Entrada principal con banderas

La Biblioteca de Ávila (hay más, pero ésta es la más grande) es un conjunto de 4 edificios que lo disimulan bastante bien, me refiero a lo de ser cuatro, construidos en distintos momentos y en distintos estilos de pedrusco. La primitiva biblioteca era un edificio de planta rectangular con puerta a la Calle El Tostado*, que ahora es la salida de emergencia de la sala infantil. El edificio aprovechó piedras de otros anteriores, más postmedievales, que aparecieron por allí. Así, la fachada principal del siguiente cacho, que mira al patio del Episcopio o Corralón Carmen Pedrosa, tiene pinta neoclásica, con un conjunto de columnas sujetadoras que le dan otro aire a ese lado, esta parte era al principio tenía diferentes usos (auditorio, escuchatorio, etc).

La torre oscura (Barad-Dur)

Al norte de estos chismes hay una torre más alta, con pequeños ventanucos, basada probablemente en la del monasterio de El Nombre de la Rosa (esa con un laberinto dentro y una puerta en la que hay que apretar donde pone Primum Et Septimum de Quatuor para que te envenenen). Tiene piedra de distinto tono, como menos pulida; las ventanas son más pequeñas, casi como arpilleras, y a distintas alturas.

El contraste visto desde Google

Y luego, en el lado contrario, se realizó una circunscripción de otro edificio de planta cuadrada pero al bies, que se intersecciona con los otros en forma de saliente hacia la muralla. Para variar, la piedra del exterior conserva los bordes cortados a escuadra pero los lados frontales cortados a mordiscos.

Y tiene una escultura -altorrelieve- del Camarada donde casi nadie puede verla

La intersección de tanto edificio no plantea problemas en el interior, puedes pasar de uno a otro sin tropezar, y además plantea, aunque a pequeña escala, esas rupturas de formas raras que quedan bien en un edificio de éstos, a costa de cargarse el forjao y reforzarlo con columnas raras y espacios a distinto nivel.

En resumen, para tener tanto empalme mal hecho, luego la cosa no tiene tan mala pinta como podría suponerse. O a lo mejor es que nos hemos acostumbrao de tanto pasar por allí.

(*) El Tostado fue un obispo famoso por el abuso de los rayos UVA para el bronceado.

Pos al final, cabió

La Cubierta Multiusos es un edificio milimétricamente encajado entre los dos anteriores posts de este blog, la plaza de toros y el Adolfo Stadium. «Pues ha quedao niquelao», cuentan que pronunció el alcalde el día de la inauguración. Con base de bloques de hormigón y techumbre metálica, establece un contrapunto estilístico que distorsiona ferpectamente con el de los dos edificios a los que avasalla.

En general, el urbanismo de Ávila siempre ha sido un poco así; prueba de ello son los barrios planificados durante el pelotazo de la construcción; es como si tres arquitectos hubiesen mezclado los planos que proyectaba cada uno, uno con calles ortogonales como en el Eixample, otro respetando los antiguos caminos y parcelas preexistentes, y otro que trataba de emular a Niemeyer con el trazado cipótico-palomero de Brasilia. Y luego ya, más recientemente, alguien dijo «no hay huevos a meter un carril bici por aquí».

Al menos, aquí no molestamos a viviendas cercanas habitadas, como han hecho con el estadio de la Cerámica en Villarreal, tras su «proceso de expansión», que ha dejado a muchos vecinos con una enorme pared amarilla frente a sus ventanas.

Como pueden ver, está a mitad de camino entre la USS Enterprise y una nave gallinera

La Plaza de Toros de Ávila es a la vez una cosa y un coso, y con esto estaría terminado el post. Pero como en este edificio singular han sucedido cosas curiosas, hemos de traerlo a nuestro bló. Con capacidad para 8.500 personas*, eso implica que cuando se construyó, a finales de los 60, el aforo andaría entre 1⁄4 y 1⁄3 de los habitantes de la ciudad. Por eso sólo se llenaba en esas corridas llamadas «de la beneficencia», en las que se repartían entradas a los ayuntamientos de la provincia. Como sucede con estos edificios en la actualidad, la mayoría de eventos que alberga son musicales, (modo cebolleta ON) si aceptamos como música el ruido que escuchan ahora los jóvenes.

La vista frontal de la entrada de la plaza es algo más imponente, con esa imagen de Puerta de Ishtar de Hacendado en Ladrillo Vitrificado que muestra la imagen de la citada Wiki. Estas enormes torres, enladrilladas hasta el cielo y sin vanos, servían como frontón; aunque creo que esta loable y deportiva actividad se ha prohibido o restringido; hasta nos han borrado la raya que pintábamos con tiza para marcar la «chapa» de los frontones profesionales.

Cito al autor de la foto: De Rodelar – Trabajo propio, CC BY-SA 4.0

Hace algunos años, Willy (el de la ESA esa) propuso usar la infrautilizada estructura para construir un radiotelescopio cónquivo de radiofrecuencias, que permitiese estudiar el espacio profundo y ver los partidos de la Champions; para ello habría bastado con colgar de la cubierta unas lonas con brilli brilli y lentejuelas, que reflejaran las ondas electromagnéticas hacia un receptor central colgandero, en el foco de la parábola. Durante los conciertos y corridas, las lonas se tensarían a posición horizontal, permitiendo dar protección frente al sol, la lluvia u otras inclemencias. Ya tenía hechos todos los cálculos, pero el ingenioso proyecto se pospuso hasta después de lo de la subsede del Museo del Prado, que es lo prioritario.

(*) La plaza de Las Ventas tiene una capacidad de unos 24.000; y la Maestranza de Sevilla de 13.500, por dar una idea. O nos sobra plaza o nos falta ciudad.

Milagro que no se haya caído

El «Adolfo» es el Campo de Fúmbol Municipal de Ávila; y en el momento de redactar estas líneas sigue en pie. Al menos esa grada. Obviamente, su nombre hace referencia a Suárez, el de Madrid-Barajas-T4. El nombre que leen en las gradas (Antonio Álvarez) corresponde a la publicidad de uno de los presidentes y mecenas del club, dueño de una funeraria. Imagino que los presidentes del equipo rival, tras derrotar al Real Ávila, se despedirían de él con el consabido apretón de manos y el «te acompaño en el sentimiento».

Este Edificio Singular tiene varias peculiaridades. Está hecho una piltrafa. Y una cosa que siempre me llamó la atención es que las vigas que sujetan las gradas no sólo son más anchas arriba, sino que tienen un estrechamiento cerca de la base que reduce muchísimo su sección; ahora esas estrangulaciones están tapada con unas chapas (se distinguen en la foto), pero me temo que siguen ahí. Imagino que los diseñadores de la estructura lo tendrían calculado, y a lo mejor esa forma le permite resistir vaivenes y maremotos; pero a mí siempre me dio mala espina.

Otra característica del estadio es que las gradas están muy lejos del borde del terreno de juego. Además del espacio en el que están los banquillos y calientan los jugadores, lo siguiente que había alrededor del campo era un velódromo (ya no existe*, pero yo allí vi a un caimán ganando una etapa de la Vuelta Ciclista a España). Y después del velódromo… tampoco están las gradas, por alguna extraña razón había una especie de corral, que antes hacía las veces de bar y patio de chiqueros. Cuando se podía beber alcohol en los campos de fúmbol, buena parte de los aficionaos se pedían su solisombra y se iban a ver el partido asomando por encima del borde del peralte del velódromo, apoyados sobre esta tapia (ellos y sus copas).

Después de ese patio ya están las gradas. Esto implica que el tío que se sienta en primera fila está viendo el partido a más de 20 metros de los jugadores más cercanos. Como he dicho, los «ultras» que se quedaban en el patio lo veían un poco más cerca, pero los vapores etílicos complicaban la percepción. Quizá por eso (y también por nuestro frío carácter castellano), la afición abulense nunca ha destacado por eso que llaman ser «el jugador número 12». Recuerdo del último partido que vi allí, que, ante la impotencia y la lejanía (hay que gritar mucho para que te oiga el árbitro) se criticaban equitativamente todos los errores arbitrales, aunque fueran a favor de nuestro equipo; y buena parte del público estaba más pendiente del aparatillo de radio, para escuchar si el carrusel deportivo anunciaba gol de Quini o Butragueño.

Como se ve en la foto, el campo no tiene gradas por los fondos, sólo en los laterales. Por eso era normal que después de un tiro a puerta, si el balón iba muy fuerte o hacía ricochet sobre el velódromo, saltara los límites y se perdiera hacia el espacio exterior (el río Chico** o el parking y la carretera). Creo que luego pusieron unos postes con redes para evitar o al menos mitigar estos fenómenos. Como tampoco es un campo cubierto, el estadio no tiene goteras, como los pabellones donde se juega a fútbol sala o baloncesto, cuyos charcos sobre el parquet han provocado que jugadores y jugadoras se esnafren convenientemente.

Por todo lo dicho, nuestro estadio nunca ha sido eso que llaman «una caldera» (mucho menos un Calderón). Parece más un cine de verano, al aire libre. Quizá por eso, nuestro equipo nunca ha pasado de Segunda B, y con las categorías de ahora no sé si está en la 4ª Federación Galáctica o en Resonancia Preferente.

(*) Como se puede ver en las fotos de esta noticia, desaparecido este cacho del velódromo, el campo dispone de una amplia zona de barbecho entre las gradas y el terreno de juego, que podría utilizarse para criar gallinas de esas que viven libres en el suelo y escuchan a Bach, ahora que los huevos valen un huevo. Y durante el partido las gallinas podrían animar algo.

(**) El río Chico, a pesar de este nombre, a veces se enfada por tanto balonazo, y cuando se desborda anega el campo, como durante la crecida del pasado mes, que obligó a suspender el partido.

Ahora es una gasolinera de bajas emisiones (GBE)*

Ya estamos en abril, pero la turra del Yo soy E.S.A. continúa. El edificio singular que hoy traemos a sus pantallitas es la Gasolinera Santo Tomé, uno de los talleres mecánicos mas antiguos de Ávila. Casualmente, antes fue una iglesia románica, y ya en pleno Siglo del Murciélago Frugívoro ha pasado a ser un anexo al museo local, cuya visita recomiendo a los que les gusten las piedras antiguas. De lo que tiene, no les falta de ná. Piedras vetonas, romanas, visigodas, árabes, mozárabes, medievales y postmedievales.

Pensarán vds que me invento lo de la gasolinera, pero no, está ferpectamente documentao. Vale que en su momento eso fue la iglesia de Santo Tomé el Viejo (creo que lo de viejo es porque se refiere al apóstol Tomás, porque el otro Tomé -Tomás, el de Aquino- sería «el nuevo», y -ojo al dato- nació un siglo después de la construcción de esta iglesia); pero pasó a ser ex-iglesia (y almacén de trigo del cabildo) cuando se fueron los jesuitas. Y después pasó a manos privadas por obra y gracia de la desamortización de Mendizábal, un político del XIX con buenas intenciones pero poco acierto (la mayoría de los políticos del XIX en España tuvieron, además de poco acierto, malas intenciones). Siendo ya edificio secular, fue almacén, garaje** y gasolinera, el «Garaje España» de lo que dan fe las fotos de la época. Luego, y hasta la actualidad, pasó a ser parte del museo (cuyo edificio principal, al ladito de éste, también ocupa un palacio que fue de la iglesia, el de los Deanes***).

(*) No había otro sitio pa poner el cartel de la ZBE, ande mejor que pegao a una fachada del XII.

(**) Según una amiga que pertenece a una familia de rancio abolengo, «garaje» es donde se arreglan los coches; donde se guardan es en la cochera.

(***) Un (James) dean es el cura que preside el cabildo catedralicio, y solía ocuparse de las perras****. Un cabildo es un grupo de curas que ayuda al obispo, si se deja (que no siempre se deja). La palabra «dean» tiene el mismo origen latinoso que «decano»: el militar que manda un grupo de diez soldados, y que solía ser más viejuno que ellos, por eso el «decano» de un sitio a veces se aplica al más mayor.

(****) Las perras es como llamábamos al dinero en época postmedieval. Lo de perra venía de una moneda con una figura de un león, que despectivamente llamaban «perra», igual que al águila del exescudo se la llamaba «el pollo». Semos asín.

Era lo que te venía con el Exin Castillos más barato

El Periscopio es un edificio bastante antiguo, medieval. Está adosado a la muralla por el lado de dentro, y es posible que formase parte del (desaparecido) palacio del rey Alfonso VII (el “rey niño” para los abulenses). Del resto del palacio (que luego fue del obispo, podríamos hablar ya del «periscopio episcopal») apenas quedan algunos elementos, como un arco de la puerta que daba a la plaza de la catedral o su intercambiador de teletransporte.

El nombre de periscopio se debe a que Alfonso Hijo, acongojado y parapetado tras las murallas, oteaba desde ahí, con un chisme de esos típicos de la guerra en las trincheras, para poder ver por encima de las almenas sin que te arreasen los ballesteros enemigos. Razón tenía, pues el que tenía que venir (y vinió) fue su padrastro, el rey Alfonso I de Áragorn, con aviesas intenciones: quería cargárselo o al menos controlarlo para dominar también León, que estaba bajo el reinado o la regencia (según el día) de Doña Urraca, hija del anterior rey (Alfonso VI), mamá del susodicho niño (sería el VII de su nombre) y esposa -mal avenida- del Alfonso* I el maño.

Tal que así se asomaba Alfonsito

Alfonsín sólo se atrevió a salir por encima de la muralla para posar en la foto oficial** (la que tenemos en el escudo). El resto del tiempo estuvo escondido. Por cierto, en el photocall se puede ver el nombre completo de nuestra ciudad antes de que fuera también Smart City y Accesible Por Mis Webs: Ávila del Rey, de los Leales y de los Caballeros***.

El fondo de gules aquí en Ávila es un oxímoron.

El Periscopio se encuentra técnicamente en el Corralón Carmen Pedrosa; pero casi nadie de Ávila sabe que ese recinto se llama así, esto es «el patio del periscopio» o «la entrada de la biblioteca». Tiene una entreplanta y una postplanta, a la que se sube mediante una escalera de acceso algo peligrosa, disuasoria; sobre todo en tiempo de inclemencia meteorológica. El Periscopio actualmente está destinado a albergar actividades culturales, con un denominador común: tienen que ser aburridas; apropiadas para jubilados, gafapastas o bohemios de distinto pelaje y contrición.

Esto es lo más animao que han puesto este año

(*) Se ve que se llevaba el nombre de Alfonso, como los Yonatan en los 90 y los Ían ahora.

(**) El escudo abulense tuvo un himno/copilla dedicado al rey niño:

Asomado a la ventana
Sacas medio cuerpo fuera
Ahora saca el otro medio
Ya verás que os##a te pegas

(***) La leyenda del escudo alude a «Los Leales» y «Los Caballeros», que fueron dos famosos bares de Ávila (buenísmios aperitivos); el segundo hasta tuvo una discoteca debajo.

El lienzo norte, propiamente dicho, es la muralla de la izquierda. Lo de la flecha es un auditorio.

El Lienzo Al Norte es un edificio que recibe el nombre de lo que tiene enfrente, cerca, pero que tenía que haber estado lejos. Esto que digo parece una tontería, pero aparte de serlo, tiene una una explicación. Y esa explicación que os debo… A ver, lo del lienzo norte de la muralla es una especie de metáfora para designar a la parte de la misma que (metafóricamente también) mira al norte. Pero el Lienzo Al Norte es el nombre que recibe el auditorio/centro de congresos/bar restaurante/bodas bautizos y comuniones que hay situado maomeno frente a esta parte de la muralla. Fue construido por el Ayuntamiento de Ávila y de su gestión se encarga una empresa privada, algo que es rentable porque no tuvo que pagar la construcción.

El lienzo norte visto desde el lienzo al norte

Desde la explanada frente al auditorio (o desde los ventanales de su bar) hay unas vistas excelentes de esta parte de Ávila, la más fotogénica, sobre todo cuando nieva y los niños van a hacer culing cuesta abajo. La gracia del auditorio es (aparte de una especie de «tinao poligonal» que tiene a un lado) que la mayor parte de su volumen edificado está bajo el nivel del suelo. Y esto es importante, porque la idea del arquitecto* era pasar lo más desapercibido posible. Ahí abajo hay un auditorio para míl personas, otro para cuatrocientas, y más salas y salones y pasillos y hasta váteres, para desarrollar cualquier tipo de sarao multitudinario.

El tinao poligonal citado

El arquitecto no quería competir con esta vista de la muralla, que mucha gente acude a ver al cerro que se ve al fondo de la primera foto (el de Los Cuatro Palos). Curioso rasgo, te encargan un proyecto de esos de «pa deslumbrar», y en lugar de hacer la ópera de Syney o la pirámide del Louvre, buscas cierta modestia. Alguno dirá que bueno, que el edificio está demasiado cerca de la muralla y es algo cantoso. Pero es que NO TENÍA QUE ESTAR TAN CERCA. Y ahora voy con la explicación…

Una vez contratao el arquitecto, se presentó a ver la parcela municipal donde se ubicaría el edificio. Y él tuvo claro desde el principio que no quería competir con el lienzo norte auténtico; y decidió ubicar el auditorio en el punto más lejano de esa parcela. Preparó la maqueta, satisfizo al personal, y empezaron las obras; lo primero, las catas (el bujero)… Y ahí entonces apareció un yacimiento postmedieval de… mierda. Desperdicios. Basura. Miles de toneladas.

Nadie había informado al buen señor que había ubicado su obra SOBRE EL ANTIGUO VERTEDERO DE ÁVILA, operativo hasta los años 70. Shit little parrot. Que se nos había pasao ese detalle sin importancia, oiga. Y entonces hubo que cambiar de sitio el edificio; el Lienzo Al Norte se movió al sur. Y, aparte de replantear, costó más hacer el bujero, porque hay más piedra. Actualmente, sobre el vertedero (convenientemente tapao, sellao, apisonao y asfaltao) hay un parking para roulottes y caravanottas, y la explanada donde se ubica el recinto ferial -cuando toca- y que también sirve de aparcamiento al auditorio.

(*) Francisco José Mangado. No era de Ávila. Es un dato importante, porque cualquier persona de mi edad o mayor que conserve la memoria (aún quedan) se acuerda de ese vertedero, anterior a las tasas por reciclaje.

Faltan los caballos

Los establos postmedievales son un espacio museístico reducido, habilitado al lado de la muralla. Realmente corresponde a los sótanos de un palacio (el de los Sres. Vela) que ya no existe; estuvo adosado a la muralla (como hacían muchos nobles para ahorrarse una pared) pero fue derruido. Como sucede aquí encontrisque aparece algo viejo, las cuadras sufrieron un proceso de turisticabilización (también llamado “puesta en valor” o “vamos a gastar aquí un dinero culturalmente gastao, pa que vean que semos culturistas”). Yo creo que ahora ni abre* (no estoy seguro, alomojó los puentes o cuando haya más turismo).

El espacio está publicitado como “Bóvedas del Carmen”, que es un nombre** que no invita a la visita. El ex-palacio ni siquiera tenía una leyenda romántica, como el de Manqueospese, aunque seguro que en esos establos hubo más de una coyunda. Dentro había (una vez que entré de casualidad) otras piezas arqueológicas, pedruscos en su mayoría, algunos más viejos que yo; no sólo del antiguo palacio; también había cosas de los vetones, que eran como llamaban a los habitantes de este territorio antes de la época postmedieval. La entrada era gratis. Y ya.

(*) Cada X tiempo, se gastan un dinero para mejorar los establos. Que no se diga. Como en el Centro de Interpretación de Schrödinger, ya citado en esta bitácora.

(**) La puerta de la muralla que tiene al lado se llama Arco del Carmen (o de la Cárcel, o de la Espadaña***, o del Paridor o…). Y es la única que es simultáneamente de entrada y salida para el tráfico rodado (a la vez no, que te esnafras; tiene una señal de esas de «estrechez, deja pasar al que sube»). Además, también es la única puerta de la muralla que no mira al frente, sino que está desenfilada con respecto al lienzo en el que se ubica. Y fue destruida por los guerrilleros Cary Grant y Frank Sinatra (con Adolfo Suárez de extra) en la fumadísima versión de la Guerra de la Independencia de la película «Orgullo y pasión«.

¡QUITARSEN DE LA LAERA QUE VAMO A DISPARÁ!

Foto de Avilared del artículo citado ut supra

(***) La espadaña era el campanario del convento del Carmen, que tampoco ha resistido el paso de los años. Pero las bóvedas no eran del convento del carmen, eran del palacio de los Vela.

Aquí se viene a lo que se viene

El Paridor de Ávila, también conocido como Paridor Raimundo de Borgoña, es un edificio postmedieval inaugurado en los años 60 por Don Manuel Fraga*; quicir, en lo que viene siendo su etapa hotelera, porque anteriormente fue el casoplón de los marqueses de Benavides (y otros títulos adicionales). Realmente, de la etapa de los marqueses queda poco, casi todo se ha reconstruido en estilo Paradores.

El nombre de Raimundo de Borgoña honra al gabacho que acudió, con otro montón de borgoñones, a repoblar estas tierras a finales del S. X. Fue llamado por Alfonso VI, que le concedió la mano de su hija Urraca**, con la que Rai tuvo al menos dos hijos (Sancha y Alfonso, que llegó a ser rey) en esa su tarea repobladora; se desconoce si repobló algo más la zona con alguna moza de clase inferior, como era costumbre entre la nobleza de la época.

Con tal precedente, no es de extrañar que la principal función de este Paridor sea la fornicatoria; los Paridores -especialmente los cercanos a Madrid- cumplen esa noble función; el primero de la cadena también está en la provincia de Ávila (el Parador de Gredos), donde consta que Alfonso XIII repobló algo la zona; mi suegra llegó a conocer a alguna de sus descendientes ilegítimas.

Lo que digo de la cercanía a Madrid no es baladí, muchos clientes en estos paradores perimadrileños respondían al perfil «señor adinerado que dice en casa que tiene una convención pero se va con la churri». Vean si no el primer párrafo de la entrada de la Wiki, ubicándolo en referencia a la capital de las Españas:

¡Estamos al oeste!

Los Paridores son sitios muy divertidos. Una situación típica de los paridores -sobre todo cuando no había móviles- es que algún cliente se olvidase algo (a veces, hasta el DNI); los de recepción llamasen al domicilio del titular de la reserva y allí la respuesta era «huy, sí, es aquí, pero nosotros no hemos ido nunca a ese Parador, será un error…». Una algo menos divertida (en el de Gredos ha pasado muchas veces) es que la carretera se cortase por las nevadas, ante el estupor de los clientes que no estaban allí y no podían volver a Madrid a tiempo, desde esa convención tan importante.

La relajación de las costumbres mundanas ha difuminado un poco esta adúltera función, pero los Paridores siguen teniendo ese tufillo a «fin de semana romántico en un lugar bonito donde hacer un poco de turismo cultural, cenar bien y darnos un revolcón». Que viva don Raimundo el Repoblador. Por cierto, Raimundo trajo a Ávila en su séquito a gente muy constructiva, y por eso tenemos la primera catedral gótica de España. La primera que se empezó, porque todavía no está terminada. Data de finales del X, todavía con planta románica; modificada a partir del XI por el Maestro Fruchel para adoptar el estilo de The Cure o Siouxsie And The Banshees.

(*) Ministro de baños radioactivos durante el franquismo, y fundador del Partido (Alianza) Popular durante el postfranquismo.

(**) Por las cosas del destino y -sobre todo- la prematura muerte de su hermano varón, Urraca heredó el trono de León. Raimundo ya había palmao, el pobre; lo cual le vino fatal a su viuda. Casada en segundas nupcias con otro Alfonso -rey de Aragón-, le pusieron un montón de problemas para reinar siendo mujer (los tuvo con su marido y con buena parte de la nobleza) y tuvo que abdicar en su hijo Alfonsito (séptimo de su nombre, y primer rey de la dinastía de Borgoña por estos lares). Alfonso VII es el que sale en el escudo de Ávila.

El edificio, visto desde la muralla con mi móvil barato. Es que está mu lejos de Ávila.

El Colegio de Huérfanos de la Web de Renfe es un testigo de lo peligrosa que es esa profesión, pues varias ciudades tenían uno; los errores 404 son así de graves. Con paredes de granito y techo de pizarra, en un cerro enfrente de Ávila, recuerda un poco al Monasterio de El Escorial. La línea de la fachada va haciendo una curva que lo hace parecer más imponente, al jugar con la perspectiva. Fue inaugurado en 1956 por Carmen Polo*, y todavía alberga cosas educativas.

Los huérfanos, de 8 a 18 años, estudiaban y vivían en el colegio, bastante aislados del resto de la ciudad (como se ve en la foto, está lejos de tó). Aunque tuvieran tiempo libre, los chavales lo tendrían mal para ir a pasear por el centro o intentar ligar con alguna moza (el colegio era estrictamente masculino, ese “huérfanos” no es inclusivo); en cuanto se iniciase algún escarceo ya tendrían que volverse si querían llegar a la hora de cenar.

La prensa de la época afirmaba que se eligió nuestra ciudad «por lo adecuado del clima»; para mí que eso fue el equivalente franquista a los gulags siberianos, para controlar un colectivo como el de los ferroviarios** aunque fuese en fase larvaria. Durante el curso, eso parecería una historia de Dickens; pero en invierno estarían como Jack Nicholson en el hotel de “El resplandor”. Peor, ni siquiera estaban las gemelas esas. A los de la Escuela de Policía*** también les han puesto el cole lejos, pero al menos tienen un Carrefúl cerca, y hay buses.

Está rodeado de varias hectáreas de jardines con espacios deportivos y paseos arbolados, y en su momento tuvo hasta huerto, supongo que para favorecer la autosuficiencia huerfanil y poder mandarles a escardar en el sentido literal del término. En lo alto de la torre central había dos aljibes de agua de varios miles de litros, suficientes para resistir asedios prolongados o cortes provocados por las obras de la red de calor (se ve que eran previsores).

No se ve en mi foto porque lo tapan los arbolillos del jardín, pero más tarde se construyó un edificio anexo, imitando el estilo (ahora ya no tanto después de la reforma), que prolonga el ala oeste y rompe la simetría, lo cual fue una faena; no por lo de la simetría, sino porque me tocó tender cable de red pallí, y desde el router -en la torre central- me pillaba a tomar por saco y, aparte del coste, íbamos al límite de la longitud aconsejada para que los bits llegaran contentos y la web no diera errores.

Su precio exacto es de 15.720.000 €, por si estáis interesados en comprarlo; al menos es lo que publican los periódicos.

(*) La mujer de Franco, conocida también como “la collares” (esto lo digo para los jóvenes que no leen este bló).

(**) Eran de lo más woke que había en España.

(***) Por cierto, la Escuela de Policía es una de las instituciones que ha pasado por este edificio, en lo que terminaban sus instalaciones actuales.