; los historiadores dicen que es algo posterior; menudos hijos de fruta. El convento fue a más con el paso de los años, y luego a menos (en esa fase estamos). Tras sufrir incendios, saqueos napoleónicos y desamortizaciones mendizabalescas, quedó en la ruina. Después de su declaración como (boli) BIC en 1931, se han ido realizando intervenciones; primero, para que no se terminase de desmoronar*, y luego, para darle algún uso.

El interior de la nave principal conserva la pinta de una iglesia medio gótica, pero está desacralizada. Para su uso actual como auditorio, la intervención consistió en dejarla como estaba; esto es, el público se queda en los asientos de la nave, y quien sea que actúe, interprete, hable o explique se pone en la parte del altar. Dicho esto, si te pones de la mitad hacia atrás, ni ves ni oyes bien; aunque se empleen micros y megafonía. Se ve que los franciscanos**, cuando fueron exclaustrados en 1835, se llevaron también la acústica del templo. Otro inconveniente, sobre todo en invierno, es la temperatura: en el auditorio hace un frío de pelotas, y eso que le han puesto calefacción. La única explicación que dan los cientéficos es que el interior de la iglesia permanece mágicamente anclado en el funesto invierno de 1835; año que pertenece al final del periodo conocido como «pequeña edad de hielo«.

Aparte, en la cabecera se conserva una torre octogonal, alta y preciosa, que ha sido habilitada como auditorio más pequeñito. Se oye mejor, claro; pero al ser la parte más alta de la iglesia, todavía hace más frío.El edificio se completa con parte de lo que fue el claustro del monasterio, aunque está prácticamente reconstruido desde cero, o incluso desde bajo cero. Ahí hay oficinas y un centro de interpretación del botellonismo.

(*) ¿San Andrés? Aquí nadie ha mencionado San Andrés.

(**) No se fueron muy lejos; sino a la iglesia de los Padres Franciscanos. Pero el templo no se llama San Francisco, sino San Antonio de Padua***.

(***) Que no era de Padua, sino de Lisboa. Todo confundido. Por cierto, la torre de esta iglesia de San Antonio salió ardiendo en un incendio ocasionado por un rayo, en 1990. Para mí, que ya van siendo muchas señales de que Ávila no es lugar para franciscanos****.

(****) El primer mártir cristiano ejecutado en Japon (Nagasaki) también salió de aquí.