WTF?

Uno de los dos lectores de este bló, @GBuenadicha, nos ha enviado unas fotos de un extraño elemento artístico ubicado en la plaza de San Nicolás (la de «El Emiliano», si sois de Ávila). Lo único que es evidente es que parece ser una pieza tallada en nuestro Granito™ del Güeno. La pieza es antigua, a juzgar por el desgaste, y está colocada sobre una peana o zócalo bajo del mismo material.

La impresión inicial es que se trata de la peana de una cruz votiva postmedieval, como la que existe en la misma plaza a pocos metros, y como otras cienes que hay en nuestra ciudad y barrios del anschluss. Se habría quedado como el zócalo de la plaza homónima de México, que lo pusieron para monumentar algo conmemorativo de algo, pero algo pasó y nunca se puso la estatua. O puede que -más probable- la cruz se hubiera caído o deteriorado por falta de mantenimiento (pasa mucho, en Ávila).

Pero como pueden ver vds, la peana tiene, además del orificio central donde se insertaría el poste vertical*, dos hendiduras laterales (hay otra similar por el lado que no se ve de la foto), y pequeñas marcas en la parte superior, que hacen pensar que el pedrusco pudiera haber formado parte de una estructura más compleja que una simple cruz.

El susodicho Buenadicha sugiere que tal vez formase parte de una noria (elevadora de agua, no de parque de atracciones) como las ubicadas en las proximidades de esta plaza; una de ellas ha sido restaurada con un resultado discutible (guiño, guiño); pero esta hipótesis tampoco nos termina de convencer, y más proviniendo de un adorador de la Peña del Sol. Además, la erosión del chisme es uniforme por todas sus caras; apoyando que haya sido siempre una «base independiente», esto es, no tallada para ser parte de un edificio o estar encajada con otras piedras, salvo algo (pequeño) en las dos muescas laterales.

El misterio, por tanto, nos acecha. ¿Estamos ante un Oopart? Una posibilidad, como siempre, es que represente un pokémon; podría ser un Crustle pero le faltarían las patitas en la base. ¿Qué peanizaba esta peana? ¿Lo sabremos alguna vez? Esperamos sus respuestas, si es que tienen alguna hipótesis.

(*) Ese poste se llamaría, según algunos, stipe, aunque hay quien defiende que ese es el cantante de REM y que los romanos nunca llamaron stipes ni patibulum a los maderos de las cruces.

Concluye esta serie de deportes desaconsejados con el único que realmente aconsejamos, el deporte emérito por antonomasia, el que combina precisión con diversión, el que no requiere que seas citius ni altius ni fortius, el auténticamente olímpico (esto es, al que juegan Héctor, Aquiles, Agamenón y Menelao en la residencia «Monte Olimpo»): LA PETANCA.

La petanca es un deporte que, desde esta bitácora, ACONSEJAMOS. Aunque hay diversas modalidades*, consiste en que cada jugador o equipo lanza cierto número de bolas tratando de ser el que más se aproxime a una pequeñita (boliche) que se lanza antes. Es legal golpear a las bolas precedentes para tratar de recolocar a nuestro favor la estructura bolística. Un complemento ideal para la chepa es una especie de yoyó con un imán que sirve para recoger las bolas del suelo sin tener que agacharse.

Las reglas no pueden ser más sencillas. Se puede jugar casi en cualquier lugar, incluso en interiores. Se pueden usar bolas de cualquier tipo, incluso gurruñitos de papel arrugao. Con equipos mixtos o de cualquier edad. En silla de ruedas. Emitamos pues, un nihil obstat, declarando que la petanca es el deporte perfecto.

A continuación les contaré lo que para mí representa el éxtasis deportivo absoluto. Esta epifanía me sucedió en la isla de La Gomera, mientras esperaba la vuelta del ferry que me devolvería a la de Tenerife. Cerca del puerto de San Sebastián había unos jubilados jugando a una variedad hasta entonces desconocida para mí; una petanca por equipos; se enfrentaban dos equipos de varios jugadores, cada equipo tenía diez o doce bolas. Comienza uno con la primera bola (que lógicamente, en ese momento es la que está más cerca del boliche), y el siguiente equipo tiene que lanzar bolas hasta tener alguna más próxima que las del contrario; momento en el que cambia el turno; así hasta que un equipo agota sus bolas. Cuantas más bolas sin usar tenga el equipo ganador, más puntos se lleva. Creo.

Me llamó la atención que en uno de los equipos había un jugador que siempre permanecía sentado, parecía ser el mayor de ellos. Y aquí he de hacer un inciso. Como vds conocerán, los habitantes de las Islas Canarias tienen fama de tomarse la vida con más calma que el godo peninsular medio; eso lo pude comprobar cuando comenzamos a turistear por Tenerife. Sin embargo, cuando fuimos a La Gomera pude darme cuenta de que los tinerfeños son unos estresaos paranoicos al lado de los gomeros. Aquello es otro planeta.

Pues bien, estamos presenciando un partido de Jubilados Gomeros. Eso ya de por sí transmite paz y tranquilidad. Pero el jugador al que me refiero era otro nivel. Estaba sentado IRRADIANDO calma a su equipo. Si los del CERN inventasen un interferómetro capaz de detectar las ondas de placidez, este tío lo reventaría desde su isla. Asistía al juego sin participar en las chanzas y chacotas que -sin perder la compostura y la bonanza- se iban lanzando los jugadores según el lanzamiento era mejor o peor. Hasta que, cuando el equipo contrario aproximaba mucho una de sus bolas al boliche, sus compañeros se volvían y lo miraban.

Eso me impidió conocer su nombre, porque no le decían «te toca, Paco» o «sal y reviéntala, Manolo». Lo miraban. Con calma, claro. Entonces Él se levantaba del poyo, sin perder la serenidad, se dirigía a la raya de lanzamiento, y lanzaba Su Bola. Sin aspavientos, sin gesticular, sin histrionismos innecesarios. La bola siempre impactaba a la de los rivales, alejándola del boliche, y devolviendo la primacía a su equipo. Volvía parsimonioso al asiento y a la contemplación. Ni siquiera era felicitado por los compañeros, tal era la confianza que tenían en Su Sagrada Puntería. Jamás admiraré más a ningún deportista, Señor de la Petanca, Apartador de Enemigos, Rey de la Precisión, del Pulso y de las Esferas.

Por todo esto, la petanca es el deporte que les aconsejamos. Sencillo y barato a más no poder. Vayan practicando, les llegará su hora.

(*) No todas son aconsejables. En los países bárbaros han inventado modalidades relacionadas, en las que se deslizan artefactos discoidales tratando de colocarlos cerca de un objetivo-diana dibujado al final de la pista. La más famosa de ellas**, el curling, proporciona la ridícula estampa de los barredores compulsivos que recorren la pista delante del deslizador. Supongo que completan el cuadro los guiris borrachuzos y ludópatas (valga el pleonasmo) que lo están viendo, tras hacer sus apuestas, a través de la espesa niebla etílica del pub, cantando Got on a lucky one, came in eighteen to oooone.

(**) Es famoso porque cuando navegas por los canales disponibles de allende la TDT (satélite, tv de pago, tv de un hotel, etc), en la parte de deportes SIEMPRE te aparece una competición de curling, es como el Radio María del streaming deportivo; las primeras veces te hipnotiza y te quedas mirando aquello tratando de entender qué sentido tiene ese despropósito escobado.

P.D. : A partir de ahora, si alguien tiene alguna petición, si tiene dudas sobre comenzar a practicar algún deporte, o si cree que nos hemos dejado algo importante, que nos lo comunique por los cauces habituales y será oportunamente atendido y desaconsejado. Aquí no practicamos el silencio administrativo. Bueno, el Camarada últimamente sí, pero tiene cosas más importantes que hacer.

Kit para exposiciones marca ACME

Aunque nuestra ciudad envejece*, en Ávila el arte cada vez es más moderno y menos morroñoso. La ingeniosa obra que hoy traemos ante vds, Sueñan los androides con ovajas eléctricas, es una performance constructivista. Se ubica en el Paseo del Rastro, al lado sur de la muralla, y se compone de un rebaño de cajones, vigilados por pastores androides con ponchos morados.

El resto del mobiliario urbano (bancos, papeleras) se ha mantenido, para dar sensación de cotidianeidad mecánica; y únicamente se han eliminado las figuras humanas habituales de la zona: la pareja de jubilados de guardia del banco de la izquierda, y el niño de siete años que trepa por las piedras del fondo, ese que provoca la angustia de los viandantes ¡se mata! y -a la vez- la indiferencia de sus padres, porque están hartos de decirle Miguelito no te subas tan arriba que te vas a esnafrar como el otro día y luego vienes llorando**.

Cada 15 minutos, los cajones-oveja se ponen a corretear por el suelo (el efecto es un poco como ver al Equipaje de Dosflores***, ciertamente), balando e interactuando entre sí, para detenerse nuevamente en una ubicación distinta, con lo que cada vez que contemples la obra podrás decir que estás teniendo una visión única y efímera de la misma, como yo cuando salgo a la calle y me encuentro que han vuelto a abrir otro bujero, esta vez para meter los tubos de la güifi-esmarciti o para reparar la red de procedimiento administrativo común.

Por la noche se dispone un cerramiento de vallas teleras alrededor de las ovejas, como es costumbre en el gremio.

(*) En el sentido literal, porque -obvio- el tiempo pasa para todos, incluyendo esta milenaria ciudad; y en el sentido demográfico, porque dada la longevidad del abulense medio y teniendo en cuenta que los jóvenes se van a estudiar o currar a otras demarcaciones, nuestra pirámide de población va teniendo forma de capullo de crisantemo.

(**) Estos personajes son más típicos que las yemas de Ávila, pero todavía no los hemos puesto en valor.

(***) ¿Es que no sabéis que en este pueblo es verdadera devoción lo que hay por Pratchett?

Patinar es una actividad peligrosa que consiste en desplazarse sobre algo que ruede o resbale (sobre superficies sólidas), bien para echar carreras, bien para demostrar al resto de los mortales que no sólo no te esnafras, sino que además eres capaz de dar golteretas y piruetas (sólo o en compañía de otros). Puede ser deslizándose sobre hielo (los patines son cuchillas peligrosas) o montao en algo que ruede, sean botas con ruedines, sea alguna tabla ruedizada con o sin manillar.

El patinaje es un deporte que, desde esta bitácora, desaconsejamos. Aprender a patinar consiste, básicamente, en caerse. Muchas veces. Y cuando ya maomeno parece que sabes, puesto que tienes que ir al límite (ya sea en cuanto a la velocidad, ya sea en cuanto al riesgo de las figuras artísticas) vuelves a tener amplias posibilidades de estampar los morros o el culo contra el suelo. Constantemente.

Algunas modalidades de patinar parecen diseñadas expresamente pensando en el pa’bernos matao. Me hace especial gracia eso del monopatín acrobático; cuando ya la gente era capaz de deslizarse por la acera, usándolo como medio de transporte, se les empezaron a ocurrir colocar trampas y rampas, no tanto para demostrar habilidad, sino para que el esnaframiento -de producirse- fuese más estético y divertido (para el contemplador). En el caso del half-pipe, por ejemplo, la idea es realizar un movimiento pendular sobre una bóveda de cañón invertida, asomando a un lado y a otro de la pista, hasta que dejas de asomar y entonces te recogen del fondo.

Como no tuve monopatín en mi infancia, mi bautismo patinador fue una de hora en la pista de hielo de Jaca. Afortunadamente, era preadolescente y no pesaría más de tres arrobas, por ello no sufrí secuelas graves; pero como negocio fue una estafa; pues de la hora alquilada me pasaría 70 u 80 minutos por los suelos. El tiempo pasa más despacio cuando te vas cayendo en dirección al suelo, a la valla que bordea la pista o hacia un soldado del regimiento de cazadores de montaña que tampoco tiene ni idea.

Ahora los patines tienen motor, y el deporte de moda es repartir comida a domicilio, lo más rápido que puedas, subcontratado por un falso autónomo que trabaja para una franquicia con sede en algún paraíso hediondo agujero fiscal. Y lo llaman emprendimiento.

Crómlech de Hacendado

En Ávila disponemos de un monumento megalítico postmedieval, dispuesto artísticamente en círculo alrededor de una fuente que tiene nombre, pero no sé si es Fuente Nueva, Fuente de las Hervencias o Fuente de la Nava*. El monumento tiene un círculo exterior de cerca de 30 bonitos hitos de granito, y uno interior de ocho o diez bancos de piedra poliedra. En la foto saco solo medio círculo porque mi móvil no tiene gran angular, y -sobre todo- porque había una señora paseando a su perro en el otro lado y no era plan de perjudicarla.

Al igual que sucede con el Stonehenge original, todavía no se conoce a ciencia cierta la finalidad de esta construcción. ¿Se trata de un primitivo observatorio astronómico? ¿Tenía alguna finalidad religiosa? ¿Forma parte de la Herencia Recibida? Preguntas sin respuesta. En cualquier caso, mientras yo meditaba sobre esto, el perrito de la señora tuvo a bien -por fin- hacer sus necesidades en el mismo borde del círculo.

Los materiales empleados, sin ser yo experto, son de procedencia diversa (los tamaños, texturas y hasta el tipo de granito son diferentes); probablemente se hayan reciclado de nuestro rico patrimonio pedruscal. La disposición de los mismos, separados entre sí tres o cuatro pasos, es aparentemente caótica y no muestra signos de alinearse con los solsticios ni con los armisticios, pero no descarto que la haya. De hecho, el perro anteriormente citado tuvo a bien soltar su carga justo en el lugar que marcaría la dirección Oeste, cerca del camino principal que, como la Avenida de las Esfinges, comunica el cromlech con el mundo de los vivos (o de los jubilados, que estamos en Ávila).

No he sido capaz de verificar si en este lugar se hacen rituales al comienzo del verano, como en Stonehenge o en Midsommar. Por si acaso, el obispado de Ávila, siempre pendiente de sus feligreses, ha querido compensar las perniciosas influencias de este pagano lugar construyendo una iglesia (es la más reciente y menos postmedieval de todas las que hay en Ávila) justo al lado de este centro de energía telúrica, cósmica y domótica.

(*) En el Gúguel Maps, la rotonda de al lado tiene esta última denominación, pero a mí no me suena ninguna fuente de la Nava** en Ávila. En Navarredonda de Gredos sí que hay una, alrededor de ella se desarrolla la Feria Mayor de Ganado de Santiago (que no se celebra el día de Santiago sino el siguiente, el de Santa Ana).

(**) Según la RAE, nava es voz prerromana que también existe en euskera (naba), y que se refiere a un terreno sin árboles, llano y encharcable (lo que cuadra ferpectamente con «la Nava» de Navarredonda y con mis simpatías por el Athletic).

Diréis que estoy mu tonto, y a lo mejor tenéis razón, pero no será por esto: sus informo que el breakdance es deporte olímpico, cette année olympique. Para los no iniciados, el break o break dance es -supuestamente- un estilo de baile que consiste en simular que juegas al twister contra un calamar gigante mientras recibes descargas de alta tensión. Es importante añadir que (aunque sea un baile) la música es prescindible, y cuando aparece suele manifestarse en formato ruido emitido por un radiocasé del tamaño de un saco de cemento de los de antes.

El break NO es un deporte que, desde esta bitácora, SÍ desaconsejamos. No sé qué me produce más espanto y desazón; si el brikidans en sí o que lo hayan incluido como deporte olímpico. Vayamos por partes. En cuanto a lo de «dance», es cierto que es una actividad que requiere cierta habilidad expresiva; pero ni es un baile, ni tiene ritmo ni hay por donde cogerlo. Los movimientos más espectaculares consisten en dar golteretas, pero no en plan pirouette, sino revolcao por el suelo de la manera más antinatural posible: sobre la cabeza, sobre la chepa o girando como una peonza mal lanzada o como cuando se te cae una pastilla de jabón gorda en el lavabo. Se puede afirmar que tiene dificultad, pero estética, no.

Lo de que sea ¿deporte? ¿OLÍMPICO? no es más que un intento gabacho de recuperar la grandeur acaparando medallas en las próximas olimpiadas, ya que les basta hacer una redada por las banlieues de París, el día de antes, para presentar un equipo competente. Ya veremos lo que sale en el antidoping, eso sí. Su gran rival serán los EEUU, que probablemente hagan otra redada pero en el Bronx. Y luego, me imagino a los jueces de esto… Que claro, tendran que ser del gremio, por lo que las puntuaciones las sacarán pintarrajeándolas con un fliz de colorines por las paredes del pabellón.

Ni siquiera entendería que se hubiese programado para Moscú 80 o Los Ángeles del 84, época en la que la cosa estaba en plena efervescencia, y en «La juventud baila» (un mini talen chou del pleistoceno que se emitía los sábados por la tarde) hubo hasta una sección dedicada a este despropósito. Nótese que todo el mundo defiende la música de su adolescencia, pero eso no sucede con la del break dance (que aquí se escribía a veces «breik», por cierto). Fue una moda afortunadamente pasajera (como el parkour, unos años más tarde) con un seguimiento más escaso que los aperitivos de Valladolid.

Lo único que demuestra esto, una vez más, es que los comités olímpicos son, mayoritariamente, un grupo de jetas viviendo del cuento de la promoción del deporte. Cuando sean en Italia pondrán la prueba de voltear masa de pizza, y cuando sean en Gales, la de foll… digo de esquilar ovejas. El caso es montar un chiringuito para vivir del cuento cuatro años más.

Por todo esto y más, aquí queda nuestra desaconsejación.

¿a quién no le va a gustar…?

El Á.S.M. tiene de todo, y los monumentos que hoy traemos ante sus fauces son pequeñas muestras de cómo se reciclaba de verdaz en la antigüedad, no como ahora que lo tiramos todo a contenedores de colorines. Sepan vuesas mercedes que la muralla de Ávila está llena de piedras que antes de ser muralla fueron otra cosa: verracos, estelas, lápidas… De hecho, las piedras talladas de la foto proceden de un cementerio romano; y mil años después de servir como receptáculo para depositar las cenizas de algún ex-romano, fueron reutilizadas como another brick in the wall. Y otros mil años después, ahí siguen.

Estos curiosos pedruscos se colocaban horizontalmente (claro, si no se caen las cenizas) y con tapa (los romanos lo llamaban tuppermortis en latín vulgar); el pequeño redondelillo con surco servía para echarle al difunto una dosis de algún fluido para aromatizar el receptáculo y revitalizar el cutis, evitando que el ancestro en cuestión se dedicase a maldecir la fertilidad del pater familias o provocar la bajada del Ibex-35 mediante la intercesión de Nona, Décima y Morta. De esta manera, el espíritu podía pasear por los campos, acariciando las espigas de trigo mecidas por el viento y escuchando a Hans Zimmer.

Otra muestra de reciclaje postfunerario en Ávila tuvo lugar con el cementerio musulmán; que en este caso se convirtió en una urba de pisos y adosados con piscina comunitaria y pista de pádel. Pero esa es otra historia.

Teniendo en cuenta estos lapsos milenarios entre uso y uso, recuerdo a los lectores que a la vieja estación de autobuses (que en época postmedieval albergó el campo de fútbol del Real Ávila) todavía le quedan más de 900 para que sea reconvertida en otra cosa; probablemente se ubique ahí el futuro Centro de Interpretación de la España Vaciada.

La esgrima es un deporte que consiste en jugar a espadachines, pero vestido como si los drugos de La naranja mecánica se fueran a trabajar a las colmenas de la Granja Sanfran. Antes de continuar, he de hacer la salvedad de que nunca lo he practicado (aparte, obviously, de las luchas infantiles armados con un palo y que siempre terminaban con algún dedo machao); pero una vez Hija se apuntó a una actividad demostrativa donde explicaron, en una breve clase teórica, los rudimentos de este simulacro guerrero.

La esgrima es un deporte que, desde esta bitácora, desaconsejamos. Jugar con cosas con filo o pinchos está mal, te lo dicen desde chico. Que sí, que en la esgrima hay protecciones, pero todavía recuerdo el caso del mejor luchador de mi tierna infancia, con nombre de vodka (Vladimir Smirnov), que murió en un campeonato. Si fuese tan popular como el fútbol, en España cada día habría cientos de muertes de hijos jugando a eso en los recreos, con materiales caseros, para ser la próxima figura y sacar de pobres a sus exigentes padres. Menos mal que lo practican cuatro mosqueperros.

Aparte de la violencia, de todos los deportes de lucha, la esgrima es el más ridículo. Antes de que te lo expliquen, te imaginas siendo como Íñigo Montoya* o Darth Vader. La realidad es bien distinta: la cosa se parece más al ballet clásico… Un pasito palante, María, un pasito patrás; haciendo entrechocar (pero con poco ardor guerrero**, casi en plan brindis) las espadas, lo más lejos posible del cuerpo. Es como una lucha con baguettes, tratando de no romperlas. Ah, y todo ello (por si fuera poca humillación) en francés … ¡En garde! ¡Touché! ¡Toureiffel!

No tengo pruebas, pero tampoco dudas, de que las sucesivas derrotas de algunos ejércitos a partir del XIX (especialmente, los austrohúngaros) están motivadas por dar demasiada importancia a la esgrima en sus academias militares, en tiempos en los que las espadas llevaban varios siglos obsoletas como armas de combate***. Y todavía hoy, las palabras «ruido de sables» hacen referencia a cómo entienden la democracia los militares de alta graduación, para eso es para lo que valen. Y para partir jamón.

Por todo esto y más, aquí queda nuestra desaconsejación.

(*) Ojo, dentro de que no dejan de ser escenas peliculeras, la lucha de La princesa prometida está bien hecha, quicir, fue la última escena rodada de la peli porque los dos actores fueron recibiendo clases durante todo el rodaje para que fuera más chula y realista. Uno de los profesores que tuvieron, campeón de esgrima, claro, fue el que estaba «dentro» de Darth Vader en las escenas de lucha de espadas láser en las primeras peliculas de La guerra de las Galaxias, Bob Anderson. El que le cortó la mano a Luke****. Ese.

(**) De hecho, si tratas de luchar como se ve en las películas de época de los años 50, soltando mandobles decapitadores, estarás perdido; la gracia de la esgrima es que los movimientos sean lo más imperceptibles e impredecibles posible.

(***) Durante el XIX (e incluso principios del XX) la espada se siguió usando, sí; pero cuando el guerrero va a caballo y lucha contra una muchedumbre de campesinos escasamente armados.

(****) Si yo hubiese dirigido esa película, Darth le habría rebanado la oreja a Luke, como Pedro al esbirro de Caifás. Y luego la habría enseñado como trofeo taurino por todos los bares de la galaxia.

A quién no le va a gustar una herencia recibida del siglo I…

El Ávila Street Museum está más callejero que nunca, con otra muestra de arte provisional NPNM (No Postmedieval, No Morroñoso). Se ubica (temporalmente) en la Plaza de Santa Ana, y se compone de un tocón de cedro, un monturro de losas de Granito del Güeno, una escarbación rellena de cemento y un Diagrama de Venn realizado con vallas amarillas y azules; amén de otros achiperres provisionales. El engendro se denomina «Herencia Recibida», vocablo que la Inteligencia Artificial ha generado para referirse a un nuevo estado mental, a mitad de camino entre el nirvana y los Cerros de Úbeda.

Aunque parezca mentira, dentro de este pequeño perímetro (inferior a 0’004 Bernabéus* de superficie), se han producido dos eventos cuasicatastróficos, separados entre sí por 9 semanas y media, que han afectado a nuestra peripatética ciudad: la caída de un gran cedro y un reventón con inundación; ambos, afortunadamente, sin víctimas. Bueno, el cedrito (pobrecito) ha fallecido; si bien su caída provocó momentos de tensión, pues es una calle muy transitada (a ver, no es el cruce de Shibuya, pero por ahí pasa gente al cabo del día) y era un ejemplar tan grande que se temía pudiera haber atrapado a alguien.

Lo del cedro fue cosa de la borrasca Ciarán, que Eolo envió contra nuestra ciudad, como si fuéramos la flota de Eneas, doblegando a este gran árbol. El otro incidente, el reventón, expulsó al exterior varios concursos hípicos** de agua, provocando que, por unos minutos, fuera posible celebrar el Campeonato de Descenso de Aguas Bravas, en el recorrido Plaza de Santa Ana – Paseo de la Estación – Hornos Caleros – Parque de San Antonio. Al menos, la avería tuvo a bien manifestarse explosivamente, lo que permitió detectarla***.

¿Es posible que la caída del desarraigado cedro provocase el desplazamiento del subsuelo y la consiguiente avería de la tubería? ¡¡¡NO!!! Aquí somos más de preferir la serendipia como motor de cambio, y no descartamos que en otro par de meses, en ese mismo lugar, impacte un meteorito o aparezca el alcalde inaugurando un tramo extra del carril-bici (sin aparcabicis).

Vamos a lo que importa, y que da lugar a este monumento artístico. Hemos de declarar y declaramos que, puesto que tanto el árbol como las tuberías existían previamente a la toma de posesión de la actual corporación municipal, por la presente, ésta queda EXONERADA de toda responsabilidad; es la gracia de la Herencia Recibida; a la que puedes invocar como al conjuro Expecto patronum o como a los fondos europeos Next Fustigation, esos que te permiten arreglar dos veces seguidas la misma calle, que tengo a mi amigo C. (que vive allí) fumando en pipa.

(*) En el Á.S.M. expresamos las medidas oficiales según el SMPF (Sistema Métrico Periodístico Fumbolero) en vigor.

(**) Adaptación local del SMPF. Medida de capacidad equivalente a 60 charcas raneras.

(***) No como en el garaje de mi bloque, que de repente apareció una humedad en la pared y la empresa de aguas negó repetidamente que fuera cosa suya (eran filtraciones de la calle, a pesar de que llevaba dos meses sin llover). Cuando la humedad se fue convirtiendo primero en un goteo y luego en un chorreo de agua limpia ya se decidieron a picar, viendo que ¡oh, fatalidad! sí era cosa suya. De hecho, sepan vuesas mercedes que cuando en periodo de sequía se hace eso de cortar el agua varias horas, uno de los motivos es reducir las pérdidas por filtraciones, que en algunas ciudades (y no quiero mirar a ninguna en concreto) pueden suponer más del 30% del consumo. Es un dato que «se sabe» (se puede estimar, cosa más difícil es localizar las pérdidas), pero por lo que sea no suele publicarse.

Retomando el hilo de un post anterior, he reconsiderado mi postura y voy a incluir esos engendros denominados «deportes multiaventura» en la categoría de deportes. Cosas peores esiten; y esto, además, lo lleva en el nombre, asínque vamo a ello. Por acotar un poco, los deportes multiaventura son juegos y actividades colectivas en las que lo principal es conseguir que un grupo de adultos pague* por competir entre sí a lo que sea; cuanto más cipóticamente, mejor. Se valora también que se arriesgue la integridad física, pero sin pasarse, como en El precio justo. ¡Colabora y compite! ¡Adrenalina y coaching! ¡Qué overdose, qué síndrome!

Los deportes multiaventura son una actividad que, desde esta bitácora, desaconsejamos. Para empezar, haremos referencia a los dos colectivos principalmente implicados en reservar estos eventos: las direcciones de RRHH (exhibit 1) y las despedidas de soltero (exhibit 2); con esto bastaría. Luego está la propia actividad en sí, que es muy variada, y pueden aparecer algunos de los deportes que hemos desaconsejado anteriormente en este bló, aunque modificados genéticamente para darles un toque lúdico-festivo; también hay actividades expresamente diseñadas para multiaventurarse.

Como hemos dicho, muchas empresas tienen a bien organizar jornadas de convivencia para sus empleados, a modo de salario emocional** y para fomentar que los empleados follen se relacionen entre ellos, y así (a) tengan más lazos de afinidad con la empresa y se sientan inclinados a permanecer en ella y (b) curren como esclavos felices. Una cosa está clara, si tu empresa te lleva a un tinglao de estos es que (a) no quiere que te vayas y, por ende, (b) lo que debería hacer es pagarte más y dejarse de gastar dinero en chorradas.

Seamos claros; todo esto surge cuando los de RRHH se ponen a medir desempeños*** e investigar dónde se pueden conseguir sinergias; y va el jefe y les recuerda, con sonrisa de Gato de Cheshire, que Ellos También Entran, esto es, que o justifican su trabajo o podrían ser sinergiados a la p__a calle. Como sólo entienden de nóminas y finiquitos, pegan muchos bandazos y se lían a inventar paripés estilo mr wonderfil con nombres en inglés: Team building, Career path, Helter skelter, etc. Por eso, las empresas suelen pedir actividades de colaborar y organizarse (escape room, paintball, gymkanas de orientación, etc).

El segundo caso (las despedidas) es todavía más arriesgado, porque se suelen elegir las actividades más bestias y es casi obligatorio (a) ir puesto hasta las trancas y (b) tratar de poner al novio en una situación en la que peligre su vida o su capacidad reproductiva. Les escribe alguien que ha sido partícipe de una de estas insensateces. Aquí priman las actividades guerrilleras (paintball, barranquismo, tirolinas, rafting…). De las de las despedidas de solteras no puedo hablar porque no he ido a ninguna.

Habrán notado vds la repetición del paintball, es la actividad multiaventurera por excelencia. Como he dicho, tuve la desgracia de realizarla una vez, en una despedida. El monitor nos explicó las reglas (¿?), nos dio el equipo (un casco de soldador y un mono), y añadió como quien no quiere la cosa «si hubieran venido chicas, tenemos estos petos nuevos porque, en fin, tetas esiten, y los pelotazos duelen, pero a vosotros no os hace falta…», a lo que yo respondí inmediatamente que me diera uno, siendo imitado -poco a poco y tímidamente- por el resto de participantes (que a pesar del alcohol ingerido, debieron razonar éste sabe algo****). Acto seguido, salimos al campo (un bosque de encinas y chaparros), y pasando absolutamente de las reglas y de las banderas, nos vaciamos los cargadores en menos de 5 minutos.

Ahora bien, organizar una batalla de paintball en una empresa puede ser fatal. Por un lado están los que deciden participar y divertirse y se meten animosamente en el papel de rambo; aquí veremos cómo el ardor guerrero lleva al conflicto (sobre todo con los del propio equipo que se muestren torpes o cobardes). Luego están los piensan que eso es una estupidez y no se muestran participativos; al alejarse de su batallón se convertirán en blanco fácil de los rambos del equipo contrario, que les crujen a pelotazos; y ya está liada. Como vemos, en todos los casos habrá conflicto. Como punto positivo, es una oportunidad inmejorable para que los jefes sean víctimas de balas perdidas o incluso de fuego amigo.

En cuanto al resto de actividades, hay muchos tipos. Si tu empresa tiene pasta, hasta igual os llevan a actividades en la nieve, que son caras, pero también aburridas -las raquetas de nieve son un coñazo- y sólo se alegran con las preceptivas batallas de bolazos o cuando alguien se esnafra en una placa de hielo. Otras actividades implican hacer el canelo por la naturaleza (orientación, trekking, caballos, etc) siendo especialmente adrenalínicas las que incluyen montañas o ríos.

También hay ejercicios con equipamientos raros y específicos, que suelen implicar meterte dentro de algo (una bola, un disfraz, un futbolín gigante) a hacer el idiota; tiene la gracia de que puedes ver a Puri, la guapa de Marketing, y al estirao del Sr. Céspedes, de Contabilidad, revolcados por el suelo, peleando por un premio. Y luego hay otros pasatiempos en la línea de los juegos de rol, dinámicas de grupo, improvisación, etc; que también son tirar el dinero: no van a mejorar el buen rollo entre los empleados si no existía previamente; pero sí que pueden confirmar que el lameculos del jefe es un lameculos integral.

Por todo esto y más, aquí queda nuestra desaconsejación.

(*) De hecho, pasar por caja es la principal característica de estos deportes. Si vais al campo y hacéis el canelo por vuestra cuenta no se considera Actividad Multiaventura. Sólo cuando el grupo abona la correspondiente tarifa, perderse en un pinar con un mapa del tesoro o hacer el pingüino sobre la nieve se consideran Deportes Multiaventura.

(**) El salario emocional es cuando te pagan en abrazos, lacasitos, kudos y feedback. Sobre esto, recordad siempre el consejo de una de las más grandes, Doña Concha Piquer.

(***) Again: por más métricas de objetivos, encuestas de satisfacción y talent shows que monten para valorar el desempeño, al final sólo buscan excusas para prescindir de ti si llega el caso. Y por eso, recordad que cuando os hagan la típica encuesta de «puntúe al empleado que le acaba de atender», salvo si ha sido un verdadero gilip__as, tenéis que dar la máxima nota, porque un 8 sobre 10 no es un notable alto, es un Hay que esforzarse más, Gómez, y un 5 sobre 10 no es un aprobado, es un Gómez, alap__acalle.

(****) No era así, no había jugado nunca, pero soy de natural escuchimizao y prudente, y preveía lo que podía suceder y sucedió. Con todo y eso, un disparo por la espalda a bocajarro***** cuando todavía se suponía que no habíamos empezado me hizo una herida en el cuello (y eso que llevaba puesta la braga de la bici), aunque tuvo la virtud de despertar mi instinto asesino. Como aquello se convirtió en un «todos contra todos» (en especial, contra el novio), y es difícil reconocerse con las caretas y los monos de combate, mi táctica fue aliarme con otro que no estaba muy borracho, y buscar ataques dos contra uno (ojo, esos gestos peliculeros en silencio de tú por allí, yo por aquí son útiles), lanzando zancadillas y golpeando con la culata del arma para ahorrar munición. Al día siguiente, algunos se extrañaban de la cantidad de moratones que tenían por el cuerpo. Y yo recordaba a Homer Simpson: Alcohol, causa y solución de todos los problemas.

(*****) Sí, está prohibido. Pero la guerra es la guerra. Y yo iba por «la parte de la novia», a diferencia del resto del grupo.