Leemos con regocijo que los coches sin etiqueta medioambiental ya no pueden circular por el interior de la M-30. Pero resulta curioso el muy distinto tratamiento que han dado los medios a la noticia ahora y cómo lo hacían hace once años. Vean el titular que recogimos entonces y que recuperamos en Halón Clásico. Qué chorprecha, ¿verdad?

¡Qué chorprecha!
Me voy a hartar de poner esta captura

Banda sonora recomendada

Vivaspaña

Comienza aquí a petición del público, un spin-off de la serie Ávila Street Museum, denominada, como se indica ut supra, Ávila Road Museum.

Porque desde que Raimundo de Borgoña fue convocado a repoblar nuestro escabroso y yermo territorio, en época pre-postmedieval, y trajo desde sus tierras sus gabachas costumbres, mandó a sus subalternos cumplir lo siguiente: «E fáganse rotondas en todos los crusces do sitio oviera, para evitar que se esnafren caballeros, garçones e mercaderes«. Y aquí viene lo importante: «e se ponga en cada rotonda una ymagen de piedra labrada o quanto menos un árbol, porque los ruanos de la cibdad, que se conduzen como un pizzaiolo con vespino, van cantando: si la rotonda no tiene una fuente, la paso de frente; si la rotonda no tiene un arbusto, la salto con gusto«.

Por eso, las hovras de las rotondas tienen una cuádruple misión: la primera (que comparten con las figuras del Ávila Street Museum) es dar gusto a las musas, a la belleza y al harte en jeneral. La segunda, como ya pedía Don Raimundo, es servir de obstáculo para evitar que los conductores «hagan un recto». En paralelo, la tercera función es aportar visibilidad: algunas rotondas de la Avda Madrid, los primeros sábados por la noche después de haber sido montadas (sólo con un bordillo y césped o gravilla), sufrieron embistes de conductores que -confundidos por la noche- ignoraban la nueva disposición vial. Y, last but not least, servir de alimento al ego de nuestros próceres y munícipes, ansiosos por dejar su impronta para la posteridad, como Ramsés II en Abu Simbel. Ay, si los egipcios hubieran conocido la rotonda…

Las rotondas, además, llaman a la innovación artística: son como un petit-Pompidou, un little-MOMA, un txiki-Guggenheim. En ellas nos podemos encontrar las obras más vanguardistas, horteras y perrofláuticas. También sirven para ubicar cacharros viejos y excedentes de obra que, rodeados por parterres de petunias o pensamientos (flores rotonderas por excelencia), adquieren un nuevo significado. No sé cuál. Alguno.

Por tanto, queda inaugurada esta sección con la rotonda más emblemática de nuestra ciudad, donde confluyen las carreteras Madrid-Salamanca, Soria-Plasencia y Toledo-Valladolid, amén de otras callejuelas y vías de servicio. Esta rotonda tiene una enorme fuente, que a veces hasta echa chorrazo, y en ella fue instalada nuestra insignia nacional, que los días de viento ondea orgullosa recordando que Ávila es una ciudad como Dios manda. Y además es un jran anemómetro.

Ruben

Hoy, primero de mayo, aprovechamos para incluir otra edición especial del Ávila Street Museum. Se trata de la escultura «Ganarás el pan con el sudor de tu frente», ubicada en el Jardín del Rastro, al lado de la puerta del mismo nombre, en el lienzo sur de las murallas.

El busto muestra la figura de un trabajador postmedieval, probablemente, de los hornos, donde es de suponer que haría bastante calor. Gotas de sudor perlan su frente y púberes canéforas le ofrenden el acanto. Sin duda, con esa gota, el autor quiso representar la dureza del trabajo y reivindicar una mejora de las condiciones laborales. Es de un extraño color azul, el color del ensueño, el color del arte, un color helénico y homérico, lo cual también relaciona esta pieza con los Simpson.

El trabajador contempla desde su privilegiada posición el Valle Amblés y las nieves de la Sierra de la Paramera. No se puede ver en la foto, porque claro, el señor mira pacá y las vistas están pal otro lao. O salía la cara o salían las vistas pero con el cogote. No sé si me explico.

 Emperador

Continuamos para bingo con la serie Ávila Street Museum. La obra de esta semana está ubicada en la Travesía Dolores de Palacio, una especie de Callejón Diagón, desconocido para los muggles, que comunica las calles López Núñez y Tomás Luis de Victoria; ubicación acertada para una de las obras más mágicas de nuestro catálogo. Se trata de la estatua en terracota transparente del Emperador de Xian, cedida por el Gobierno Chino.

Cuando el Ayuntamiento de Ávila propuso el hermanamiento entre nuestra muralla y la de China, enviando como gesto de buena voluntad una caja de yemas y un chuletón envasado al vacío, recibió como respuesta esta delicada escultura del periodo Ping -t. En ella se muestra a Kung Pao, emperador de Xian, vestido con armadura de combate, y es una de las pocas esculturas de terracota transparente que se conservan. El envío incluía instrucciones de las autoridades chinas para su montaje: «Arte artesanal postmedieval para decorativo. Tú nivela bien colocado evita caída. Pedestal no incluido.»

En el consistorio hubo unanimidad en considerar que la propuesta había sido un éxito, y todos alabaron la transparencia y belleza de la pieza. Claro, que también hubo unanimidad cuando les presentaron la maqueta del Edificio de Moneo, pero esa es otra historia. O puede que la misma. A la hora de ubicar la escultura, no sin varias deliberaciones y descartar una rotonda recién perpetrada, se eligió este lugar, bajo techo y más protegido de las inmisericordes heladas abulenses. Desde su pedestal (realizado en el mismo granito de la muralla, para subrayar el hermanamiento), el Emperador nos devuelve la mirada, mimetizado con el gotelesco fondo.

 

Leía el otro día en el juguete nuevo de Eloncio Almizcle a algún cuñado diciendo que los jóvenes de ahora no pueden comprarse un piso como sus padres porque se gastan el dinero en suscripciones a plataformas de streaming y otras futesas. Y me he preguntado —que uno es mucho de preguntarse cosas, ¿saben?— si ahorrándose la cuota mensual de Netflix podría llegar uno a tener más patrimonio inmobiliario que el pobre Felipe VI.

Para nuestro sencillo experimento he buscado el piso más barato anunciado en Ávila capital que no tuviera pinta de decorado de slasher. Algo en lo que pudiéramos entrar a vivir tal cual está porque, como jóvenes derrochones, tampoco tendremos pasta para mucha reforma. He encontrado un auténtico diamante en bruto en La Cacharra, barrio humilde de «casas baratas» del Franquismo al norte de la ciudad. Hasta el baño está bastante decente para lo que se encuentra uno en este rango de precios.

Cuarto de baño decentillo
Ahí se atrevería a cagar y ducharse hasta este su melindroso servidor. ¡Si tiene ventana y todo!

Un suntuoso palacio de 44 metros cuadrados útiles, en los que el hábil arquitecto fue capaz de encajar salón, cocina, baño y tres dormitorios. Situado en un tercer piso sin ascensor, que luego la comunidad se dispara y, de paso, mantenemos el culo firme subiendo escaleras. Y sin el lastre de un costoso sistema de calefacción, ¿tú has visto el precio del gas, amigo? Y por «sólo» 34.000 boniatos. ¿Es un chollo o no es un chollo?

Para poder plantar un felpudo con frase ocurrente en la puerta de esta mansión —financiación mediante— tendremos que soltar unos 11.350 aurelios para entrada, impuestos y gastos. Por otro lado, la cuota mensual de Netflix más barata es de 7,99 pavos. Haciendo un sencillo cálculo, obtendremos que bastaría con dejarnos de «Vikingos» y «Los Bridgerton» unos 1.423 meses de nada. 118 años y medio. Os quejáis de vicio, chavales…

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Hace un rato leía en la red social esa que se está comprando Elon Musk un par de tweets que animaban a dar un poco de leña en las reseñas de Google a una empresa por haber hecho una «oferta de empleo» vergonzante. Concretamente estos:

Captura de Tweeter
Captura de Twitter

Y por mucho que me guste dar leña a las empresas que se pasan los derechos laborales por el forro, no sé si se ve que lo que se propone tiene un «pequeño» fallo. Os dejo un momento para pensarlo… ¿Ya? ¿No? Os voy a dar una pista: ayer mismo me ciscaba en todo lo ciscable acerca de un accidente laboral. Y, sin embargo, me abstuve de dar el nombre de la empresa o de nadie relacionado con ella. Por muy cabreado que esté con la empresa, el caso no ha sido juzgado aún.

Pues las mismas precauciones creo que deberíamos tener con estos tweets. No sé quién es el usuario que los escribe y no tengo ninguna prueba de que lo que dice sea cierto. Podría ser el propietario de una empresa rival, ¿no? Conmigo no contéis para rodear el molino en llamas portando bieldos y antorchas…

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Comienzo el lunes con mal cuerpo, muy mal cuerpo, al enterarme esta mañana del fallecimiento, la semana pasada, de una trabajadora que sufrió un grave accidente laboral el pasado 10 de abril. Y me entero en el sindicato porque ha venido la familia a pedir ayuda para demandar a la empresa, no gracias a los medios de comunicación, para los que otra trabajadora muerta no debe de ser noticia. Una familia destrozada, un marido y una hija discapacitados, sin ingresos y que han perdido a un ser querido por querer poner un plato en la mesa. Una familia que necesita la ayuda de los de su clase para, intentar al menos, obtener algún tipo de resarcimiento, porque ser pobre es jodidamente caro. Y si lo que necesita el pobre es justicia, ya no te cuento…

Ya tenía mala pinta el siniestro en su momento cuando se decía que había tenido que ser trasladada a Valladolid en helicóptero medicalizado, pues se suponía que «sólo» le habían quedado atrapadas las manos en una máquina de planchado. Hoy he podido saber que no fueron sólo las manos y que tenía graves lesiones en el tórax.

Y lo que me termina ya de encender es que el lugar de trabajo de esta mujer era un Centro Especial de Empleo. Que son empresas que, supuestamente, deberían servir para la integración laboral de personas con discapacidad y que acaban derivando, en muchos casos, en auténticos infiernos de explotación, falta de respeto a los derechos laborales básicos y robo descarado de plusvalía a trabajadores que suelen necesitar más protección que la media. Me enciendo porque estoy por encontrar un centro de estos en los que se respete el Estatuto de los Trabajadores. Me enciendo porque, encima, les chulean en las nóminas. Y me enciendo porque les tienen realizando trabajos que no deberían realizar por sus capacidades intelectuales, físicas o sensoriales.

Me han bastado unos segundos de búsqueda para encontrar este testimonio de un trabajador de la empresa de marras. Aquí está, tal cual, salvo los nombres de personas que menciona:

Hice la entrevista y ese mismo día me pidieron los papeles del banco y me dijo el señor que manda llamado XXXXXX que empezaría el siguiente día a las 6 de la mañana como conductor repartidor con un furgón. Mil euros brutos. Me dijo que haría una ruta desde Ávila a Toledo. La cual no hice ya que me hizo ir al centro de Madrid a las 11:00 am con un furgón enorme y de alquiler. Termine mi jornada a las 18:30!!! Todo esto yo con una discapacidad. Pero las 12 horas y media que trabaje no fue todo. Se me cayó encima una jaula llena de toallas limpias, un peso de más de 100 kilos… No sé cuánto puede llegar a pesar pero me golpeó en la cabeza y mientras yo estaba en el suelo y la jaula encima mía apareció un hombre que pasaba por allí y levantó la jaula… Las cosas como son. Era un hombre enorme y corpulento. Otra persona no hubiese podido ayudarme. Yo aturdido me pude levantar con un intenso dolor en la cabeza. Llamé inmediatamente al señor que me contrato (XXXXXX). Le conté lo sucedido y me dijo que si estaba bien que si podía seguir trabajando. Le dije que en principio no me encontraba mal y me dijo que siguiese trabajando. Todo esto me paso en Tirso de Molina en pleno centro de Madrid. A donde nos envío a mí, y al compañero que me tenía que enseñar, con un furgón enorme. La jaula me había caído encima por qué la única manera de bajar las jaulas era con una rampa plegable que había en el furgón. Sujeta unicamente con dos garrafas de plástico vacías. En cuanto a prevención de riesgos laborales esto es impensable. Al intentar bajar la jaula la rampa se deslizó hacia el suelo y la jaula de metal me cayó encima quedando yo atrapado. No recomiendo esta empresa ni a mí peor enemigo. Pese al golpe en la cabeza tuve que conducir de vuelta a Ávila. Y tuve un accidente para más inri. Llamo el compañero al señor XXXXXX y este señor le dijo que el accidente le costaba dinero a él. Encima que yo estaba aturdido por la caída de la jaula me quería hacer sentir culpable por el accidente. Cuando llegamos a Ávila a las 18:30 cogí mi coche y me fui al médico de urgencia para que me dieran un parte por lo sucedido. Ahora me encuentro en mi casa aún con dolor en la cabeza. No se en que terminara todo esto.

Todo esto, mientras estas empresas reciben subvenciones y ayudas —echad un ojo el enlace de antes al SEPE— por «integrar» cuando lo único que suelen buscar es mano de obra más barata que la más barata. Me cago en mi puta vida, amigos.

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Antigua cabecera de Halón Disparado
Halón Clásico. O viejuno.

Echando un vistazo a antiguas entradas del blog que mereciera la pena recuperar, me he animado a crear una sección para ellas. Irán apareciendo con periodicidad genital* con su fecha original de publicación. La primera de ellas —Desmantelando lo público, de junio de 2012— me ha servido para preguntar a una amiga que trabaja en el ECYL cómo seguía su relación laboral con la administración autonómica. La respuesta os sorprenderá: diez años después sigue trabajando en precario.

¡Qué chorprecha!
¡Ay, pero qué chorprecha!

Llamadme loco, pero sospecho que con el nuevo gobierno autonómico esto no va a ir a mejor…

*Cuando a un servidor le salga de los hue*SE LO LLEVAN*

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Adolfo

Como tantas otras en nuestra ciudad, Transición Atropellada es una obra postmedieval difícil de datar. Y también de ubicar, se puede decir que está en la Calle Don Gerónimo o en la Plaza de Adolfo Suárez, y ambas direcciones son correctas. Si miras un plano antiguo, busca la Calle del Generalísimo. Y no deja de ser curioso, porque si le preguntas por cualquiera de estas tres direcciones a  un abulense, es bastante posible que no las identifique. Hay que preguntarnos por la Calle los Curtidos o la Plaza Elbancospaña. Oño, quesverdá…

Originalmente, esta obra se iba a llamar «Crash Test Dummy», pero hubo problemas por los derechos de autor; sin embargo, cumple sobradamente su función: ya ha sido atropellada DOS VECES (y está en una zona peatonal). Esto sin contar el 23-F. También hubo que repararla recientemente porque se movía, pero no en plan C3PO (lo que hubiera sido very awesome), sino como el mango de las sartenes. ¿El motivo? Los turistas tienden a apoyarse en ella para hacerse selfies, dándole palmaditas en la chepa, como si fuera un cuñao abstemio en una celebración.

La escultura está realizada en hojalata corten, resistente a la corrupción atmosférica. La placa de la base, del mismo material, sirve para que le gente se agache a ver qué pone*. 

 

* Pone «La concordia fue posible». No queremos lesiones cervicales.

Ch, visiblemente excitada, me muestra un libro que acaba de comprar. Parece el folleto de instrucciones plastificado de un electrodoméstico.

—Me ha costado mil doscientos euros, pero ha merecido la pena.

—¡Mil doscientos!

—Sí, pero mira: incluye el poema que escribió el poeta para convertirse en el poema.

—…

—Voy a leerlo ahora mismo.

—¡Espera! Si lo lees, tú también te convertirás en el poema…

—¡Claro!

—¿Y yo qué hago?

—Observar. Esto no tiene sentido si no lo ve nadie.

Y Ch comienza a leer y yo observo. Observo cómo se transforma mientras lee. Y al leer la última palabra, la conversión ha terminado. Qué aspecto tiene convertida en el poema, os preguntaréis. Para mí se asemeja a la vidriera de una catedral gótica. La luz la atraviesa y la luz me cuenta su historia. Y la luz me pide que yo también la lea. Así lo hago. Y siento cómo me transformo mientras leo…

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