El Á.S.M. les trae, como siempre, el último grito en arte abulense. La Basílica de San Vicente* ya muestra la primera de las nuevas gárgolas postmedievales, en la esquina del brazo sur del crucero. El plan de la Junta de Conversación del Patrimonio es colocar una docena de estos engendros alrededor de los tejados de una de nuestras joyas del románico (que también tiene elementos góticos, barrocos y de mezcla natural/torrefacto).

Las originales gárgaras en nada desmerecen a las diseñadas en su día por Viollet le Cocq para los tejados de Notre Dame; si el gabacho se inspiró en los textos de su paisano Victor Hugo Boss, las nuestras están dedicadas a la actual etapa de esplendor constructivo que vive la ciudad; es más, son más grandes y permitirán evacuar el agua de lluvia aunque ésta caiga de modo torrencial. Y el efecto será muy superior, estéticamente, a lo del Pompidou de París por fuera.  

Quién sabe si algún día, esta intervención sobre la iglesia de San Vicente designe a un nuevo estilo (que los connoiseurs ya empezamos a denominar “estilo vizentino”). Y que seguro que cae en los exámenes de selectividad EBAU PAU. Con iniciativas como éstas ya no será necesario seguir esperando a la subsede del Museo del Prado ni a ningún otro perroflauta que nos engatuse.

(*) La basílica está dedicada, colectivamente y de manera indivisible, a los santos mártires Vicente, Sabina y Cristeta. Y tiene debajo una iglesia soterraña.

Vista crepuscular

¡Otra escultura para el Á.S.M.! Y esta está recién inaugurada. Se trata de la estatua dedicada al cadete desconocido, que pasea circunspecto con un portafolios, camino de clase. La estatua forma parte de la fiesta del 150 cumpleaños de la Academia de Intendencia, el cole donde enseñaban a los cadetes a abastecer de pertrechos al resto de militares. Como la susodicha Academia ya no existe, suponemos que ahora las provisiones las piden por Glovo o Just Eat.

La escultura es obra del Coronel Romay, que no sé si será primo del jugador de baloncesto, porque si os intentáis hacer un selfie con el cadete veréis que tiene cuerpo de pivot de los Minnesota Timberwolves. Tampoco se corresponde mucho con el recuerdo que yo tengo de los cadetes, que eran unos chavales más bajitos que ese, con pelo corto, que visitaban las discotecas de la época, “Los Caballeros” y “Liberty”, entrando en conflicto regularmente con la mocedad local.

Durante la erección de la escultura, el general al cargo de la cosa pronunció estas palabras que cito literalmente “A nosotros nos llena de orgullo y satisfacción que, después de 150 años, tanto el Cuerpo de Intendencia como la ciudad de Ávila sigan manteniendo vínculos inquebrantables”. Ojo, que el comienzo de la frase podría significar, veladamente, que alguna princesa venga a cursar estudios de intendenciología a esta academia*.

Otro de los inaugurantes, también militar, comentó que entre la Academia y Ávila “se ha generado una simbiosis”; lo cual puede que sea correcto, porque Ávila cada vez más parece un liquen (simbiosis de hongo y alga), de esos que cubren el granito de Gredos, allí donde ninguna otra forma de vida es capaz de prosperar.

(*) Otra frase (buah egke soy yo) literal del acto fue: “Quién sabe, a lo mejor algún día los cadetes vuelven a Ávila”. Yo ahí lo dejo.

Hoy se presentan dos de las novelas más esperadas del año. Por un lado, Dan Brown vuelve a dar la chapa con otra entrega de las aventuritas de Robert Langdon. Y, sí, sigue sin saber escribir. Me he leído las primeras páginas y sigo sin entender cómo vende lo que vende este cabrón. Bueno, sí lo entiendo. Por lo mismo que la gente pone alarmas antiokupas o come en Burger King: porque hay pasta para publi. Me iba a poner a despotricar de que ya en la página 5 se mete en un charco parecido a cuando le dio por hablar de la Giralda pero, mira, que le den morcilla. Yo he venido a hablar de mi libro del libro de mi colega. Y, total, ya ha dicho él todo lo que había que decir sobre la calidad literaria de Dan. Por otro, Santiago Bergantinhos reestrena «Dramones y modorras. ¡Qué barbaridad!». Y esto que sí que mola.

¿Por qué lo de «reestrena»? Porque la novela ya estaba disponible, pero ahora se lanza una nueva edición ilustrada. Y a ver si, con la novedad, mi compadre Santiago lo peta muchísimo y desbanca a Daniel Marrón. O. por lo menos, saca para unas cervezas…

Comprad sus hermosos jabalíes, cabrones.

Bueno, Baku, ¿pero la novela está bien o qué? Pues, mira. sí. Porque como parodia de las novelas de fantasía da todo lo que promete y más. Que te partes el ojal leyéndolo, vamos. Pero, además, está bien escrito y la historia es coherente —a ver, todo lo coherente que puede ser un cruce entre ikesai, viajes en el tiempo y referencias a toda la subcultura pop del último siglo—. Te vas a encontrar guiños a «Apocalypse Now», «Alien, el octavo pasajero» y hasta al que se considera el peor comienzo para una historia*. Porque los protagonistas, Puchi y Ermesinda, serán una par de bárbaros muy bárbaros pero también son un par de frikitos de mucho cuidado.

Podéis comprobarlo vosotros mismos. En esta entrada de su blog tenéis acceso a los primeros capítulos del libro, a otro libro por la patilla con los mismos protagonistas, a los comentarios del autor y a otras cosillas que han ido surgiendo alrededor del proyecto. O a la explicación del nombre de la supuesta editorial —la editorial es el propio Santi— que publica la novela: Pepino de Oro. Si todo esto no os convence, echadle un ojo a la crítica de Supermon en este mismo blog, que tiene más gracia que yo.

*Era una noche oscura y tormentosa.

No sé muy bien cómo empezar esto. El caso es que, desde hace algún tiempo, deseo ser abducido por un vampiro adolescente y tocapelotas, para ser teletransportado a Zamora, pero no la de España ni la de Michoacán, sino la Zamora que está cerca de la ciudad-estado de Gumente. Esa. Y llegar allí bajo la forma corporal de Vánfir hijo de Fólfir. Esto que cuento puede parecer confuso, pero tiene una explicación.

La explicación se llama “Dramones y Modorras”, y es el mejor libro que he leído este año, obra de Santiago Bergantinhos, al que no tengo el placer de conocer (ni siquiera en sentido bíblico). Del mismo autor también estoy leyendo con placer intermitente la colección de relatos “El hombre y la lágrima”, si bien en ninguno de ellos (por ahora) aparece Vánfir hijo de Fólfir.

Por el título podréis entender que el libro es una parodia divertida, amable y mamarracha de la saga/juego Dragones y Mazmorras, inspirada a su vez en cosas como El Señor de los Anillos. Sin embargo, no es necesario tener un buen mazo de cartas de Magic para entrar en la historia; pues en los primeros capítulos el autor va estableciendo esto que ahora llaman “lore”, o conjunto de trasfondos, historias, mitologías y detalles de un universo ficticio, que le dan profundidad y coherencia (que yo no lo sabía).

En esta toma de contacto nos enteramos de que los protagonistas, Puchi y Ermesinda, que han aparecido en este espaciotiempo (transmutados en dos héroes tipo Conan el Bárbaro y Xena), buscan el modo de regresar al nuestro por el consabido procedimiento de emprender un viaje pleno de aventuras, peligros y desafíos. Para ello, sus musculosos personajes cuentan con una fuerza y destreza bárbaras (guiño, guiño) y con su ingenio (en este caso, el que traían de casa; sobre todo, Ermesinda).

Para mí, el desarrollo pleno del libro se produce a partir del momento en el que, presentados los personajes principales y sus objetivos, se da una nueva vuelta de tuerca al lore ese, y todo se convierte en una tragicomedia de enredo que trasciende el género fantástico y se pasa tres pueblos y luego vuelve; no faltan ni vampiros, ni brujos, ni el Principito, ni un mayordomo llamado Igor. Perdón, Áigor.

No puedo sino recomendarles su lectura. Dramones y Modorras. Cuando hagan la película me pido ser Vánfir hijo de Fólfir. Daré la talla.

Como han podido comprobar vds, tras un periodo de hibernación, el Ávila Street Museum va despendolao, pleno de nuevos monumentos y monumentas. Hoy traemos el MOBOLITO dedicado a José Luis Gutiérrez Robledo, que incluye además otro ENG (Espacio No Googleano)*, el Paseo Gutiérrez Robledo. El Paseo y el Mobolito se encuentran en la acera donde confluyen la bajada del Paseo del Rastro con la C. Empedrada (la de la residencia Santa Teresa Jornet).

Va siendo un problema esto de que no me haga falta consultar la hemeroteca**, pues estén dedicando monumentos a personas a las que llegué a conocer (y durante algunos años, hasta llegué a trabajar en el mismo edificio que él). José Luis Gutiérrez Robledo fue un historiador muy comprometido con el patrimonio histórico de Ávila -claro- y su promoción turística; y también era un buen divulgador.

Lo del mobolito es algo que no me esperaba, pero viene así citado en la noticia de  AvilaRed que sus adjunto. Aunque hecho en piedra, parece evidente que no está tallado en nuestro Granito Abulense del Güeno™, que es más difícil de manejar.  Tiene alguna cosa rara; para mí que el señor del relieve se parece más a Einstein que al recuerdo que tengo de Gutiérrez Robledo. Y luego, su efigie está sujeta por una figura triste y andrógina, que lo mismo puede ser la musa de la historia (la del Renault Clio) que el cantante de los Héroes del Silencio.

Las Jornadas de Archivos es de lo más divertido que se organiza en Ávila

(*) Como expliqué en el Paseo de D. Jesús Hernández Bustos, los ENG’s  son nombres de espacios urbanos, con rango de paseo, parque, plaza o rotonda, pero que NO EXISTEN en nuestro callejero. Además, del citado paseo de Jesús Bustos, ya tenemos la Plaza de D. Francisco Hernández, el Paseo Rodríguez Almeida, el Jardín del Padre Liquete o el de Sefarad, las glorietas de Jesús de Medinaceli, del Escultor Antonio Arenas, de Las Vacas, del Doctor Carlos Marcelo Francos von Hünefeld, de Villeneuve sur Lot

Esto de dedicar jardncillos de menos de media obrada yo creo que puede ser por la ausencia de rotondas disponibles, al menos en la parte visitable de la ciudad, que por la periferia todavía queda alguna virgen.

(**) Si algún día me dedicáis algo, que sea un coprolito de granito.

El Mercado Medieval forma parte ya del patrimoño callejero de nuestra ciudad, y este año en el Ávila Street Museum le tenemos que dedicar una entrada. Y una salida. Como además estamos en pleno velatorio del Sr. Armani, hoy vamos a explicarles a todos ustedes cómo es la moda medieval que estos días recorre nuestras calles y plazas, convenientemente ordenada por categorías:

A) Tradicional

A.1 – Cortesanos: Los más elegantes, dispuestos para bailar en una recepción en la corte de Alfonso X El Sabio o de Leonor de Aquitania. Ellas pueden llevar sedas, guirnaldas de flores en el pelo y joyas; ellos, signos distintivos de su rango (con las variantes de “señor feudal” o “rico mercader judío”). Son trajes caros y en muchos casos a medida. Inconveniente: las niñas a veces parecen princesas Disney.

A.2 – Guerreros: Los soldados medievales nunca faltan; los más valientes van hasta con incómodas armaduras, pero normalmente tiran más a los tipos “Capitán Trueno” o “Caballero Templario” (los más elaborados, hasta con cota de malla). Otros sencillamente llevan casco, escudo y espada con algo de ropa que dé el pego. Existe una variante especial que es…

A.2 bis – Guerrero infantil: Es el más extendido entre los niños*; son iguales que los de los mayores, pero a escala reducida, claro. El problema es que siempre incluyen armamento (espadas, ballestas…) que, aunque sean más o menos de pega, los críos, con la excitación, pueden llegar a utilizar de manera errática y peligrosa.

A.4 – Eclesiásticos: los disfraces de fraile, monja y otros cargos religiosos (incluso papas) se llevan mucho. Por alguna circunstancia, suelen ser los que llevan más alcohol en sangre (el vino de misa, yatusabeh) y van repartiendo bendiciones a diestro y siniestro.

A.5 – Moros: Los vestidos de sarraceno/a se llevan también, pero no tanto como en otras regiones más acostumbradas a las fiestas de moros y cristianos. Ellos con chilaba más o menos lujosa (el alfanje da puntos); para ellas hay dos variantes: la recatada (túnica, hiyab) y la atrevida (hurí de las mil y una noches).

A.6 – Campesinos: trajes más burdos, al estilo “sancho panza” son mucho menos frecuentes que los de cortesanos y caballeros, en una clara inversión de la pirámide de población medieval. Son los típicos de los que curran en los puestos de comida (excepto los de kebabs o teterías, que van de moro).

B) Épica

B.1 – ESDLA: La pandilla de la Tierra Media y demás sagas fantásticas: elfos, hobbits e incluso piaras de orcos pululan por el mercado habitualmente. Ojo, no despistarse de saga, no es lo mismo ir de Gandalf que de Dumbledore.

B.2 – Bárbaros: Es imprescindible estar cachas (y adaptado a las cambiantes temperaturas abulenses) para poder lucir convenientemente las pintas de Conan el Bárbaro o Xena la Princesa Guerrera. Imprescindible llevar abundante armamento a juego. Está la opción “horda esteparia”, con parkas de pieles, más abrigadas (por si hace frío), y también la de taparrabos/bikini de leopardo.

B.3 – GoT: Tras una impactante explosión hace algunos años, se va perdiendo la moda, pero las Khaalesis y demás personajes guerreros de esta serie (cuervo opcional) todavía están presentes en estos saraos.

B.4 – Vikingos: Vale que técnicamente coinciden con la edad media, pero no son de los nuestros. La mayoría son madridistas con cuernos.

B.5 – Literarios:  Personajes ataviados como La Muerte (¡alguno montando a Binky!), las brujas de MacBeth, Quasimodo o Guillermo de Baskerville siempre son de agradecer.

C: Bueno, aquí vale todo:

C.1 – Eróticos: En realidad, puede ser cualquiera de los demás (cortesana, bárbaro, hurí), pero con la particularidad de haber ahorrado en tejido (o con transparencias), lo justo para tapar lo mínimo imprescindible o incluso menos. Son uno de los principales atractivos del mercado medieval. Suele ser el elegido por los pocos adolescentes que se visten de medieval (sobre todo ellas).

C.2 – Anacrónicos: Constantemente tenemos personajes que no corresponden a la Edad Media; pueden ser premedievales (de romano, de faraón…) o postmedievales (de piratas del caribe, de Luis XIV y Madame Pompadur, etc). Se admiten porque se ve que se lo han currao y la intención es lo que cuenta. Por cierto, ayer hubo un asalto inglés a la muralla, pero eso casi es correcto**…

C.3 – Hippies: Muy abundantes, por alguna extraña razón hay quien considera medieval vestirse como para ir a Woodstock, pero con tejidos más bastos y de tonos ocres. Mucho abalorio, amuletos, diademas, tatuajes… Es el preferido de los de los tenderetes de artesanía. Suele oler a porro en sus proximidades.

C.4 – Apañaos: Son los de última hora. Se ponen unas cortinas viejas a modo de  manto, las alpargatas de andar por casa y una garrota y te componen un personaje tipo “Lazarillo de Tormes” o “Celestina”. O  se compran algo en el chino que, evidentemente, no resiste bien el paso por las aglomeraciones de gente y los puestos de fritanga.

C.5 – ¿Mediequé?: No tienen nada que ver con esto: de extraterrestre, de Darth Vader, de T-Rex, de mariachi… ¡Bienvenidos, seres de otras galaxias!

C.6 – Moteros: Muchos moteros vienen a Ávila en estas fechas y se pasean vestidos de Valentino Rossi o Dani Pedrosa por las calles. Con el maremágnum que se prepara ni se nota. Y suelen sentarse en las terrazas a ponerse ciegos a comer chuletón medieval.

(*) Era el preferido de Hija, que nunca quiso ir de princesita o hada.

(**) Durante algún momento de la Guerra de los 100 años, Inglaterra era enemiga de Francia que era enemiga de Aragón que era enemiga de Castilla que era enemiga de Portugal, así que a finales del XIV el Príncipe Negro intervino en la guerra civil castellana, pero luego la flota castellana ayudó a la francesa (venciendo a la inglesa en La Rochelle). En aquellos momentos, la Asociación de Arqueros Abulenses ya se apuntaba a un bombar.. a un flecheo.

Aparca al ras, si tienes narices…

Ahora que se acerca el Mercado Medieval, acometemos un post especial para denunciar la desaparición paulatina de los AAAs, los Alcorques Afilados Abulenses, que forman parte de nuestro patrimonio granítico local, al igual que los berracos bettones y los palacios del XVI bis.

Los AAA son las piezas esquineras de granito, al borde de alcorques y aceras, que delimitan con precisión las plazas de aparcamiento, de manera que el mero roce con el neumático pueda causar un reventón o al menos una buena marca visible en el lateral, como la cicatriz de lapéndice. Acompaño, como siempre, de unas imágenes descriptivas; si bien no he encontrado ninguno de los recién instalados, cuando la esquina está tallada en perfecta escuadra, de un modo que su punta podría utilizarse para manejar átomos en un microscopio electrónico de barrido.

Perdiendo el filo
La horrenda moda del biselado
biselado a dos aguas

En la antigüedad, Ávila estaba llena de estos elementos disuasorios, ya en tiempos de los sarracenos Jimena Blázquez pudo hacer frente a un ataque gracias a que las ruedas de las torres de asedio quedaron destrozadas al arrimarse a los AAAs; pero poco a poco estas obras del arte poliorcético se están perdiendo. Es normal que la erosión y las injustificadas acciones vecinales hayan mellado estas puntas, e incluso el ayuntamiento -saltándose las leyes de patrimonio a la torera- últimamente ha procedido a redondear algo las afiladas esquinas: terror de conductores, azote de aparcadores imprecisos y defensores de acacias y magnolios. En los barrios de expansión preburbujera aún quedan algunas que presentan un borde más o menos cuadrado, pero las calles del centro están prácticamente arrasadas. Casi nada queda de las proezas de nuestros maestros canteros.

El horror
La ignominia

Además de los AAA, Ávila es rica en BBBs, Bordillos Burladores de Biciclistas, que consisten en que las aceras tengan unos bordillos particularmente altos en las zonas frecuentadas por ciclistas y otros obstaculizadores del tráfico rodado, de manera que no se puedan arrimar mucho al límite de la calzada, pues se corre peligro de que el pedal, en el punto más bajo de su recorrido, impacte contra este elemento, provocando un efecto de acción-reacción que puede provocar la caída hacia el lado contrario -hacia el centro de la calzada- con posterior atropello por vehículos en ambos sentidos, si hay suerte. Así, estos indeseables usarán el carril bici (donde pueden sufrir otra serie de catastróficas desdichas, pero eso es harina de otro costal).

He aquí la obra

El Ávila Street Museum vuelve con una obra de arte escultórico que se nos había escapado, ¡y es un Chirimbolo Morroñoso sobre un Bonito Hito de GranitoTM Abulense! Nos congratulamos. Se trata del recordatorio-homenaje al sacerdote D. Jesús Bustos* (al que tuve el placer de conocer, pues fue mi profe de religión en el cole**), y está situado (no tan) al lado de la que fue su parroquia, la del Inmaculado Corazón de María (ICM para los locales). La pieza, como digo, representa lo que podría ser una estola (o un chaleco-sotana, no sé), sobre un pedestal con placa dedicatoria.

Continuando con el tema de la ubicación, al principio me costó dar con ella. Nuestro lector y crítico holístico Willy me había indicado la presencia de la escultura; pero yo me puse a recorrer visualmente el perímetro exterior de la iglesia y no la encontraba. Y es que resulta que la dedicatoria está al otro lado de la calle***, pues incluye un ENG (Espacio No Googleano), denominado “Paseo D. Jesús Jiménez Bustos” (técnicamente, eso verde que hay detrás). Que así parece que le han dedicado una calle, pero no; son lugares adimensionales, como los paseos del Padre Liquete o de Rodríguez Almeida. No aparecen en el Google Maps ni en ningún callejero de la ciudad, pero haberlos, haylos.

Como datos adicionales del personaje, al que perdí la pista al salir del cole, D. Jesús fumaba como una colacha, incluso en clase, por lo que tenía la voz ronca y las canciones de misa le salían como el «I was born under a Wandering Star» de Lee Marvin. Otra curiosidad es que D. Jesús jugaba al fútbol de cine, alguna vez se animó a dar algunas patadas con nosotros en el recreo; y supongo que es la causa de que la parroquia tenga un campo de fútbol sala, en el que alguna vez fuimos a jugar. En 2008 recibió el Premio a los Valores Humanos del Ayuntamiento de Ávila por su labor a favor de las personas sin techo y con problemas de subsistencia. Un buen hombre, por lo que sé.

La del ICM es una iglesia (ya no tan) nueva, construida en un barrio de viviendas sociales y militares del franquismo, pero que conserva en su portada algunos arcos románicos de la extinta Iglesia de Santo Domingo, ya citada en este blóghj, derribada a finales de los 40’ para instalar el picadero de la Academia Militar de Intendencia. Por último, el autor de la obra es David López Martín, y fue dedicada por una cofradía de la que fue promotor, la Hermandad de la Estrella.

Bola extra: El teléfono de la parroquia sólo se diferenciaba en un número con el de mis padres, y de vez en cuando nos llamaban por error. Y como mi hermano mayor se llama Jesús, si preguntaban por ese nombre se ponía él. En una de éstas, una feligresa comenzó con el preceptivo “avemaríapurísima, padre, que me quiero confesar”, pero él, sorprendido, le advirtió de su error de inmediato; lamentándose luego de no haber tenido más reflejos para ponerse a escuchar los pecados y otorgar la absolución, con la preceptiva y -seguramente inmerecida- penitencia.

(*) Al parecer. D. Jesús era “Jiménez Bustos”, pero casi todos le llamábamos D. Jesús Bustos.

(**) Algún curso nos dio religión otro cura, del que no tengo tan buen recuerdo, y hasta aquí puedo leer.

(***) La obra se encuentra en realidad en la esquina de la C. Hornos Caleros (anteriormente, 18 de Julio) con la C. Héroes del Alcázar (sus recuerdo los orígenes del barrio, casi todas las calles tienen nombres alusivos al Glorioso Calzamiento).