Mejor que en Hyde Park, andevaparar.

En el ÁSM seguimos en racha. El ayuntamiento, fiel a todo lo que tenga que ver con la sensibilidad artística y con el sano debate político, ha erigido un speaker’s corner en la plaza de la catedral. Todo aquel que quiera explicar o exponer su opinión, o las alegaciones a las Ordenanzas de Circulación, podrá encaramarse al pedestal aquí instituido y soltar su soflama a los cuatro vientos, con la esperanza de que sean atendidos.

Se recomienda, esosí, llevarse una escalerilla o al menos algún acompañante que ayude a subir, porque salvo la gente especialmente atlética, como mi amigo Eu o nuestro delegado de la JCyL, igual lo tienen un poco complicado para dar el salto. Confiamos también en que este lugar vaya haciéndose conocido entre la ciudadanía y los turistas, y hasta lo visiten, como así sucede con el rincón de Hyde Park que da nombre a este tipo de chirimbolos.

A la condición de «no estar pisando suelo nacional» que otorgan los cajoncillos sobre los que parlotean de aquel parque se añade la de estar fuera de la jurisdicción civil, que marcan los leoncillos (y anteriormente, las cadenas) que enmarcan nuestra Catedral. Todo son ventajas.

Ahí vamos

El Ávila Street Museum, que está un poco abandonao últimamente (aunque ya le he echao el ojo a una escultura que no tenía fichada) les trae un mashup de lo más coordinao entre dos de sus ovras más insignes, Los leones de la Catedral (opus 37) y Dale que lo libras (opus 78). Una combinación de fuerzas para lograr un nuevo hito en el arte conceptual y vanguardista. La obra se encuentra en la Plaza de la Catedral, y se ha pensado como un dúo granito/furgoneta. No sabríamos si llamarlo furgonito o granieta.

El artículo de Avilared.com indica que no se han producido daños personales, aunque el león no sé yo si opinará lo mismo. Técnicamente, la furgoneta se ha acogido a sagrado (como Quasimodo con Esmeralda), así que, como diría la FIA cuando el causante de un accidente es Hamilton, no further action.

Hace tiempo que no les doy la turra con alguna de mis aficiones deportivas, y hoy voy a estirar un poco la definición para (a) considerar algo como deporte y (b) desconsiderarlo. Buscar setas es un deporte (para algunos, un negocio) que consiste en ir al campo a recolectar ejemplares macroscópicos del reino Fungi, obteniendo un miniorgasmo cada vez que se localiza un ejemplar, independientemente del fin que se le vaya a dar al mismo (consumir, vender, envenenar al César…).

Buscar setas es un deporte que, desde esta bitácora, desaconsejamos. Es frustrante y puedes morir en el intento; de varias maneras; a cual más horrible. El buscador puede sufrir lesiones in situ: esguinces, caídas, ataques de jabalíes, disparos de cazadores que te confunden con un jabalí, picaduras diversas (zarzas, ortigas, serpientes, etc); y también a posteriori, tras consumir el producto. Es famoso el dicho de los micólogos: «todas las setas son comestibles, al menos una vez«; pero no sólo es eso; las setas son ejpertas en acumular moléculas de metales pesados y otras toxinas que, aunque no nos asesinen de golpe, nos van fastidiando poco a poco.

Lo de la toxicidad en sí es tema de debate. Si vds toman un libro de hace 30 ó 40 años verán que hay setas que aparecen como «comestible, riquísima» y hoy vienen como «mortal». El ejemplo de la seta de los caballeros* es el más típico: una seta fácil de identificar y consumida habitualmente, hasta que un buen día va alguien y se muere. La gracia es una toxina que funciona como un muñeco sorpresa: si no te pasas, la vas eliminando, pero si te das un atracón y alcanzas un umbral, ¡bing! te da un azipurri. Por eso desde 2006 tiene una «prohibición cautelar» de su comercialización**.

En general, pocas setas causan la muerte inmediata; suelen pasar varias horas o incluso días hasta que se manifiestan los síntomas, y en algún caso, puede pasar un mes, lo que históricamente dificultaba la identificación de las setas chungas. Algunas son tóxicas si se cocinan poco o en crudo; otras lo son si se mezclan con alcohol. Por último, hay quien las consume a modo de alucinógeno, lo que también desaconsejamos porque suelen tener efectos secundarios (entripaos, sobre todo) y es muy variable cómo afecta cada seta a cada persona. De hecho, incluso si vas a consumir una seta «buena» por primera vez, es recomendable probar sólo un poquito por si nuestro organismo no la tolera bien.

Intoxicaciones aparte, tratar de entender de setas en sí es un deporte de riesgo. Tu ves una seta y te preguntas cómo se llama (libros, internet, amigos ejpertos…), y te sale: nízcalo, mícalo, guíscano, túscany… y si la guía es multilingüe, otras tantas palabrejas en catalán, euskera***, gallego, etc. A veces un nombre vulgar designa setas distintas en distintas partes. Ah, pero hay un nombre científico, uno para gobernarlos a todos, para encontrarlos y hacer risotto con ellos… ¿no?

Pues no. Lo que para uno es un Lactarius Sabrosus, para otro es, indudablemente, el Mizcalus naränjitus, y un tercero dirá que realmente era un Lactarius riquisimus var. ketchup. Las propias setas han puesto de su parte camuflando sus intenciones, por ejemplo, los «pedos de lobo«, que antiguamente se consideraban parte de los gasterales, un grupo «poco evolucionado» (por no tener «forma de seta»); resulta que lo han mirao bien y básicamente son un «champiñón vago», que vuelve a una forma más simple, quedándose en fase de huevo y soltando las esporas cuando alguien lo pisa. Y han tenido que recolocar todas las ramas de clases, órdenes y familias, para desesperación de los estudiantes del ramo. Después de llevar un tiempo en ello, he llegado a la conclusión de que la setología consiste en algo así como tratar de representar «juego de tronos» con los nombres de las especies. Cada hongólogo organiza el tema como le sale de la punta del Phallus impudicus.

Y con esto llegamos a lo que me ha dado la idea para este post, relativo a la identificación. Se han puesto de moda las aplicaciones para identificar setas con el móvil, con IA y todo; haciendo una foto y pasándosela al poglama. Puede estar bien como juego, pero NUNCA se coman una seta identificada sólo por este sistema. Las setas son más cambiantes que la mayoría de los organismos. La más mortal de las que tenemos por aquí, la Amanita phalloides, normalmente es de un color verde botella claro, pero puede ser completamente blanca, grisácea, o tener otras pigmentaciones. «Debe» tener anillo y volva, pero puede haberlo perdido al crecer, y parecer un champiñón o -cuando es joven- un gurumelo. Y, sobre todo, está muy rica (a diferencia de otras setas cuya «parecida chunga» huele mal o sabe a rayos). Buscar setas no es un juego.

Por todo esto y más, aquí queda nuestra desaconsejación.

(*) Yo la he comido varias veces, y está rica. Y aquí sigo, para vuestra desgracia.

(**) Hay otras setas que tienen la misma toxina, y se pueden comercializar. Eso es porque todavía no se ha muerto nadie por darse un atracón de boletus. No sea vd el primero… En cualquier caso, no se dé un atracón de ningún tipo de seta. Un piquito, y ya.

(***) Lo de los vascos**** con las setas es pa echarlos de comer aparte. Un micólogo encuentra una especie aparentemente nueva, se la lleva a un vasco, y le dice «ah, sí; ziza gorrigorri txuriurdin, llamamos… Crece mucho en Atacama en años lluviosos, y nosotros cogemos a veces en arenal de Aitzuri…

(****) Robasetas, para los navarros. Que el tema de mantener secreto el lugar donde llenas tu cesta es el mantra del setero.

Querido diario: ¿dónde me dejaría yo el corazón?

Señoras y señores, mea culpa, mea culpa, mea maxima culpa. Me había dejado una estatua de Santa Teresa* sin reflejar en el excelso catálogo del Ávila Street Museum. Ésta se encuentra junto a la iglesia de San Pedro Bautista, la más nueva de las que tenemos, en el barrio anexionado de Las Hervencias; pero no frente a la entrada o en algún lugar prominente y visible; la escultura ha sido colocada en la parte de atrás, la que mira hacia la rotonda de la Fuente de la Nava, medio escondida. Quizá estaba destinada inicialmente a ser colocada en esa rotonda, pero (a) no es de fierro morroñoso y (b) ahí ya había un chirimbolo.

Si notan vds. algo raro en la estatua, no son los primeros. Efectivamente, tiene como una ausencia. Desconozco lo que el autor de la escultura ha querido comunicar al representar así a nuesta santa por antonomasia, por lo que me lanzo a lanzar mis descabelladas hipótesis, tras las pertinentes investigaciones. Básicamente, creo que es una escultura crítica con el despiece del que fue objeto el cuerpo mortal de la postmedieval andariega, que ya reflejamos en el post «qué he hecho yo para merecer esto«. Si no lo conocen, lean cómo se hizo el reparto de esa herencia.

Para entender mejor la obra, debería completarse con un poster o fotografía de lo que falta ahí:

¡Hola, corazones!

Efectivamente, en ese relicario albanotormesvar se encuentra el corazón de Santa Teresa, tras la pertinente extracción. Por eso creo que la escultura está acertada; porque, señores, independientemente de lo que ustedes crean, o lo que ustedes crean creer, jugar a esto con los cadáveres creo que tiene poco que ver con la salvación eterna:

¿tenemos ese hueso en algún sitio? ¿o se ha tragado un diapasón?

Para rematar toda esta información inútil que suelo proporcionar, la iglesia está dedicada a San Pedro Bautista, protomártir de Japón (murió en Nagasaki), del que ya hemos comentado su estatua (que está frente a la iglesia de San Antonio) en este museo tan completo y lisérgico cuyas obras vamos agotando, ante la desidia municipal; que en lugar de erigir nuevas obras continúa abriendo trincheras, como en el frente del Somme.

(*) Ojo, creo que es nuestra Tere, porque sujeta una pluma y un libro, en pose de tomar algunas notas; y es conocida la afición que la copatrona local tenía a leer y escribir. Agarra la pluma de una manera un poco rara, eso sí. Pero en el pedestal no pone nada, fiel a la tradición de que a los santos se les identifica por sus atributos**.

(**) Me refiero a eso de que San Pedro lleva unas llaves, Santiago una espada, Santa Apolonia unos alicates***, y San Roque un perro que no tiene rabo porque Ramón Ramirez se lo ha cortado.

(***) Unos alicates, sí; si no lo creen, busquen en San Gúguel. Y como ya he comentado en este bló, el día de Santa Apolonia (9 de febrero) se abonaban los pastos**** en el pueblo de mi padre. No era mucho el dinero a repartir, así que los agraciados se iban al bar a gastárselo en vino. Quizá sí que era mucho dinero para ese tipo de gasto, por lo que el colectivo, una vez alcanzado el consiguiente estado de ebriedad, nivel «cantos folclóricos», era conocido como «los Polonios». Tradiciones que se pierden como lágrimas en la lluvia.

(****) Los que tenían ganado pagaban a los que tenían tierras en barbecho por meter allí sus reses a pastar, proporcionalmente a su superficie, que los millenials pensáis que la leche sale del árbol de los briks.

«y eso que dije de salir de tranquis…»

Recuperamos puntualmente el Ávila Road Museum para hacer llegar a sus monitores la última novedad en cuanto al arte rotondil abulense: Rotonda con Resaca. Casualmente es la que tengo más cerca de casa, se ubica en la Avda Madrid en su confluencia con la C/San Pedro Bautista y alguna otra que por allí aparece.

La originalidad consiste en el modo de indicar la rotondez (o rotundidez) de este elemento ordenador del tráfico. La preceptiva señal de las volteretas se ha colocado descansando sobre el césped, harta de ver tanto coche girar a su alrededor. La explicación que se me ocurre es que haya salido de su ubicación y empleo originales para tomarse algo en los locales fiesteros de los alrededores, la pasada noche, y haya salido algo perjudicada por los excesos y el alcohol.

Detalle

Ya lo decía Stevie Wonder* «si bebesssss no conduscassss». Es lógico que una señal como ésta sea más vulnerable al mareo propio de la intoxicación etílica.

(*) Para los millenials, un anuncio de la Degeté para concienciar a la juventud sobre por qué no hay que ir ciegos de gintonics al volante. Don´t drive drunk, decía (o más bien, tarareaba) en la parte que se le entendía.

Ávila es un paraíso natural para muchas especias migratorias: cigüeñas, vencejos (estos pobres, cada vez menos) y otros animalillos nos visitan regularmente, atraídos por la buena gestión de Ayuntamiento y Diputación. Si los apodiformes son habituales en verano, como dice la poesía, una de las familias de especies cuya presencia es habitual en invierno es el guante, que suele dejarse ver por nuestra ciudad, normalmente en solitario (aunque a veces en algunos parques puedes ver grupos de tres o cuatro), dispersos sobre los bancos y otros elementos de mobiliario urbano, donde suelen nidificar.

El guante es un depredador oportunista, que al principio del día suele verse por el suelo, pero rápidamente se sube a algún lugar desde donde tenga mejor campo de visión. Es individualista, normalmente no lo verás con una pareja idéntica. Como hemos dicho, prefiere el tiempo frío, aunque en veranos ocasionalmente puedes ver también la variedad «patuco», capaz de saltar con desparpajo para eludir la presencia humana.

Normalmente son de las variedades lanares, sobre todo la infantil, aunque con la pandemia proliferaron también los guantes de latex; y ahora con tanta obra están empezando a dejarse ver, alrededor de las zanjas y otros ecosistemas, guantes de trabajo amarillos y otras subespecies de piel dura. Alrededor de los supermercados prolifera una especie invasora y dañina, guantillus fruterus, que acostumbran a formar manadas dentro de los carritos de la compra.

¡Desperta, Ferro Morroñoso!

Justo al lado de la escultura anterior, opus 101 de nuestro catálogo, podemos encontrar esta otra… cosa. «Cimorro-ñoso» representa el muy noble y leal Escudo de Ávila (el rey niño* asomao a lo alto del cimorro** de la catedral) y está realizado ¡en fierro morroñoso! Si se quería buscar un contraste con la marmórea Victoria de Samotracia que tiene al lado, no se podía haber hecho mejor; ya saben que en los restaurantes son dados a eso de confrontar mar/montaña, dulce/salado, umami-umami/papichulo, etc. Se ubica, obviously, a la puerta del complejo hotelero de Los Cuatro Palos.

La figura, realizada con una técnica de calado o celosía o abujereación, es reconocible para los abulenses pero imagino que no tanto para los turistas y opositores que suelen alojarse en este establecimiento. Se ha colocado sobre una peana pizarrosa, como complemento a un pequeño jardín en el que se ha situado con la suficiente protección para que nadie se esnafre contra ella al salir por la noche algo perjudicao de un bodorrio, pues al ser de color de los gatos pardos queda bastante invisibilizada.

Como propuesta para complementar el curioso conjunto que forman la victoria de samotracia y el escudo morroñoso, proponemos a la dirección del hotel que coloquen una reproducción del toro de wall street con un crotal de la denominación de origen Avileña-negra ibérica.

(*) El rey niño que aparece en nuestro escudo es el príncipe Alfonso (de mayor, rey de León, el 7º de su nombre), que la nobleza decidió matricular en un internado de Ávila para alejarlo de su padrastro, Alfonso I de Aragorn; la imagen representa el día que fue a visitarlo a lo que sería el primer Punto de Encuentro Familiar documentado en nuestra ciudad, pues la relación con su esposa (y madre de Alfonsito, la reina Urraca) no pasaba por los mejores momentos***.

(**) Un cimorro o cimborrio es una torre gorda colocada sobre el crucero o el cabecero de una iglesia. El nuestro es a la vez cimorro, ábside y muralla; estamos a ver si ponen unas escaleras mecánicas pa subir, y que pase el carril bici y la red de calor, y ya estaría.

(***) Es una bonita y olvidada parte de nuestra historia: Doña Urraca fue la primera reina europea de pleno derecho, que tuvo que luchar…(amo a ello): contra su (segundo) marido Alfonso, contra Portugal (Ávila llegó a ser portuguesa durante algunos años), contra la nobleza de su reino (que no quería una mujer al mando), contra los almorávides, contra Al Mutasim (rey de Zaragoza, a su vez enemigo de los almorávides y de su marido), contra el obispo Gelmírez de Compostela, que se quería obispoindepecompostelizar, y contra algunas ciudades del reino -como Segovia- que se levantaron contra todos, hartas de tanto mangoneo. Finalmente, hasta su propio hijo, una vez nombrado rey, propagó infundios contra ella, en un proceso de damnatio memoriae que continúa hasta hoy, vean si no lo poco que sabemos de ella -esa vida tan interesante no tiene ni serie en Nesflis****- en comparación con la imagen que tenemos de la usurpadora Isabel***** Monta Tanto de Castilla.

(****) Además, la reina fue acusada de golfa y pecadora y depravada sexual, porque se acostaba con un conde mu resultón; a diferencia de los reyes, que siempre fueron fieles a sus esposas.

(*****) Es triste que en España hoy tengamos Isabeles hasta en la sopa, y que ya nadie ponga el bello nombre de Urraca a sus hijas. En este bló siempre seremos urraquistas (y juanalabeltranejistas).

Los salarios en este país son una reverenda mierda. ¡Vaya descubrimiento, Baku! Ya, ya, pero dejad que suelte mi rollo.

Llevo unos días viendo los típicos artículos de prensa propaganda sobre honrados lloricas hosteleros que pagan según convenio y, a pesar de tamaña generosidad, no encuentran trabajadores esclavos. Es curioso que los lüberalles entienden muy bien el mercado hasta que la mercancía con la que tienen que tratar es la fuerza de trabajo. Entonces sus curvas de oferta y demanda se desmoronan y se pierden los pobrecitos.

Porque si el salario de convenio es el mínimo que debes pagar y no encuentras trabajadores por ese precio… ¿Se te ha ocurrido la loca idea de pagar más? Quizás así consigas «retener el talento», puto genio.

Y ya no es que hablemos de salarios de trabajos —mal llamados— no cualificados. Es que ves ofertas de empleo de «cosas cualificadísimas» y ya es para echarte a llorar. Esta misma semana he visto un anuncio buscando un diseñador de UX/UI que era un poema. Buscaban a alguien con un máster en UX, con merecientos años de experiencia en diseño de interfaces, con nivel C1 de idiomas y soltura en manejo de no sé cuántas herramientas. Y la banda salarial ofrecida arrancaba en el salario que gano yo de conserje. Pero, vamos a ver, ¿quieres que invierta tiempo, dinero y esfuerzo en convertirme en un cheñor listísimo y luego pagarme un puñado de cacahuetes? Luego no te sorprendas de que no quiera trabajar para ti.

Servidor se largó del sector tecnológico hace once años. De vez en cuando echa un vistazo a ofertas de lo suyo y se descojona. Que estáis ofreciendo menos pasta de la que ganaba yo entonces. Y lo que sé hacer es cada día más escaso. Allá vosotros, yo no pienso volver. Estoy muy calentito en mi conserjería.

En fin, esto es lo que necesitaba decir. Buenos días.

Banda sonora recomendada
La Vicky

El arte clásico también tiene cabida en nuestra postmedieval ciudad. Traemos hoy al Á.S.M. una bella muestra, la escultura denominada «Mi gran boda griega». Representa a la diosa griega Niké (patrona de las zapatillas de deportes) y está elaborada a imagen y semejanza de la que trasladaron (guiño, guiño) al Louvre desde la isla de Samotracia, posiblemente esculpida por el gran Pitocrito (pongo link pa que veáis que no me invento ni siquiera lo del gran Pitocrito). La escultura se ubica a la entrada de un famoso hotel y restaurante abulense, según se sale pa Salamanca, y aporta ese toque kitsch tan necesario para los negocios de la BBC*.

Tradicionalmente, los salones de bodas han elegido la mitología griega como fuente de inspiración. Es entendible; en las bodas más famosas del cristianismo sucedió algo lamentable: como los novios tenían poco presupuesto, un invitado transformó agua en vino. Así, por la patilla. Si los creyentes fueran haciendo eso, la hostelería sería insostenible. Bueno, o cobrarían el agua mucho más cara, prohibirían la entrada a los hippies y pondrían terrazas ocupando toa la calle, como los Bee Gees en sus videoclíses.

Los dioses griegos eran mucho más dados a la orgía y a consumir con desenfreno como si no hubiera un mañana. Por eso en los salones de bodas** abunda la decoración grecorromana: columnas con capiteles, estatuas de dioses en pelotas (preferentemente de Venus y Cupido), triglifos, metopas, y toda esa parafernalia. Y esta decoración, que a veces nos puede parecer exagerada u hortera, tiene que ver con la representación (ya se sabe, el teatro griego…) que va a tener lugar en la skena**** que enmarca.

En primer lugar, aparece el hybris (la desmesura del héroe que cree que todo lo puede): organizas la boda invitando a 300 espartanos (u más). Después llega el pathós (el sufrimiento), cuando ves que te han cobrado el doble (si los capiteles son jónicos) o el triple (si son corintios) de su precio. Y acaba con la anagnorisis (cuando el héroe reconoce su error), te das cuenta de que si no hubieras dicho la palabra «boda» (γάμος*****) cada hoplita se habría jartao de lo que hubiera querido, pagando mucho menos y sin que sobre tanta comida.

Que igual es eso, los dioses griegos nos castigan por despilfarrar alimentos en los bodorrios (excepto a mi cuñao, que se termina lo suyo y lo de su sra.); y ya sabemos cómo se las gastan. Es el destino; ανανκη, que decía Eurípides (que sabía leer esas letrujas): una fuerza superior a dioses y a hombres. Y caemos y volvemos a caer como la piedra de Sísifo. Así lo escribió Virgilio, en boca de Lacoonte: «Temed a los griegos cuando ponen barra libre». Qué sablazo no le meterían…

(*) Bodas, bautizos y comuniones, según la Guía del Autoestopista Galáctico; manual donde también se informa de que la respuesta definitiva es 42.

(**) Las Vegas (Nevada) no es más que un montón de salones de boda a cual más hortera, con casinos… y furcias***.

(***) Esto es una referencia literaria, coño.

(****) Skena, así llamaba mi abuela a las espinas del pescao, por cierto.

(*****) «Gamós», de ahí vienen palabras como «poligamia» y similares.

Retomamos puntualmente la serie de deportes desaconsejados con uno nuevo que nos ha aparecido al quitar la alfombra y mirar debajo: el topurio. Porque no sé cómo se llama lo que hace el señor ese, sé que es uno de los de pegarse (que ya hemos desaconsejado en este bló), pero con nombre raro. Lo organiza una empresa autoproclamada como organizadora, y no sería de extrañar que lo hicieran olímpico en un proceso de beatificación exprés. Y conste que si no saliere será por algún contencioso económico.

El topurio es un deporte que, desde esta bitácora, desaconsejamos. No sólo tiene que ver con que, dentro de los de pegarse, este engendro es de los que prescinde de la filosofía de las artes marciales orientales (disciplina, respeto, defensa…); es que se centra en la parte macarra de fostiarse: en las presentaciones de los combates no es raro que ya hagan ese paripé de amenazarse como dos borrachos en un bar, en plan «eso no me lo dices en la calle».

Lo del topurio ya me comenzó a hacer sospechar cuando un sobrino nos mandó una foto en la que salía él con alguien que yo no conocía, me imaginé que sería algún nuevo fichaje fumbolero, pero no. Era uno que vino en un barco de nombre extranjero y que al parecer ya era algo famosete, al menos entre la mocedad consumidora de ciertas redes sociales, cuyo nombre no pronunciaré aquí. Por ello no es de extrañar que nuestros mandamases, desde IDA a Perrochánche hayan corrido a fotografiarse* con él a las primeras de cambio, que eso da clicks.

La gracia de esto es que podría pasar por una manera de renovar el boxeo, que lleva decayendo desde aquellos tiempos jloriosos que siempre cita José Luis Garci cuando presenta una película… Cambiamos las reglas (para que sea aun más bestia), ponemos un poco de la estética de los nuevos gladiadores** que entrenan para triunfar en los circos que nos montamos ahora; y que además llevan aparejada una buena dosis de «ideología de los ganadores», esa de los self made men-criptobros-vendehumos que encandilan con su coaching y sus demostraciones de riqueza neolibeggal.

Cuando tenemos a famosos deportistas diciendo que «las chicas» no deben cobrar lo mismo que ellos porque el deporte femenino lo ve menos gente, deberíamos preguntarnos qué es lo que hace que un deporte completamente desconocido hasta hace cuarto de hora, de repente ocupe portadas y salga por la tele a todas horas, a diferencia de otros campeones del mundo de cosas de pegarse que tenemos hasta en Salamanca y no conoce ni el tato.

Por todo esto y más, aquí queda nuestra desaconsejación.

(*) Y a proclamarlo muy español y mucho español, creo que el mismísmio Sánchez le ha dibujao el DNI a mano en la Moncloa. Por cierto, los jóvenes no os acordaréis de un tal Juanito Mühlegg…

(**) Ahora se llaman máquina, monstruo, titán, fiera, crack, etc.