Don Claudio

Ávila es tierra de cantos y de santos, dijo uno, y se quedó tan oreao. Pero en Ávila también tenemos inventores, entre ellos está Claudio, el inventor del albornoz; esa prenda que puede servir lo mismo como toalla que como bata pa cuando hace frío. Se ubica en la Plaza que la ciudad dedicó a este insigne personaje. Disculpen el encuadre de de la foto, pero así se puede admirar el templo que está detrás, que no es otro que la iglesia de Santa María la Antigua (que formó parte de un convento benedictino y ha sido muy reformada; de hecho, la puerta es de lo más antiguo que queda de Santa María la Antigua).

Claudio es, pues, el responsable de esa prenda anfibia que en los catálogos de moda siempre aparece con un o una modelo de buen ver, que lleva solamente esa pieza, y que muestra semiabierta de un modo insinuante y erótico. No es de extrañar que Claudio, como responsable de un ropaje tan sicalíptico y pecaminoso, fuese rechazado por el nacionalcatolicismo del anterior régimen, así que hubo que esperar al fin de ese periodo postmedieval para que se le pudiera erigir la escultura que se merecía.

El escultor muestra a Claudio en su senectud, mirando condescendiente al viandante a través de sus gafas de pasta. Claudio ya tenía en mente la idea de la batamanta (la evolución natural del albornoz), pero falleció antes de poder registrar la patente. Tras un largo exilio, regresó a Ávila en 1983. Craso error, no duró ni un año. Al no disponer de panteón de hombres ilustres, lo enterraron en el claustro de la catedral.

Se me olvidaba, el link al mapa, en Terra Mística.

Miller’s crossing

Volvemos a la carretera, a lo que hoy podríamos llamar el Ávila Road Movie Museum; porque la rotonda de hoy está dedicada a una jran película de los hermanos Coen, «Muerte entre las flores» (en versión horiginal, Miller’s Crossing, cruce que bien podría ser otra rotonda junto a un molino). Y es que en Ávila semos muy cinefílicos. Y tenemos rotondas para dar y tomar.

El monumento se ubica en una de las numerosas rotondas de la Calle Hornos Caleros; antiguamente Avda 18 de Julio; también conocida como carretera CL-505 encontrisque se va alejando de la ciudad, y M-505 encontrisque se mete en la Comunidad de Madrid, por esas cosas de las competencias. O Ávila-Las Rozas, o Carretera de El Escorial o «la de Rivilla*», son otras de sus denominaciones. No sé si os he liao.

Vamos al monumento, que me estoy yendo por las ramas. Como ustedes saben, Muerte entre las flores es una peli de gánsteres ambientada en una ciudad que nunca se nombra (bien podría ser la nuestra), y en la que la violencia de sus imágenes se transforma, gracias a la portentosa fotografía de los Coen, en otra cosa. No sé cuál, coño, que no soy crítico de cine; vedla y me decís.

Lo mismo pasa con esta rotonda, que vista desde aquí parece algo, el punto de mira de un arma entre las flores. Pero vista desde el otro lao, oh hamijos, se puede decir que es patrimonio de la humanidad. Ved la rotonda y dadle unas vueltas, si no me creéis. Hasta podéis pasear por ella, como John Turturro, desmadejado y abatido, por el otoñal bosque en el que suplica por su vida.

(*) Rivilla no es un pueblo. Bueno, sí, hay un pueblo que se llama Rivilla, pero no viene al caso. Rivilla fue un jugador abulense del At. Madrid, integrante también de la selección campeona de Europa en 1964 frente a la URSS (Rusia, en la narración del NODO) por 1 a 0, gol de su compañero Marcelino. Y tuvo un negocio en esa calle.

Estimados todos: nos honramos en ofrecer a vuesas mercedes la herramienta definitiva para turistear por Ávila, lejos de las rutas tradicionales y masificadas. El Mapa de Terra Mística, en el que podrá disfrutar de todas nuestras atracciones, a pie o a caballo. A partir de ahora iremos incluyendo todas las hovras de harte en este mapa. Incluso pueden aplicar el algoritmo de Dijkstra para encontrar el camino idóneo entre todos los chirimbolos.

Arrinconao

El Rincón de Pensar es un homenaje estatuario con retranca, no me cabe ninguna duda. En la misma plaza de La Santa donde hace unos días les explicamos a ustedes el monumento a Santa Teresa y su Registro de Fitosanitarios, se ubica una figura arrinconada, junto a los arcos ciegos del convento de los Padres Carmelitas Descalzos. La figura parece mirar con envidia a la mucho más fotografiada estatua sedente de Teresa, junto a la que no es raro ver a niños sentados mientras sus padres tratan -infructuosamente- de que miren a la cámara y no cometan ningún vandalismo con la figura. Y entonces les amenazan: «como te portes mal, te castigo como a aquel señor», lo que suele causar efecto.

El busto que citamos es bastante postmedieval, desde luego; por suerte no está elaborado con fierro morroñoso, por la dificultad que entraña moldear ese producto infame. Desconocemos si representa a alguien real o imaginario, pero algo habrá hecho pa que lo castigasen así. Nuestra investigación ha sido infructuosa, pero tenemos claro que al menos intervienen 3 personas:

1) El encargador. Alguien, en un momento, decide que la persona homenajeada se merece una estatua. Estas cosas son caras, así que se ve que en su momento había interés, presupuesto y ganas de agradar a los votantes.

2) El escultor. Para nuestra teoría, es el menos importante. Nos basta saber que un bien día se presentó un transportista con el paquete en una mano* y la factura en la otra.

3) El colocador. En Ávila creo que no existe Concejalía de Colocaciones (aunque tengo conocidos que trabajan en el Ayuntamiento y que sólo han podido conseguir el puesto mediante ese sistema). El caso es que alguien abrió la caja y vio asomar el oscuro busto entre pelotillas de poliexpan. Y aquí mi teoría se divide en dos:

¿Antes tenía los brazos en cruz?

3.1) Al Colocador no le caía bien el personaje. O, súbitamente, no le parecería precisamente un santo. Y lo castigó al rincón de pensar.

3.2) Al Colocador no se le ocurría qué hacer con aquel personaje. Y se produjo un embarazoso momento de «No lo voy a tirar a la basura, que esto ha costao su dinero y seguro que alguien se ofende… Coño, yoquesé, ponedla donde se vea pero que no estorbe».

Por cualquiera de las dos vías se llega al mismo resultado. Y aquí estoy seguro de que en primer lugar se pensó en la Plaza de Santa Teresa, bajo el Torreón del Homenaje, en el rincón donde están Isabel, Teresa y el Pack Descuento; pero claro, esa zona está un poco saturada. Así que se eligió este otro rincón, en el que no me negarán que es la ubicación más cutre de todas las hasta ahora vistas en el Ávila Street Museum, aunque sin alcanzar el nivel de sordidez del Homenaje frente a la iglesia de Las Gordillas.

(*): Me refiero al paquete conteniendo la estatua, no a una pose como la de Javier Bardem en «Huevos de Oro».

Camino de la Legua o Legua del Camino.

Por ser hoy mi cumpleaños, el Ávila Road Museum trae una entrada especial (no me apetecía trabajar mucho). La primera que no se ubica en una rotonda, porque entonces no existían; pero sí es un icono muy carreteril. Se trata de un leguario, que se ubica en el antiguo camino a Madrid (actualmente, carretera de Ávila a El Espinar, denominada AV-500 en su sector abulense, y SG-500 en el sector segoviano, que está lleno de baches y sin arreglar porque los muy envidiosos no quieren que nos ahorremos la autopista de peaje).

Como pueden observar, la distancia entre Ávila y Madrid es de 19 leguas, que en la época postmedieval se tardaba dos o tres jornadas en recorrer; actualmente en tren puede que se tarde un poco más, sobre todo si intentas sacar los billetes en la web de Renfe.

El leguario ha sido merecidamente restaurado, y pueden comprobar que es más bonito que los chirimbolos de las rotondas de ahora.

León torpe

Ávila es una caja de sopresas. Y paseando por ella, el viandante (aparte de tropezar con una losa mal puesta) puede contemplar cosas insólitas. Más allá de la puerta Tannhäuser, digo de El Rastro, nos podemos encontrar con una estatua dedicada al león torpe. En todas partes se ponen efigies de leones: a las puertas del Congreso de los Diputados, tirando del carro de La Cibeles, rodeando la Catedral de Ávila… Son leones rampantes, hermosos; representan a los reyes de la selva, al monstruo de Nemea, a la esfinge, al Seat León Turbo Road Runner Special When Lit… Pero ninguno como éste.

El león que tenemos en la entrada al jardín de El Rastro es, claramente, un león torpe. Colocado al lado de una figura con forma de torre de ajedrez, este león es como yo cuando en gimnasia me mandaban trepar por la cuerda: se ha quedado abajo, tratando de no rozar el suelo (lo que supondría la descalificación) y buscando la manera de que la gravedad negativa (esa fuerza oscura que en algún lugar del Universo aún espera a ser descubierta) le impulse hacia arriba.

La pieza fue construida en época postmedieval, y por ello luce en granito brillante. Sin duda, el escultor ha querido reflejar la perdida nobleza de Ávila, que llegó a ser una de las ciudades más importantes de Castilla y sede de la corte en tiempos de los Reyes Católicos, y ahora es un mega-restaurante temático donde los madrileños vienen a jartarse de chuletón y a pasear en el Murallito.

Jamón jamónja

Cerca de la rotonda del monumento a los perritos se ubica otro engendro enigmático de fierro morroñoso. Se trata del monumento conocido como Jamón Jamonja, un bello chirimbolo abstracto que representa a la bellísima Audrey Hepburn blandiendo un cuchillo jamonero, según aparece en la aburrida «Historia de una monja» (versión sin censurar). Además, es una de las escasas obras del Á.R.M. en la que conozco al escultor, pues fue conmigo a clase bastantes años. Por lo que se ve, Santi tampoco consiguió salir de la educación primaria sin secuelas graves.

Además, ha tenido la mala suerte de que la obra se haya instalao en plan Manolo y Benito; la base está en estado putrefacto y corre el riesgo de caer, según denunció el propio autor al Ayuntamiento. Y con lo alta que es, lo mismo pilla a algún coche pasando y le clava la cofia, lo digo por lo que lo digo.

Tengo que decir que la foto no le hace justicia (volvía yo con la bici de dar una vuelta, polvo, sudor y hierro, y no estaba pa mucho arte); pero si la ves desde lejos, con el adecuado ángulo del sol, y fumando lo mismo que Santi, se ve clarísmio que es Audrey Hepburn. Se ubica en la Carretera de Valladolid, en lo que los abulenses llamamos «la rotonda de los bomberos».

Juan

Ni en agosto dejamos de darles la brasa con el Ávila Street Museum. Hoy traemos a primera plana una de las esculturas más bellas de Ávila (de las que están fuera de edificios, in de estrit, que tenemos un tostao y un segundo muy bonitos). Se trata de la figura denominada «Declaración complementaria fuera de plazo», y -lógicamente- se ubica frente a la Delegación de Hacienda, en la Plaza del Corral de las Campanas.

El autor ha sabido captar la expresión compungida que el contribuyente -llamémosle Juan- presenta ante el inspector de Hacienda que le acaba de pillar en un renuncio y le ha metido el correspondiente sartenazo. Sus ojos imploran perdón y la sanción mínima. Si alguna vez buscan esta delegación, pregunten por Juan, y sigan su mirada.

La historia de Juan data de tiempos postmedievales, as usual. Al parecer, el chaval vivía feliz fundando sociedades offshore sin licencia; pero, descubierto por Hacienda, fue encarcelado varias veces entre 1575 y 1577. Mientras estaba en prisión, escribía poesías que luego rapeaba en voz alta, para disgusto de los carceleros. Y como curiosidad, fue amigo de una tal Teresa (no digo más).

El fondo de la foto está raro pero son cosas de mi móvil, que no es pa tirar cohetes. Días antes de realizarla, alguien había añadido, para dar más realismo, un ramito de flores; que ya aparecen algo mustias.

Pedrolo

Si en la anterior entrada hemos podido ver una rotonda estándar, hoy les presentamos una rotonda barata, que no es lo mismo. Como todas, esta rotonda tiene su historia, y no se van a librar de ella. Retrocedemos en el tiempo. Como ustedes saben, la crisis hizo mella en Ávila. Nos referimos a la crisis postmedieval de finales del XVI, de ahí en adelante sólo hemos ido a peor, con breves momentos de esperanzas casi siempre frustradas, como la llegada del ferrocarril o la propuesta de derribar la muralla (que no se llevó a cabo por falta de fondos), ambas en el S. XIX.

En una de estas estábamos cuando surgió la necesidad de decorar esta rotonda, frente a la Puerta de San Vicente (la original, no la que está a la entrada del Poble Espanyol de Montjuic). Y de dedicársela a alguien. Porque, ahí donde la ven, esta rotonda está dedicada. Y aquí les pido que se pongan en el lugar del técnico municipal al que le cayó este marrón:

«Oye, tú, ta tocao el poyesto de la rotonda del Sanvi. Como sabes, según el Acuerdo de Gobierno del pasado martes, se va a dedicar a X. Así que ya puedes ir pensando en encargar un monumento, un auténtico portento» (y sigan ustedes con la canción de Krahe… sólo que, como verán, estábamos en Villatripas de Abajo).

Cuando el técnico leyó la partida presupuestaria para la erección de la obra, encontró que era más bien escasa, por decirlo suavemente. Por un momentó pensó en encargarle a su hijo pequeño que hiciese una manualidad con papel maché, pero claro, podría verse afectada por la lluvia. Así que se personó en casa de un cantero, y con la pieza sobrante de tallar una lápida, encontró la manera de ubicar un chirimbolo a modo de piedra hita o miliario, por poco dinero. Y he aquí el resultado.

Luego ya, una vez colocado, alguien pensó en que la cosa quedaba cutre de cohone, y se decidió poner una iluminación potente, formando una estrella alrededor del chisme. Con ello se consigue, sobre todo, que los turistas se metan en la rotonda -arriesgando su integridad- para hacerse una foto con el inmarcesible fondo de la muralla, en artísticas poses.

Pino Puente

La escultura de hoy no necesita presentación, pero la vamos a hacer, porque en el Ávila Street Museum somos así de impertinentes. Esta figura tiene una razón de ser, quicir, las otras supongo que también, pero ésta está a la puerta de lo que antiguamente se llamaba Escuela de Artes y Oficios (y hoy supongo que tendrá un nombre mucho más rimbombante). Vamos, es donde hacen el bachillerato esos chavales que se pintan el pelo de colores y saben de lo que va la canción «Lucy in the sky with diamonds» (mi señora fue una de ellas, sé de lo que hablo).

Como no podía ser menos, pusieron una escultura a la puerta; de fierro morroñoso, lo bueno es que es de cuando el fierro morroñoso casi no se conocía por estos pagos, se puede decir que es el más postmedieval de nuestros morroños. Seguro que ahora que está de moda hasta para hacer fachadas de casas de señores ricos no se les habría ocurrido usar este material, los de Artes son así; ahora lo harían de adobe fabricado a la manera de Tombuctú.

Lo he llamado «Pino puente» por fastidiar, porque seguro que el artit-ta que la realizó pensó en otra cosa mucho más trascendental, como dos diapasones copulando; a mí me ha querido recordar algún episodio gimnástico de mi juventud. Ya sé que estrictamente hablando no parece estar haciendo el pino puente, pero los que hicieron gimansia con profesores reconvertidos desde la antigua asignatura de Formación del Espíritu Nacional seguro que recuerdan estas cosas.

Se ubica a la puerta del susodicho centro, en la Plaza de Granada, saliendo hacia la Avda de la Juventud.